|
||
El
imperio de las sombras. Rosa Negra CONTRAPORTADA: Primero llegaron
los Ancestros, servidores de los dioses y cuyo origen se remonta a las
estrellas. Crearon a los elfos, inteligentes y hermosos, habitantes del Bosque
de Elssindor cuando éste abarcaba todo el Viejo Continente, una raza
perfecta. Su inquietud fue el conocimiento, el don que les conduciría a la
ruina. El Eterno Enemigo se mostró para responder a sus preguntas: el origen,
el fin. Y vieron el Recuerdo, el Alma Universal de toda vida, allí donde se
alberga la sabiduría. Pero también se hizo presente el Olvido, el Caos
absoluto envuelto en sombras y fuego, la Nada. Los elfos, en su perfección
espiritual, cayeron. Los Ancestros
llevaron a los enanos a La Gran Muralla donde se rigieron por el honor, el
deber y la razón. Durante dos milenios edificaron su raza y establecieron
acuerdos comerciales con los elfos dando comienzo a una Edad de Oro. Pero el
Eterno Enemigo les mostró que un camino hacia el honor es la venganza. Con
ellos nació la Guerra y los enanos, racionalmente perfectos, cayeron. Los Ancestros
despertaron a los orcos de las llanuras, de las montañas, de los bosques.
Criaturas laboriosas que conocían el arte de la cosecha y de la industria, emocionalmente
equilibrados. El Eterno Enemigo les tentó con los sentimientos extremos, la
pasión, la exaltación. Y con ello los orcos aprendieron la ira, la rabia, el
terror. Se volvieron indómitos y salvajes y muchas tribus se adentraron en
las Tierras Oscuras dejándose esclavizar por el Señor de las Sombras. Los
orcos, perfectos en sus emociones, cayeron. Es la Era de los
Hombres. Hace tres mil años, Ylán reunió a los primeros Antiguos, los condujo
por el Viejo Continente y fundó Maquom Hadtha. Ahora, el Imperio de los
Hombres se está forjando y cuando se haga realidad, la humanidad caerá. |
||
|