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La
soledad de la máquina / Territorio de pesadumbre Al igual que ocurre con las antologías, valorar en
conjunto un libro que contiene dos novelas cortas puede no hacer justicia a
alguna de ellas. ¿Debe sumarse cada valoración individual y dividir por el
número de componentes? ¿Cómo destacar entonces una obra meritoria por encima
de la media? Afortunadamente, en el caso que nos ocupa el nivel de ambas
novelas es similar, dos relatos muy diferentes de dos narradores de estilo
sobrio y clara ambición por contar historias. Si la idea de juntar dos novelas cortas en un único libro
es novedosa, hacer de ella la base de una nueva colección es un hecho
insólito en el campo de la ciencia ficción española. Cierto, existe otra
colección similar que coincide en tiempo (y denominación) a cargo de otra
editorial: Pulp Ediciones, de infausto recuerdo
para el aficionado; sin embargo, estamos ante una edición muy cuidada, de
formato idéntico al de su hermana la revista Asimov (ambas adaptando el
comodísimo formato de libro de viajes; en el pasado lo más parecido fueron
las antologías de Nueva Dimensión Extra),
precio asequible y futuro prometedor. Sólo se echa en falta una mayor
periodicidad y, sobre todo, distribución que facilite su alcance por el
público objetivo. Si el primer número de El Doble puede calificarse como
bueno, éste segundo no hace sino confirmar la solidez de la propuesta. Y para
las siguientes entregas se anuncian combinaciones aún más atractivas. Valoración: 7 |
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"La soledad de la máquina",
de Domingo Santos Domingo Santos está considerado como
el padre fundador de la moderna ciencia ficción en España: escritor,
responsable de colecciones, director de revistas como la mítica Nueva Dimensión... No es de extrañar,
por tanto, que sea uno de los autores más clásicos y deudores de una ciencia
ficción asentada en la Edad de Oro de los que permanecen en activo. Un
clásico, pero con nuevos proyectos e ideas en marcha (léase la reciente
reedición de “La piel del camaleón”,
en Asimov),
para deleite de sus muchos incondicionales. Como reconoce, en esta novela corta aborda uno de sus
temas más queridos: la relación entre hombre y máquina, y por extensión con
Dios. El protagonista de la historia es una máquina auto-consciente que
controla una nave enviada a las estrellas con una carga de 2.000 humanos en
animación suspendida. Tomando uno de los principales problemas del ser
humano: la soledad, Santos aborda
con talento su aplicación a una inteligencia artificial responsable del
proyecto de colonización extra-planetario. La rutina en una nave
sistematizada para no fallar nunca y la inexistencia de pasaje humano del que
ocuparse obligan a la IA a largas desconexiones
entre periodos de activación para resolución de pequeñas anomalías; pero la
enorme duración del viaje también acarrea aburrimiento para una mente mecánica
y, con él, peligrosos efectos secundarios no previstos en la programación
original. De ahí que cuando se produce un accidente de envergadura, la
máquina tome una decisión de consecuencias irreversibles para el pasaje
humano. La novela juega constantemente con la idea de que la
máquina es sirviente pero a la vez dios para los humanos de los que depende,
comparando y equiparando de forma cada vez más sutil inteligencia mecánica y
humana. ¿Posee emociones una inteligencia mecánica dotada de auto-consciencia? ¿Puede sentir soledad, tomar conciencia de
ser el único ente inteligente activo? La elección de la humana para romper el
aislamiento de la máquina no es casual: su formación como psicóloga infantil
le capacita como la mejor opción para resolver el problema de adaptación al
medio y reafirmación de su personalidad, aunque trate de ocultarlo bajo una
fachada de expiación de culpa. Santos demuestra una vez más que no
es un estilista, pero sí un narrador solvente. Apoyándose en clichés de
género: inteligencia artificial auto-consciente, nave arca, colonización
estelar, etc. sigue fiel al espíritu de la Edad de Oro, pero desde una
perspectiva mucho más madura y actual. Estructura su novela en escenas bien
planificadas, con ritmo pese a la escasez de personajes, dominando las
elipsis, eligiendo un vocabulario más elevado y planteando un dilema
inteligente con una solución sorprendentemente lógica; para la aproximación
psicológica a la mente mecánica elige con acierto la primera persona, dotada
de un tono frío, descriptivo y racional, pero a la vez despertando ecos
extrañamente poéticos. Sin duda, uno de los mejores trabajos de Santos, posiblemente el mejor desde
la conmovedora “Mi esposa, mi hija”. “La soledad de la
máquina” forma parte de un proyecto de novela formado por cuatro relatos
largos independientes pero unidos entre sí: “Autodidacta”; “La soledad de la máquina”; “El
silencio”, publicado en la revista Asimov en su edición por Mega Multimedia; y “Los dioses
perdidos”. Valoración: 8 |
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"Territorio de pesadumbre",
de Rodolfo Martínez Tras una edición minoritaria y no venal a cargo de la
Semana Negra de Gijón, Robel reedita con acierto
una de las obras más desconocidas de Rodolfo
Martínez, ganadora de la Beca Pepsi del año
1998. Rudy,
uno de los valores más sólidos de la actual ciencia ficción española, inicia
así su esperada recuperación como novelista tras varios años con apenas un
puñado de cuentos y algunos artículos a sus espaldas. Tras ésta tiene
anunciadas Sherlock Holmes y la
sabiduría de los muertos (reedición de la obra ganadora del Premio
Asturias de novela) en Bibliópolis Fantástica y El Sueño del rey rojo en Gigamesh. En una Tierra devastada por el efecto invernadero y la
desaparición de la capa de ozono, sólo seis enclaves o Castillos pseudo-medievales
(a lo Vance)
subsisten a la destrucción, manteniendo en delicados invernaderos los últimos
restos de la naturaleza con la esperanza de repoblar algún día la Tierra. En
este mundo crepuscular, dominado por intrigas palaciegas, hacen su aparición los
Exteriores, enigmáticos alienígenas que posiblemente sólo buscan el
aniquilamiento de la humanidad. Esta Tierra de Rodolfo
Martínez no es el Dune
de Frank Herbert,
pero se le parece mucho. Además del coincidente paisaje desértico, tenemos
las Casas nobiliares que conspiran por el poder, Jorel cabeza de la Casa Argicida
puede ser perfectamente el duque Leto Atreides, su hermano Kal Veidt Zane el orondo Barón Vladimir Harkonnen, su hijo Kal de 16 años el mesiánico Paul
Muad’Dib, el Consejero Shamael
(cuya fidelidad resulta a todas luces demasiado espuria) es Duncan Idaho, el censor
imperial Lavin es el Dr. Yueh,
la manipuladora prima Kara podría ser la rebelde
Jessica, aparece una escena de pelea a cuchillo entre Kal
y el hijo de Zane, en el pasado hubo una Yihad Butleriana o Guerra
Santa, los invernaderos podrían ocupar el lugar de la especia, los clones
(que carecen de personalidad y derechos) sirven a diversos propósitos y hasta
aparece el Gom Jabbar en
forma de simulador bélico. Incluso las frases que acompañan las enseñanzas de
Kal recuerdan las notas de la princesa Irulan… Pero, sobre todo, el tono de la primera parte de
esta novela es claramente herbertiano, aunque esté lejos de brillar a su altura
(especialmente en el desenlace, trufado de convencionalismos). En cambio, la segunda parte es más propia del asturiano,
apreciándose algunas de sus constantes más o menos habituales: los personajes
femeninos, manipuladores e inteligentes, adquieren mayor peso; se reflejan
sentimientos de seres sobrehumanos o divinos en su soledad omnipotente;
finales excesivamente pirotécnicos, deudores quizá de su amor por el cómic.
Incluye también conceptos novedosos, como la implantación de recuerdos
mediante inyección de ARN o alienígenas multiformes, pero, sobre todo, un
gusto por contar historias que lo convierten en irresistiblemente atractivo
para el lector y hace que viejas historias suenen como refrescantemente
novedosas bajo su pluma. Una novela mucho más elaborada que “Este relámpago, esta locura” con la
que compitió y perdió el Ignotus a mejor novela corta del año. Valoración: 6,5 |
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