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Los
gigantes de caliza
Las
novelas sobre desastres globales y post-apocalípticas constituyen un
subgénero por sí mismas. Aunque alcanzaron su punto álgido en la década del
los 60’ y principios de los 70’ de la mano de escritores británicos como Ballard o Brunner,
estaban sólidamente asentadas en grandes clásicos de los 50’ como Cántico por San Leibowitz
o La Tierra permanece. Este fix-up o unión de siete relatos enlazados
por una línea argumental común, pertenece a ese periodo, año 1974, y comparte
igualmente otras coincidencias formales con obras de su época, como la citada
división estructural que permitía publicar en revistas relatos de una forma
independiente. Roberts, conocido internacionalmente por su
obra cumbre: Pavana, demuestra como
buen inglés ser un escritor muy influido por Inglaterra como tema. Por
tratarse de la caída y auge de la civilización, retoma mitología y cultos
ancestrales para evidenciar su visión cíclica de la Historia de la humanidad:
la regresión al paganismo y el culto a la naturaleza de raíz matriarcal,
leyendas sobre dioses, espíritus y lugares míticos protagonizados por
navegantes que circunnavegan el mundo conocido y, finalmente, el retorno al
monoteísmo y la religiosidad. Una colección que cuenta con relatos muy
meritorios, enlazados por parejas (en especial, “La Casa del Dios”, finalista del Premio Nebula,
pero también “Mono, Pru y Sal” o “Rand, Rata y el Danzarin”); no
obstante, la unión de textos tan incompatibles en estilo, personajes y
propósitos como los dos introductorios -de corte realista y hasta prosaico-
con el resto -historias deliciosas, simbólicas y ricamente recargadas de
significados e influencias- no resulta
enteramente satisfactoria. De hecho, estos dos primeros capítulos constituyen
un auténtico escollo que retrasa el disfrute de la obra como un todo y apenas
se justifican como referencia de la Caída (parecen incluso escritos en otra
época o por otro autor, meros apéndices que engordan lo suficiente el libro
como para venderse de forma independiente). Pero
¿Qué son los Gigantes de caliza? No pueden ser el ídolo totémico que se erige
en una de las historias por cuanto sólo es uno, tampoco los iconos de poder
del rey que unificará la tierra bajo su mandato y único dios; ¿es un homenaje
a las montañas de caliza donde transcurre la acción, generación tras
generación? ¿se refiere acaso a los pies de barro de los Gigantes que una vez
moraron sobre la Tierra y que en su orgullo acabaron destruyendo? ¿Y por qué
la Renacida aparece una y otra vez a lo largo de la Historia? Los breves
interludios que separan los relatos, protagonizados por el mismo personaje,
procuran dar unidad al conjunto, empresa del todo innecesaria, aunque añaden
un plus de ambigüedad al conjunto: ¿juega Potts
algún papel relevante en el renacimiento de la civilización o sus visiones no
son más que producto del delirio de un moribundo? Un
libro estimable editado con esmero por una editorial que es ya toda una
referencia en el fantástico. Valoración:
8 |
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"El sol sobre una colina baja", de Keith Roberts Mientras las bombas atómicas caen
sobre los principales centros neurálgicos del país, Stan
Potts, un obeso y fracasado soltero de mediana
edad, huye de la ciudad con destino a una casita de campo junto al mar. Junto
a él, asistimos a la descomposición del mundo civilizado, sin aspavientos
histéricos, de una manera casi tangencial como corresponde a la flema
inglesa. Durante su ajetreado viaje, rememora pequeñas anécdotas vitales que
conforman una existencia anodina y triste, a la vez que intenta reunirse con Martine de la que está secretamente enamorado, y a quien
se unen en una especie de comuna otros personajes que intentan capear lo
mejor posible el desastre (conflicto cuyo origen y desenlace carecen de relevancia). Relato casi costumbrista, de ritmo
cansino y aburrido, con personajes presentados de forma caótica en una
narración no lineal sin apenas diálogo. Roberts
se esfuerza por describir paisaje y paisanaje de la Inglaterra rural, sobre
el que sobrevuela, ominoso, el fantasma del drama atómico. Afortunadamente
para la paciencia del lector, las diferentes personalidades enfrentadas de
los protagonistas provocan un desenlace trágico, algo que será descrito en
detalle en el siguiente capítulo. Valoración:
5 |
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"Fragmentos", de Keith Roberts Cada uno de los personajes anteriores rememora los
hechos acaecidos desde su particular punto de vista: Maggie,
fracasada en el amor, cada vez más consciente de su homosexualidad y el papel
maternal que deberá jugar; Martine, caprichoso
objeto de deseo, incapaz de soportar la presión a la que es sometida;
Richard, el artista de alma sensible y aburrido de la vida. Los pensamientos
de todos ellos surgen como diálogos interiores, confesiones caóticas que
saltan de aquí para allá, dando vueltas y revueltas hasta centrarse o definir
lo que desean. Esta reiterativa falta de concreción intenta asemejar las
contradicciones personales y la dificultad para expresar conceptos e ideas
pero, francamente, aburre hasta la saciedad y no permite avanzar más que en
la definición de unos personajes que no volverán a aparecer. Valoración: 5,5 |
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"Mono y Pru y Sal", de Keith Roberts Relato simbólico, que recuerda por sus ecos
míticos y trágica ironía a la magistral Cántico
por San Leibowitz. La civilización ha caído
largo tiempo atrás y un periodo de oscurantismo se abate sobre el mundo.
Mono, un muchacho semisalvaje que ha vivido siempre en el interior de un
carromato tirado por Pru y Sal (dos mutantes),
aprende a interpretar mapas y leer (¡de forma autodidacta!) los libros que
atesora y, con ellos, a descubrir el mundo. Su afán por conocer el pasado le
impulsará a adentrarse en una ciudad en ruinas, en un desenlace que le
hermana aún más con la inmortal obra de Walter M. Miller.
Historia puente entre las dos anteriores y dos posteriores que, ciertamente,
poco tiene en común con ninguna de ellas. Valoración: 7,5 |
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"La Casa del Dios", de Keith Roberts Tras la etapa oscurantista, pequeños asentamientos
agrícolas enclavados en la Edad del Bronce o Hierro hacen su aparición. Mata,
hija adolescente de un jefe tribal, sueña con ser la Novia del Dios del
Trigo, aquel que trae abundancia y prosperidad a los campos; un día es
“tocada” por él, y a partir de ese momento su vida cambiará para siempre. Su
despertar vital coincidirá con el descubrimiento de un mundo complejo poblado
de Misterios, y comprenderá con dolor los fundamentos en los que se sustenta
el poder. Sin embargo, la historia no termina ahí para Mata, puesto que
deberá sobreponerse a su aflicción y probar su fe construyendo un ídolo capaz
de hacer frente a hordas de guerreros invasores que asolan la campiña. Sin ser precisamente original, el relato está
narrado con una gran delicadeza y belleza formal, desde un punto de vista claramente
femenino. Especialmente delicioso es el pasaje que describe las sensaciones
de la novicia durante la ceremonia de su iniciación: la purificación del
cuerpo, la droga que despierta sus sentidos, la procesión hasta la Casa del
Dios donde morará hasta la siguiente primavera, la constatación de la
terrible Verdad. Igualmente, hace gala de un marcado simbolismo: el culto a
la tierra en forma del Dios del Trigo, los espíritus campestres, las máscaras
de la procesión… aunque el más claro posiblemente sea la conversión de la
novicia en sacerdotisa, que consagra el cambio de poder de manos masculinas a
femeninas, de la fuerza por el orden (incluso la elaborada venganza es
terriblemente femenina). Una historia excelente, justa finalista del premio Nebula. Valoración: 8,5 |
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"El Hermoso", de Keith Roberts Historia que continúa el relato anterior: los
invasores bárbaros se asientan en el valle de colinas de caliza, aunque la
sacerdotisa logra que respeten y acepten las creencias ancestrales. Un día,
un sacerdote del culto encuentra un muchacho de belleza casi femenina y lo
traslada a la Casa del Dios; tratado como la encarnación de éste, vivirá
junto a la Renacida y gozará de sus privilegios durante el largo verano. Pero
nada dura eternamente y la indolencia precipitará el predestinado desenlace
(“quizá hasta los príncipes pueden
abarcar más de lo que pueden poseer”). Relato escrito al rebufo del
anterior pero con menor encanto, que se recrea en la exaltación de la
naturaleza, la pasión y la efímera juventud. Valoración: 7,5 |
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"Rand, Rata y el Danzarín",
de Keith Roberts Un navío parte de Tierra del Mar con rumbo a la
Tierra de los Muertos, las míticas Islas de los Espíritus. En él viajan Rand el Solitario, antiguo monarca, acompañado de un
Danzarín de espíritus o escudero que le protege de todo mal. En el
peregrinaje hacia su particular Eldorado, atravesará territorios y países nuevamente
vírgenes, poblados por adoradores de criaturas fantásticas, eriales
radioactivos y bosques habitados por mutantes, conocerá la historia de la
destrucción del mundo de los Gigantes y llegará hasta las llanuras de los
guerreros de los caballos donde cruzará caminos con la Renacida. Rand es el Ulises de La Odisea. En
su afán por perseguir una quimera (hablar con los dioses y aplacar así sus
atormentados recuerdos), deberá afrontar la incomprensión de sus compañeros
marineros, será presa de la ira del implacable Poseidón, se enfrentará a una
derivación del cíclope Polifemo y sufrirá, en definitiva, mil desventuras
hasta su reencuentro final y feliz. Paradójicamente, éste resulta anticlimático, vulgar y decepcionante, una reversión
moralista del mito (no retorna por sus propios medios, aunque sí con la
sabiduría para volver a gobernar) al que ciertamente no siempre se adscribe
pero que, al menos hasta el momento, había respetado. La narración está dotada de un aire inicial entre
nostálgico y melancólico, de pérdida e inutilidad de toda acción que abate
profundamente al protagonista. Por el contrario, existen pasajes
(especialmente los de condición marinera) magistralmente ambientados y que
pronto adquieren tintes épicos. Los diálogos son profundos, relevantes, con
frases que reflejan el sentir íntimo de los personajes. En los lugares
exóticos por los que transcurre la acción emergen aquí o allá fragmentos de
la antigua civilización, intercalados (restos del firme de carreteras, barcos
que se mueven sin ayuda del viento) o bellamente sugeridos: así, la Tierra de
los Cien Lagos bien podría ser Escocia (que al caminar los protagonistas
siempre hacia el sur parece reforzar la idea -aparecida en un relato
anterior- de que las tierras han cambiado y los antiguos mapas ya no sirven).
Un relato, en suma, para disfrutar casi hasta su final. Valoración: 7,5 |
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"Usk el
bufón", de Keith Roberts Relato
nuevamente enlazado con el anterior: el rey Marck,
descendiente de Rand y guardián del Paso, ama su
biblioteca. Descuidando sus funciones como señor, consagró su vida a la
escritura de historias épicas, como aquellas que narran la derrota de los
guerreros de los caballos a manos de los señores del mar. Su dedicación le
hizo célebre pero, en su senectud, comprendió la futilidad de sus escritos
frente a la vitalidad del mundo, así que decidió casarse con una bella
muchacha a la que colma de caprichos propios de una diosa. Pero las excesivas
atenciones y su juventud la tornarán veleidosa (como en “El hermoso”), y
engendrarán un drama de proporciones shakespeareanas. Ese drama
rememora el triángulo amoroso del mito artúrico: un viejo rey, amado por su
pueblo, una reina joven (Ginebra) y un apuesto maestro de armas (Lancelot); y, en la sombra, un bufón que es cómplice de
los caprichos reales y contra el que conspira secretamente. Tal drama dará
paso a otros, de mayor envergadura aunque de forma inversa a la cronología
artúrica: la guerra y el peligro de enfrentamiento fraticida que sólo una
drástica unificación religiosa podría salvar. Como
detalle significativo, el rey Marck tuvo una visión
en la que se le apareció la Renacida, primero bajo la forma de Martine, luego Mata y, finalmente, Miri
(nótese la repetición de la inicial) con quien se desposó. La Renacida no es
sólo objeto de deseo a través de los siglos, diosa pagana y consagración de
la fertilidad de la naturaleza, sino que adquiere connotaciones de
resurgimiento cíclico de la civilización. Un icono, por tanto, del resurgir
de la humanidad tras el Desastre. Valoración: 7 |
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