La soledad de la máquina / Territorio de pesadumbre
Domingo Santos / Rodolfo Martínez
Editorial Robel - El Doble, nº 2
Antología inédita. Abril 2004
284 pags. Precio: 11 €

 

Al igual que ocurre con las antologías, valorar en conjunto un libro que contiene dos novelas cortas puede no hacer justicia a alguna de ellas. ¿Debe sumarse cada valoración individual y dividir por el número de componentes? ¿Cómo destacar entonces una obra meritoria por encima de la media? Afortunadamente, en el caso que nos ocupa el nivel de ambas novelas es similar, dos relatos muy diferentes de dos narradores de estilo sobrio y clara ambición por contar historias.

 

Si la idea de juntar dos novelas cortas en un único libro es novedosa, hacer de ella la base de una nueva colección es un hecho insólito en el campo de la ciencia ficción española. Cierto, existe otra colección similar que coincide en tiempo (y denominación) a cargo de otra editorial: Pulp Ediciones, de infausto recuerdo para el aficionado; sin embargo, estamos ante una edición muy cuidada, de formato idéntico al de su hermana la revista Asimov (ambas adaptando el comodísimo formato de libro de viajes; en el pasado lo más parecido fueron las antologías de Nueva Dimensión Extra), precio asequible y futuro prometedor. Sólo se echa en falta una mayor periodicidad y, sobre todo, distribución que facilite su alcance por el público objetivo.

 

Si el primer número de El Doble puede calificarse como bueno, éste segundo no hace sino confirmar la solidez de la propuesta. Y para las siguientes entregas se anuncian combinaciones aún más atractivas.

 

 Valoración: 7

 "La soledad de la máquina", de Domingo Santos

 Domingo Santos está considerado como el padre fundador de la moderna ciencia ficción en España: escritor, responsable de colecciones, director de revistas como la mítica Nueva Dimensión... No es de extrañar, por tanto, que sea uno de los autores más clásicos y deudores de una ciencia ficción asentada en la Edad de Oro de los que permanecen en activo. Un clásico, pero con nuevos proyectos e ideas en marcha (léase la reciente reedición de “La piel del camaleón”, en Asimov), para deleite de sus muchos incondicionales.

 

Como reconoce, en esta novela corta aborda uno de sus temas más queridos: la relación entre hombre y máquina, y por extensión con Dios. El protagonista de la historia es una máquina auto-consciente que controla una nave enviada a las estrellas con una carga de 2.000 humanos en animación suspendida. Tomando uno de los principales problemas del ser humano: la soledad, Santos aborda con talento su aplicación a una inteligencia artificial responsable del proyecto de colonización extra-planetario. La rutina en una nave sistematizada para no fallar nunca y la inexistencia de pasaje humano del que ocuparse obligan a la IA a largas desconexiones entre periodos de activación para resolución de pequeñas anomalías; pero la enorme duración del viaje también acarrea aburrimiento para una mente mecánica y, con él, peligrosos efectos secundarios no previstos en la programación original. De ahí que cuando se produce un accidente de envergadura, la máquina tome una decisión de consecuencias irreversibles para el pasaje humano.

 

La novela juega constantemente con la idea de que la máquina es sirviente pero a la vez dios para los humanos de los que depende, comparando y equiparando de forma cada vez más sutil inteligencia mecánica y humana. ¿Posee emociones una inteligencia mecánica dotada de auto-consciencia? ¿Puede sentir soledad, tomar conciencia de ser el único ente inteligente activo? La elección de la humana para romper el aislamiento de la máquina no es casual: su formación como psicóloga infantil le capacita como la mejor opción para resolver el problema de adaptación al medio y reafirmación de su personalidad, aunque trate de ocultarlo bajo una fachada de expiación de culpa.

 

 Santos demuestra una vez más que no es un estilista, pero sí un narrador solvente. Apoyándose en clichés de género: inteligencia artificial auto-consciente, nave arca, colonización estelar, etc. sigue fiel al espíritu de la Edad de Oro, pero desde una perspectiva mucho más madura y actual. Estructura su novela en escenas bien planificadas, con ritmo pese a la escasez de personajes, dominando las elipsis, eligiendo un vocabulario más elevado y planteando un dilema inteligente con una solución sorprendentemente lógica; para la aproximación psicológica a la mente mecánica elige con acierto la primera persona, dotada de un tono frío, descriptivo y racional, pero a la vez despertando ecos extrañamente poéticos. Sin duda, uno de los mejores trabajos de Santos, posiblemente el mejor desde la conmovedora “Mi esposa, mi hija”.

 

La soledad de la máquina” forma parte de un proyecto de novela formado por cuatro relatos largos independientes pero unidos entre sí: “Autodidacta”; “La soledad de la máquina”; “El silencio”, publicado en la revista Asimov en su edición por Mega Multimedia; y “Los dioses perdidos”.

 Valoración: 8

 "Territorio de pesadumbre", de Rodolfo Martínez

Tras una edición minoritaria y no venal a cargo de la Semana Negra de Gijón, Robel reedita con acierto una de las obras más desconocidas de Rodolfo Martínez, ganadora de la Beca Pepsi del año 1998. Rudy, uno de los valores más sólidos de la actual ciencia ficción española, inicia así su esperada recuperación como novelista tras varios años con apenas un puñado de cuentos y algunos artículos a sus espaldas. Tras ésta tiene anunciadas Sherlock Holmes y la sabiduría de los muertos (reedición de la obra ganadora del Premio Asturias de novela) en Bibliópolis Fantástica y El Sueño del rey rojo en Gigamesh.

 

En una Tierra devastada por el efecto invernadero y la desaparición de la capa de ozono, sólo seis enclaves o Castillos pseudo-medievales (a lo Vance) subsisten a la destrucción, manteniendo en delicados invernaderos los últimos restos de la naturaleza con la esperanza de repoblar algún día la Tierra. En este mundo crepuscular, dominado por intrigas palaciegas, hacen su aparición los Exteriores, enigmáticos alienígenas que posiblemente sólo buscan el aniquilamiento de la humanidad.

 

Esta Tierra de Rodolfo Martínez no es el Dune de Frank Herbert, pero se le parece mucho. Además del coincidente paisaje desértico, tenemos las Casas nobiliares que conspiran por el poder, Jorel cabeza de la Casa Argicida puede ser perfectamente el duque Leto Atreides, su hermano Kal Veidt Zane el orondo Barón Vladimir Harkonnen, su hijo Kal de 16 años el mesiánico Paul Muad’Dib, el Consejero Shamael (cuya fidelidad resulta a todas luces demasiado espuria) es Duncan Idaho, el censor imperial Lavin es el Dr. Yueh, la manipuladora prima Kara podría ser la rebelde Jessica, aparece una escena de pelea a cuchillo entre Kal y el hijo de Zane, en el pasado hubo una Yihad Butleriana o Guerra Santa, los invernaderos podrían ocupar el lugar de la especia, los clones (que carecen de personalidad y derechos) sirven a diversos propósitos y hasta aparece el Gom Jabbar en forma de simulador bélico. Incluso las frases que acompañan las enseñanzas de Kal recuerdan las notas de la princesa Irulan… Pero, sobre todo, el tono de la primera parte de esta novela es claramente herbertiano, aunque esté lejos de brillar a su altura (especialmente en el desenlace, trufado de convencionalismos).

 

En cambio, la segunda parte es más propia del asturiano, apreciándose algunas de sus constantes más o menos habituales: los personajes femeninos, manipuladores e inteligentes, adquieren mayor peso; se reflejan sentimientos de seres sobrehumanos o divinos en su soledad omnipotente; finales excesivamente pirotécnicos, deudores quizá de su amor por el cómic. Incluye también conceptos novedosos, como la implantación de recuerdos mediante inyección de ARN o alienígenas multiformes, pero, sobre todo, un gusto por contar historias que lo convierten en irresistiblemente atractivo para el lector y hace que viejas historias suenen como refrescantemente novedosas bajo su pluma. Una novela mucho más elaborada que “Este relámpago, esta locura” con la que compitió y perdió el Ignotus a mejor novela corta del año.

 Valoración: 6,5

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