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Fabricantes
de Sueños. Selección 2004 Un año más, la Asociación Española de Fantasía, Ciencia
Ficción y Terror edita una nueva entrega, la quinta, del Fabricante de
Sueños, colección de relatos cuya intención es servir de escaparate para el
público general del actual panorama fantástico autóctono. En este sentido,
además del objetivo básico de seleccionar aquellos textos con mayor calidad
literaria, se buscan otros como representatividad o diversidad, de autores,
medios y temáticas, y es en este juego de equilibrios donde la máxima inicial
puede salir perjudicada. Digamos que se diluye la idea de editar un “lo mejor
del año”, algo que quizá no tenga claro el lector potencial. Aunque el libro intente cumplir tales objetivos, buena parte de
su éxito o fracaso reside en la distribución, es decir, su capacidad para ser
accesible por un público. Desgraciadamente, y hasta que la idea no se “venda”
a una editorial con mayores medios, este tipo de iniciativas son aún
demasiado modestas como para considerarse exitosas; sirva la anécdota de que
el primer relato seleccionado fuera publicado en una antología de la
editorial Valdemar, que a buen seguro habrá gozado
de mayor proyección y ventas que el conjunto de todos los Fabricantes de
Sueños hasta la fecha. Centrándonos ya en el volumen, una exquisita ilustración de
portada, de tintes decimonónicos, apela a la irracionalidad y sirve de
ruptura con el materialismo realista. A continuación, la selección se abre a
una introducción que desgrana pormenorizadamente la producción de índole
fantástica del pasado año, en el que se echa en falta la faceta de ensayo
(escasa) y donde se ha colado una graciosa errata, al citar la reedición de
un clásico menor: La plica de PLINIO el viejo; una magnífica
idea que, junto a la imprescindible presentación de autor (y no tanto del
medio donde el relato fue publicado) y una cuidada composición de textos,
conforman un volumen atractivo y en consonancia con otras publicaciones
literarias. Un estándar de lo que
debieran ser este tipo de volúmenes recopilatorios. Si analizamos detenidamente el libro, observamos varios detalles
dignos de mención: tres de los ocho relatos seleccionados provienen de un
mismo medio (Artifex 2ª Época), todos los autores
son hombres y tres de ellos argentinos. Este último dato no debiera
sorprendernos si tenemos en cuenta la proyección de autores latinoamericanos
a todos los niveles de las letras españolas, aunque tal vez sí parezca
excesiva la coincidencia de nacionalidad a tenor del bagaje desarrollado y
potencial de escritores mexicanos o cubanos, por ejemplo. Otro dato relevante
es la diversidad de medios de publicación: así, por vez primera se escogen
dos relatos procedentes de antologías, uno de revista electrónica (e-zine) y el resto de diferentes publicaciones periódicas. Ocho relatos que tal vez no sean los mejores del año
(sinceramente, no me lo parecen, y si comparamos con los Premios Ignotus -que premian la mejor
producción fantástica- sólo uno de ellos ha resultado finalista cuando el
nivel de coincidencia solía ser mucho mayor), pero sin duda sí son representativos
de la actual literatura fantástica escrita en castellano. Un nivel medio
suficientemente alto, aunque lejos de los oasis de brillantez de pasados
años. Un año, por tanto, de consolidación y preparación a todos los niveles
(calidad, comercialidad, profesionalización) del salto realizado durante
2004. Valoración:
6 |
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"Los comedores de insectos", de Vicente Muñoz
Puelles Relato incluido en su antología El último deseo del jíbaro y otras
fantasmagorías, una “suma de
biografías fabuladas en una suerte de feria de los
horrores” en palabras del seleccionador. El pasaje del loco Renfield del Drácula
de Stoker sugiere al joven Holt el rumbo de su destino: dedicará su existencia a
divulgar las exquisiteces culinarias de los insectos. Muñoz demuestra
tablas de buen prosista, solidez de planteamiento y un excelente sentido del
ritmo que, quizá debido a la brevedad del texto, se ve enturbiado por una
relativa simpleza argumental. El final da un giro de 180º para replantearse
el principio de causalidad, una pirueta bien entretejida pero no demasiado
original para los aficionados al fantástico, que recuerda otras incursiones
de autores mainstream
en temáticas de género. Valoración:
6 |
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"El último Noé", de José Carlos Canalda Durante un paseo matinal por una población costera
cantábrica, un acaudalado empresario observa una crecida anormal de la marea.
Es el primer síntoma de una subida gradual e inexorable del nivel del mar,
por causas desconocidas. Impulsado por un innato instinto de supervivencia,
el protagonista inicia entonces un periplo que le llevará a recorrer
diferentes puntos cada vez más elevados del planeta en un intento por escapar
de la muerte. Aunque ambientada en la actualidad, el autor
relata la crónica de la desaparición de la tierra emergida bajo la faz de las
aguas con un estilo y desarrollo que recuerdan a la novela catastrofista de
inicios de siglo XX. De hecho, quedaría más coherente si estuviera ubicada en
esa época, obviando así escenarios más extremos para el ocaso del ser humano
(que el autor olvida), como el medio submarino o espacial. Canalda, a pesar de sus
limitaciones, ha demostrado que cuando quiere puede llegar a ser un narrador
más que digno (léase, por ejemplo, “La mansión de los umbrales infinitos” o
“El guardián de los libros olvidados”). No obstante, en este caso y al margen
de la extravagancia de algunas hipótesis barajadas o la solidez científica de
la propuesta (en realidad, no existe agua suficiente como para elevarse en
todo el globo miles de metros por encima del nivel del mar), la endeblez del planteamiento, el tono monocorde,
reiterativo e ingenuo, la torpe puesta en escena y la suma de incoherencias
(*) le restan méritos para figurar en una antología de estas características. (*) Como colar al protagonista en un avión con
destino a Turquía que intercambia medicinas por alimentos en plena agónica e
irreversible carestía de combustible, o infravalorar el flujo de refugiados,
que parece que en este mundo globalizado sólo el protagonista piensa en las
tierras altas del Tíbet. O citar Castilla la Vieja
en la actualidad… Valoración: 4 |
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"Deshacer el mundo", de Joaquín Revuelta (Premio Domingo Santos 2002) En la Nueva Sociedad interconectada a la Red, sus
miembros se dividen en jackers
(conectados) y dummies
(no conectados o parias). Al igual que en el policial de Eduardo Vaquerizo
(Rax), el protagonista pertenece a la
minoría incapaz de interactuar con el mundo virtual; quizá por ello, su novia
es tan especial: le respeta y evita conectarse en su presencia. Pero un
acontecimiento irresistible conducirá a la separación y, tras cinco días de
observar la descomposición de su mundo, la mirada perdida del protagonista da
inicio al relato. Una de las principales bazas del texto es jugar
con el origen, dimensión y consecuencias del desastre: el lector desconoce a
qué se está enfrentando, y ello acrecienta la sensación de angustia,
irreversibilidad, globalidad. Por otra parte, la historia transcurre en el
apartamento del protagonista, pues no son necesarios escenarios adicionales
porque el boletín de noticias del ordenador y la ventana del apartamento
bastan para extrapolar de lo personal a lo universal. La nieve tras el
cristal y el dolor por la pérdida crean la atmósfera adecuada, donde quizá el
único elemento que falle sea la justificación -demasiado explícita- del caos. Amarga, sutil, con un emotivo flash back y un
final esperable en lo personal que, sin embargo, da un giro de 180º a la
situación planteada inicialmente. Un relato de atmósfera poéticamente
pesimista y ambientación cyberpunk, como si a un
personaje de Ballard le hubiera
ocurrido una catástrofe propia de Gibson.
Una tenue esperanza para la humanidad que no es suficiente para muchos en el,
por fin, primer relato que merece la pena del volumen. Valoración: 7,5 |
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"Desde la jaula", de Fabio Ferreras Un tranquilo picnic dominical se trasforma en
pesadilla para una veintena de ciudadanos elegidos al azar. Ya en el trayecto
hacia en el parque aparecen elementos que evidencian la descomposición de las
reglas de convivencia social: la familia del protagonista observa pasiva cómo
en un semáforo (al que ya casi nadie respeta) un joven asesina a otro para
robarle su motocicleta. Posteriormente, en la redada policial, el
protagonista es detenido y encerrado en una jaula en mitad del parque. Con la
connivencia de la TV, se retransmite el espectáculo mediático (la comparación
pasa de La cabina a Gran Hermano), así como el posterior
comunicado: cansados de batallar contra un número cada vez mayor de
delincuentes, impotentes y diezmados, la policía ha decidido elaborar un
ultimátum a la sociedad: la libertad de cada inocente por cada malhechor
entregado. Y, como para corroborar la huída hacia delante de las teóricas
fuerzas del orden, nuevas jaulas son instaladas por todo el país. El texto refleja una actitud ambigua: por una
parte, denuncia la inoperancia de las fuerzas establecidas para hacer frente
a una situación cada vez más compleja y explosiva, así como los mecanismos
empleados para combatirla; por otro, arremete contra la pasividad ciudadana
frente a la violencia o la aceptación de su destino sin siquiera pensar en
plantar cara (aunque me temo que las posibilidades de acción frente a las
fuerzas policiales son diferentes en Latinoamérica y Europa). Las soluciones
aportadas no sólo bordean sino que caen dentro del más estricto dogma
fascista, tal vez para favorecer la toma de conciencia aunque de manera
forzada y harto tendenciosa (“todos somos culpables de una sociedad que
engendra monstruos”). Una lectura en evidente clave sociopolítica, pero
escasa entidad literaria. Ubicado en Buenos Aires y poblado de localismos (barriletes por cometas, rulero por infractor de tráfico, caños por tubos de montaje), el relato
puede ser encontrado en la web personal del autor,
en lo que creo es un error que debieran subsanar los responsables de esta
antología. Valoración: 5 |
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"Viaje de vuelta", de Carlos Suchowolski Como Ulises, un atlante regresa a su
continente-isla tras un largo destierro voluntario. Entre las tinieblas del
recuerdo, su anhelo de regreso y el temor a encontrar (o no encontrar) el
mundo tal como lo dejó, busca su antiguo amor, abandonada a su suerte para
gozar de los favores de una vida errante. Encuentra a cambio una vieja (¿su
antiguo amor? ¿La muerte? ¿Un oráculo?), que le ayuda a recuperar la memoria.
Pero, ¿se trata realmente de recuerdos o sus vivencias no han sido más que
una entelequia? Relato de concepción casi borgeana,
poblado de exquisitas metáforas y largas frases que sirven a los
circunloquios del protagonista, un texto demasiado irregular que navega sin
rumbo durante demasiado tiempo: ora parece centrarse en el retorno del
exiliado, ora en la recuperación del pasado y su antiguo amor, más tarde
plantea la duda existencial entre recuerdo y potencialidad futura… El ritmo
lento y cansino del larguísmo prólogo provoca
hastío por reiteración, pero el elemento fantástico final lo compensa, así
como los crecientes toques oníricos. “¿Qué
es real?” “¿El sino de todo es
volver a empezar?” “¿Dónde está ese
sitio en el cual lo inacabado continua, ese tiempo donde lo que no ha
sucedido se repite?... instantes congelados en la eternidad de nuestras vidas”
Recuerdos del futuro, potencialidades que colapsan o no en realidad.
Alternativas vitales que crean universos alternos, recuerdos que generan
nuevos futuros en base a pasados cambiantes. Un final sugerente para un
escritor refinado, recuperado de los viejos tiempos de la contracultura en
publicaciones como Sinergia o Zikkurath. Valoración: 7 |
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"Ellos", de Santiago Eximeno Reescritura
en clave de terror psicológico (tan a gusto del autor) del célebre poema del
alemán Bertold
Brecht. Eximeno se las
ingenia para, transformando mínimamente el
original, dotarle de un enfoque diferenciado y nuevos
y angustiosos significados: la alienación, la otredad,
el temor a ser diferente. Original. Valoración: 7 |
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"1995", de Carlos Fernández Castrosín Unos periodistas del Channel Five se internan en China para rodar
un documental sobre las condiciones de vida de sus orfanatos. El reportaje,
que denuncia la situación de absoluto desamparo, degradación y tortura
especialmente del millón de niñas abandonadas por la política demográfica estatal,
conmocionará al mundo. Y, sin embargo, aún falta por revelar un horror mayor. Relato que recrea el documental verídico que sacó
a la luz el horror de los hospicios chinos. El autor emplea un collage de elementos reales y
ficticios (al igual que en las películas se incluyen imágenes de archivo o
documental) para dotarle de mayores visos de verosimilitud o, simplemente,
por pura y simple experimentación: el citado reportaje, recortes
periodísticos (sobre los trabajos que permitieron conceder el Nobel a varios genetistas), etc. De hecho, algunos de
estos recortes (como el del injerto de oreja humana en una rata de
laboratorio) han sido tomados “demasiado literalmente” de la prensa. Castrosín, especialista en personajes en
descomposición que habitan futuros próximos, une ambos conceptos: orfanato y
genética, e idea un Frankenstein con pies de
leyenda urbana, muy lejos en estilo y resultados de la angustia existencial ballardiana que caracterizan sus mejores obras. Valoración: 4 |
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"El baile de las víctimas", de Carlos Gardini En el
París del siglo XVI, el cruel Monsignor Betulla inicia a un mendigo en la sed de sangre por el
placer de repudiarle posteriormente. Abandonado, huye al bosque donde
encuentra otros hijos de la noche y un nuevo maestre al que servir y de quien
aprende los secretos de su condición. Armado con el poder de la palabra y el
conocimiento, haciéndose fuerte en la maldad, planea su venganza mientras la
niebla del tiempo parece desvanecerse. Gardini no es un autor
difícil pero sí exigente con el lector (quizá por ello ha obtenido escasos
premios de jurado popular). Sus escritos se caracterizan por un estilo
depurado, elegante e inteligente, que despiertan inequívocos ecos míticos.
Este es, no obstante, un relato de posibilidades truncadas: historia de
venganzas que desaprovecha el sugerente marco romántico con el que se inicia
para concluir en un final decepcionante ubicado en nuestros días. Apenas
esboza la fuerza que emana del personaje mortalmente atormentado, sus
descripciones no deslumbran salvo excepción (como cuando elabora un largo
juego que encadena sustantivo y calificativo para denotar la decadencia de
una época y lugar: giboso château, poniente
bilioso, sombras contrahechas, corredores mohosos, escaleras hediondas,
penumbra grumosa…). Relato finalista del Pablo Rido
2002, que posee puntos de conexión con una de sus escasas novelas inéditas en
España: El libro de la tribu. Valoración: 6,5 |
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