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Visiones
2002 Tras una larga demora, la Asociación Española de
Fantasía, Ciencia Ficción y Terror (recientemente renombrada como Pórtico), edita la décimo primera
entrega del Visiones, colección de
relatos dedicada a escritores noveles. Este retraso ha propiciado que algunos
autores dejaran atrás su mocedad creativa (el más destacado es sin duda Víctor
Conde, quien ya posee en su haber varias novelas publicadas en diversos
medios o anunciadas, como Mystes, finalista del primer Premio Internacional Minotauro de Literatura Fantástica y de Ciencia
Ficción). La edición se ha mejorado y carece de las erratas que lastraron
ediciones anteriores, pero el texto de contraportada resulta ilegible Juan Manuel Santiago se maneja en todo
momento como un seleccionador ideal, moviéndose como pez en el agua gracias a
su amplia experiencia como director de revistas tales como Gigamesh ó
Stalker -que le obliga a mantener un estrecho
contacto con los escritores del fantástico-, al que se añade su más que
probado conocimiento del género, particularmente en su faceta autóctona. En
el prólogo destacan varias lúcidas reflexiones sobre el estado actual de la
literatura fantástica (“es más
ambiciosa, meditada y literariamente satisfactoria que la que escribíamos a
principios de los noventa”, “pese a
la temática fantástica, en todos los relatos subyacen preocupaciones
cotidianas, las paranoias de una sociedad cambiante”) y sus
introducciones presentan con sumo acierto los aspectos más destacables y
sugerentes de cada uno de los relatos escogidos. Por otra parte, a Santiago
no le duelen prendas en confesar su capitulación a la subjetividad (“en igualdad de condiciones entre dos
relatos literariamente satisfactorios (?), uno se decanta por aquel que mejor
apela a sus preocupaciones y gustos personales, en mi caso la literatura
fantástica de corte humanístico”). Su valentía por dejar una impronta
personal en la selección choca con la tendencia habitual de otras antologías
de “que hablen los relatos por sí mismos”; quizá por ello y pese a tratarse
de teóricos noveles, el volumen no se resiente y poco tiene que envidiar en
calidad y diversidad a otras selecciones de autores autóctonos. Pero el
tiempo y los lectores sabrán juzgar convenientemente tamaña apuesta. Catorce relatos cortos de otros tantos autores que “lucen sus primeras galas, quizá con
historias mejorables pero que apuntan buenas maneras y se han esforzado por
construir un género fantástico español del que sentirnos orgullosos”.
Loable propósito. Valoración:
6 |
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"El artista", Eugenio Barragán Una muestra más
de un prolífico escritor que no oculta su morbosa fascinación por
introducirse en los recovecos más tortuosos de la mente enferma, retratando
un artista que lleva hasta sus últimas consecuencias su atracción por el
arte, la disolución del ego creativo en la obra maestra definitiva. Un relato
excesivo, incluso sádico, con el que el seleccionador busca sin duda romper
el apoltronamiento del lector con una historia que no deja indiferente. Sin
embargo, la idea no es nueva (véase, por ejemplo, “Obra maestra”, de Francisco Ontanaya)
y habrá quienes piensen que ni siquiera se trata de un argumento de género;
en cualquier caso, la trayectoria de este siempre sorprendente autor le abre
las puertas de la antología por derecho propio. Valoración:
5,5 |
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El planeta minero Alles, colonizado por habitantes
del Principado, es un lugar apartado donde la gente vive feliz pese a la
extrema dureza de sus condiciones meteorológicas. El descubrimiento de un raro
mineral, útil para la industria aeroespacial, traerá riqueza pero también
dolor y muerte a sus habitantes. Transposición del Asturias real al marco
galáctico que, si bien como alegoría resulta quizá demasiado evidente y
panfletaria, su tono nostálgico y de emotiva redención a buen seguro dejará
un regusto agridulce en el recuerdo del lector. Bien estructurado y con un
final ingenuo, pero que ciertamente era el más ajustado a la historia. Valoración: 6 |
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Luis
Astolfi desarrolla en “Para siempre” otro de
sus emotivos dilemas morales, esta vez sin alcanzar el nivel de la excelsa “Club Gricel” o, incluso, “Quercus Alba”. Astolfi suele
emplear clichés de género a los que dota de una sensibilidad capaz no sólo de
atrapar al lector sino obligarle a sentir la historia en su propia piel; en
este caso, una típica investigación genética deriva en la gestación por una
muchacha del clon de su padre muerto, con los consecuentes sentimientos
encontrados hacia su padre/hijo. Un argumento que, efectivamente, recuerda la
notable “Mi esposa, mi hija” de Domingo
Santos. Valoración: 6,5 |
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"Ahora
puedo oír tu llanto", Paula Grañeda Una mujer se obsesiona con el llanto de un recién nacido
que sólo ella puede escuchar, una alucinación que se transforma en sutil
venganza sobrenatural. Historia intimista narrada desde un punto de vista
netamente femenino, que basa su fuerza en ocultar cualquier detalle
relevante, creando paulatinamente la atmósfera adecuada para su angustioso
final. Valoración: 5 |
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"Tras la eternidad", Dídac
Morales Una mujer es contratada para asistir a un pintor
postrado en cama, con la mente disociada del cuerpo. De forma gradual, la
realidad se diluye ante la revelación de ciertos detalles íntimos: un poema
de amor, cuadros con la imagen de su cara… hasta ser absorbido por el
universo onírico del pintor. Historia de amor
fou con momentos de tensión mejorables, pero con un enfoque desasosegante
y digno, y en especial un final que recomienda relectura. Valoración: 5,5 |
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"El proceso de los monos",
Lorenzo Luengo Lorenzo Luengo es un escritor en
alza que goza del beneplácito de diversos jurados literarios, como atestigua
su palmarés repleto de premios. A tenor de lo leído, Luengo posee al menos dos estilos muy diferentes en sus relatos
de corte fantástico, a saber: historias metaliterarias (homenajes borgianos y
ejercicios de estilo eruditos pero farragosos, en general carentes de diálogo
y ciertamente aburridos: “La paradoja de Barthes”) e historias –a falta de
una definición mejor- rompedoras, a contra corriente y hasta algo gamberras,
que retuercen argumentos y arquetipos para llevarlos hasta sus últimas
consecuencias (“Selección natural”, donde dibuja un Madrid apocalíptico en el
posiblemente mejor relato de ciencia ficción de los últimos tiempos, ó
“Cuento de Navidad” que presenta un Santa Claus atípico). El segundo Luengo es el más popular -y
posiblemente mejor-, pero este relato se enmarca claramente dentro del primer
grupo. Como
acostumbra, narra una historia intensa, elaborada y compleja, que recrea de
forma onírica y personal la peripecia del Dr. Livingstone perdido durante
años en África, en una expedición que pretendía dilucidar las fuentes del
Nilo (historia que sirve para ilustrar la portada del libro). Frases
larguísimas, recargadas de subordinadas interminables, jalonan un texto de
por sí confuso y reiterativo debido a los delirios del protagonista y el
ambiente opresivo. Si a ello se une un uso digamos que “particular” del
idioma (“cancelar los párpados”, “deplorar una mirada”, “señalar brumosamente con brazos
disertativos de liviandad longUilínea”) en un contexto no poético, nos
hace pensar que la frontera entre erudición y pedantería es difusa (o quizá no
tanto), y que el uso de vocabulario elevado no eleva necesariamente la
calidad de un texto (sino que, a veces, revela más bien sus miserias). Aparecen
varias de sus constantes más queridas: las diversas capas de la realidad y el
sueño (el sueño dentro de un sueño dentro de un sueño) y la preocupación por
el otro yo (el hombre que sueña o ve a otro hombre que es en realidad él
mismo en otra época o lugar). El hecho fantástico surge de forma metafórica y
surrealista, a través de la experiencia mística de la palabra hecha carne,
aunque uno se quede con varias dudas en el aire: ¿por qué deben matarse entre
sí los hombres-monos-libros? ¿por qué es incompatible Shakespeare y Kant? Valoración: 6 |
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"Centro generacional", José
Miguel Sanfeliú Un anciano
que convive con su hijo y familia en el mismo piso decide poner fin a las
molestias que causan su presencia y manías ingresando en un Centro
Generacional. ¿Especie de Disneylandia,
según la publicidad institucional, o ente más oscuro, a tenor de ciertos
rumores? Con un estilo funcional, poco elaborado y próximo al lenguaje oral,
el autor intenta que recapacitemos sobre el papel de los ancianos en la
sociedad occidental de consumo. Y para ello recurre al final sorpresa, tan
difícil de rematar y tan habitual en escritores escasos de recursos,
demasiado radical para tomarlo realmente en serio. Valoración: 4 |
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Aporta
la dosis de ironía y humor imprescindible en cualquier antología, aspecto
tantas veces descuidado. El protagonista es un egoísta varón separado que, en
una excursión familiar campestre -en la que obviamente “pasa” de la familia-,
encuentra unas brillantes monedas de euro que forman una especie de camino de
migas de Pulgarcito y decide quedárselas. Así comienza una de las historias
sobre invasiones extraterrestres por seres multiformes más descacharrantes de
la ciencia ficción, un divertido argumento que podría firmar el mismísimo Fredric Brown o, más cercano, Alejandro Carneiro (léase “El
hombrecito de la maceta”). La
ironía y el humor absurdo funcionan y consiguen que nos identifiquemos con el
desventurado y recalcitrante antihéroe, quien se cuestiona cualquier aspecto
de su vida para tomar siempre la decisión más alocada de entre las posibles.
Narrado con agilidad, mejoraría si prescindiera de unas cuantas páginas. Valoración: 6 |
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"El armario", Santiago Eximeno Eximeno, ganador con el excelente “Origami”
del premio Ignotus 2003 de relato, puede ser considerado por estilo y
atmósfera en sus cuentos de terror como el Ramsey Campbell español. Y esta es una buena ocasión para
demostrarlo: un muchacho se despierta en una extraña habitación cerrada
repleta de juguetes; al otro lado de la puerta una sombra desconocida
forcejea para entrar y, al fondo, una ventana abierta al clamor de la
tormenta le ofrece la única escapatoria… Cuento de atmósfera cerrada,
correctamente ambientado y magistralmente estructurado, perfecto en su
brevedad. El sugerente final abierto permite la libre interpretación (¿el
niño se hizo adulto y asimiló la paranoia del captor, como suele ocurrir en
casos de maltrato infantil? ¿Niño y psicópata “unieron por un instante su
terrores comunes”? ¿O fue el terror del niño lo que le empujó a convertirse
en psicópata?). Sin duda el relato más satisfactorio y de mayor calidad
literaria del volumen, que mejora en cada relectura, y al que sólo cabe
achacarle un ligero desliz: la avanzada edad del “niño” (trece años) resta
credibilidad a la hora de enfocar terrores “infantiles”. Valoración: 8 |
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"Hamburgo Sur", Patricia Suárez Hamburgo
Sur es el nombre de un tren de mercancías que adquiere relevancia creciente
según avanza la narración, una historia intimista, lenta (hasta la
exasperación) y aburrida. La preocupación por el paso del tiempo y la rutina
de unas vidas vacías es el tema central, y una inofensiva reunión familiar
para festejar un cumpleaños la excusa argumental. Recuerdos, anhelos y
frustraciones acompañan a los personajes de esta historia circular que no
avanza hacia ninguna parte y donde el cliché del tren fantasma (a pesar de la
variante de que el protagonista se vea a sí mismo, en una clara metáfora
vital) se antoja un clónico de tantas otras historias. Patricia Suárez, al parecer versátil escritora argentina, pierde
aquí su oportunidad de ofrecer un enfoque novedoso en esta fantasía
costumbrista, que carece de la alegría y frescura que son común denominador
al resto de relatos. Valoración: 4 |
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"Juan
Hitlerfranco busca a dios", Sergio Parra ¿Qué decir
de una de las historias más iconoclastas de los últimos tiempos? Que
desgraciadamente pierde gas según avanza. Partiendo de una premisa argumental
absolutamente revolucionaria: en la histórica entrevista celebrada en Hendaya
durante Segunda Guerra Mundial, Franco
fue sustituido por un extraterrestre; fruto de su encuentro “sexual” con Hitler nació el protagonista de esta
historia, que fue abandonado en el refectorio de un convento, para crecer conversando
con otro extraterrestre a través de la imagen de un Cristo crucificado y
terminar ganando un Oscar como forma de contactar con sus congéneres. A ratos
brillante en su locura, a ratos muy mejorable (sobre todo el aspecto
escatológico), no puede decirse que la coherencia interna sea uno de sus
puntos fuertes (ora el protagonista carga con una cruz de madera de dos
metros, ora no y, de nuevo, vuelve a aparecer). Una historia desconcertante y
demasiado escorada hacia la hilaridad fácil, que incluye una irreverente
revisión de un episodio histórico singular sin por ello tratarse de una
auténtica ucronía franquista como asegura el seleccionador. Valoración: 4,5 |
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"Taurus uno", Víctor Conde Cuento
que apela a la parte irracional de la mente, surrealista, sin lógica
aparente. Como los sueños. Porque de la narración de un sueño parece
tratarse: durante lo que parece una sesión de psicoterapia, un personaje
anónimo relata un extraño sueño, y esa historia enlaza con retazos de otras
historias absurdas y crueles, cada vez más irracionales y profundas, que ni
siquiera el protagonista logra luego recordar. Conde en su faceta más onírica y experimental, que ya dio
muestras en el Visiones del pasado
año. Valoración: 5 |
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"Ojo en el cielo", Paula Ruggeri Ante semejante
título, resulta fácil adivinar que Philip
K. Dick ocupa un lugar clave en la narración. De hecho, el protagonista
es el propio Dick y su sensación
de irrealidad, pero no nos encontramos ante el genial disquisidor de la
realidad alterada sino frente a un perdedor que por avatares de la vida se
asemeja más a Homer Simpson. Su
retrato pasa de homenaje para con sus obras a irreverencia hacia su persona
(incluso es apodado Phil Trafa por su mujer, con quien mantiene continuas
peleas), hasta que gracias a un ángel descubre que existe una falla en el
sistema de la realidad a causa de un virus, una situación que no es del
agrado de Dios (y ésta no es la única similitud con Matrix). ¿Homenaje o parodia? Más bien lo segundo, a tenor de que
la autora, argentina y colaboradora habitual de la prestigiosa revista Cuasar, dice estar escribiendo un
libro de parodias literarias del que este texto forma parte. Un provocativo
divertimento que disfrutarán los papanatas
dickianos (sobre todo los chistes privados y guiños de sus obras) y
dejará indiferente a buena parte del resto de lectores. Valoración: 5 |
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"La ciudad crece", Carlos Martínez Córdoba De Carlos Martínez Córdoba, autor del
excelente ensayo “Camino al pasado” (finalista del hoy desgraciadamente
extinto Premio Gigamesh de Ensayo),
sólo habíamos leído un único relato: “Juzgado 11” que, aunque previsible,
estaba dotado de una sobria atmósfera a lo El señor de las moscas. “La ciudad crece”, relato alegórico,
muestra los diversos personajes que habitan una mísera comunidad de vecinos
que decide vivir aislada del mundo, empleando para ello un trasfondo entre
costumbrista y onírico, con unas gotitas de surrealismo. Varios son los
elementos que introducen angustia y desasosiego: además del desconocimiento
de qué sucede realmente en la ciudad (que parece crecer a su alrededor,
ignorándoles), están las continuas misteriosas desapariciones de vecinos que
amenazan con diezmar la aparentemente unida comunidad, o la rutina e
inactividad que se adueñan de los vecinos, todo ello metáfora del miedo a la
vida por parte de unos seres grises que podemos ser cualquiera de nosotros si
no logramos enfrentarnos a nuestros miedos. El final sin concesiones invita a
la reflexión. Valoración: 7 |
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