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Libros publicados en 2005

Crónica de Tierra 2

Crónica de Tierra 2

Comentario:

 

Después de la devastación que asoló la Tierra, la humanidad se vio obligada a buscar un nuevo mundo de acogida: Tierra 2. Tras muchos años de fructífera convivencia, los anhelos de libre albedrío condujeron a los hombres a dirimir sus diferencias con los robots a través de la guerra. Cuando el fin de las pacíficas máquinas parecía inevitable, un capricho del destino permitió redescubrir la ruta de regreso al planeta cuna de la humanidad, y los hombres marcharon felices a su antiguo hogar. 285 años después de esta marcha apenas quedan rastros de su existencia en la avanzada sociedad cibernética. Consciente de que la ausencia de iniciativa humana les avoca irremisiblemente a la decadencia y paulatina extinción, el científico Nathanian elabora el proyecto Génesis, un ambicioso plan que pretende introducir revolucionarios elementos dinamizadores en la sociedad robótica, pero también lacras que se creía imposibles, como la violencia y el crimen.

 

La ficha biográfica de Jordi Sierra i Fabrá dice de él que es un prolífico escritor que ha cultivado todos los géneros, desde la novela policíaca y la ciencia ficción hasta la narrativa infantil y juvenil, la poesía, el humor, la biografía o el ensayo. Desde luego, gusta tratar temas de actualidad desde una óptica popular, siempre buscando el componente lúdico y el afán divulgativo, pues no en vano está considerado como uno de los reyes del juvenil en España. Confiesa que su estilo es “ligero y rápido” y por eso gusta a los jóvenes. Utiliza recursos que a un estilista se le antojarían burdos, pues su prosa suele prescindir de la elegancia en pro de la eficiencia. Maneja un léxico limitado, estructuras sencillas, líneas de argumentación fáciles de seguir y no desaprovecha los estereotipos propios de los géneros.

 

Los robots de Sierra i Fabrá poseen cerebro positrónico y satisfacen en gran parte las tres leyes de la robótica asimoviana; sin embargo, son bastante más “humanos” que los del escritor norteamericano, pues si bien es cierto que no pueden causar daño a un ser humano o mecánico, nada impide que su inacción cause la muerte si está en juego el bien común. Otra coincidencia argumental con el buen doctor es la existencia de un crimen perpetrado en un ambiente aparentemente imposible, cuya resolución corresponde a la pareja compuesta por el citado científico y una jefa de seguridad, que recuerdan títulos como «Las cavernas de acero» ó «Los robots de Aurora». Naturalmente, estos robots carecen de sentimientos, pero curiosamente no de sexo; así, los robots, siendo máquinas, pertenecen al género femenino, mientras que los grandes ordenadores estáticos son masculinos. Por otra parte, aunque evidentemente se clasifican atendiendo a su función (robots, androides, ordenadores centrales), el autor idea una escala propia de diez niveles según su ocupación dentro de la comunidad: robots de mantenimiento, dirigentes, investigadores, exploradores, multifunción, etc.

 

Poco a poco, observamos que la sociedad robótica no es tan homogénea como parecía a simple vista. A pesar de estar sujetos a los dictados de la lógica, entre sus individuos existen sustanciales diferencias de pensamiento, material de construcción (hecho diferencial que se revelará trascendental), status social. Como el protagonista de «Un mundo feliz», Nathanian es un ser diferente -fue construido utilizando neuronas humanas- que habita esta sociedad teóricamente perfecta pero siente una censurable atracción por los seres humanos, tan contradictorios como fascinantes.

 

No obstante, la novela está plagada de una serie de incongruencias y absurdos que no debieran justificarse apelando a su teórica adscripción al género juvenil (1). Por no mencionar erratas y disparates a escala astronómica (2). Desgraciadamente, la sociedad robótica descrita se queda en pálido reflejo de la realidad sociopolítica contemporánea, sobre la que apreciamos un cierto tono moralista-paternal (de nuevo, propio del juvenil) a la hora de describir la igualdad entre hombres y máquinas, las bondades del mestizaje, las consecuencias de la guerra o los defectos y virtudes que constituyen la esencia humana. Una novela (3) que fue finalista del I premio Minotauro de Ciencia Ficción y Literatura Fantástica, muy menor si la comparamos con el resto de candidatas, aunque en su favor debemos reconocer que ofrece todo aquello que promete: pura y sana diversión.

 

(1) Como el atavismo de emplear lenguaje oral entre máquinas o mantener incomprensibles turnos de vida activa y reposo debido a su “herencia humana”, la existencia de robots exploradores que viajan en naves espaciales manejadas por un ordenador de abordo: ¿para qué esa duplicidad?, su empeño por encontrar hierro puro como material básico para la regeneración de robots: ¿acaso no son válidos otros materiales plásticos?, o la sonrojante tendencia a emular cualquier actividad o reacción humana, como las “partidas de lógica”, los juicios sumarísimos, el mercado negro de cápsulas de energía, o las más pedestres de levantar una mano para hablar, quedarse mudo ante una revelación inesperada, murmurar para sí o darse un simple masaje energético.

 

(2) Del tipo de mencionar que la galaxia más cercana se encuentra a una distancia de dos años luz, establecer una velocidad de crucero “orbital” para desplazarse entre planetas de un sistema solar o hablar de multiprocesador de energía motriz. Por cierto, el propio concepto de “máquina” debiera resultar ofensivo para un ente mecánico racional, por lo que en puridad debiera hablarse de Máquina Inteligente, Inteligencia Artificial o similar (de hecho, las máquinas también emplean a otras máquinas no inteligentes, a quienes no dotan de derechos).

 

(3) Aunque no se acredita, por referencias esta novela podría encuadrarse dentro de la saga que tiene por protagonista a la propia Tierra, de la cual constituiría su cuarta entrega tras «…En un lugar llamado Tierra», «Regreso a un lugar llamado Tierra» y «Edad: 143 años»

 

Valoración: 6

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