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El
Orden Estelar 21
El Orden Estelar es, junto con La saga de los Aznar del valenciano G. H. White (seudónimo de Pascual Enguídanos Usach), la serie de Space Opera o aventura espacial más famosa de la ciencia ficción española. Con estricta periodicidad mensual, Robel tiene prevista su reedición completa en 28 volúmenes recopilatorios, iniciativa que viene a sumarse a la incipiente moda del revival o recuperación en formato lujo de antiguas ediciones (en este caso bolsilibros) que acompañaron nuestra hoy nostálgica niñez, y en la que la citada editorial ha demostrado tener sobrada experiencia. La diferencia en este caso es que se mantienen los precios populares, aunque se hubiera agradecido una pequeña presentación de la obra para el lector neófito (la misma, incluso, para todos los números).
A estas alturas, nadie se llamará a sorpresa si consideramos estas novelas como alimenticias, representativas de una época dorada cuya única pretensión era divertir, escritas por unos autores que tenían tanto de mercenarios (para llegar a fin de mes debían escribir cuanto más mejor) como de artesanos (no en vano fueron de los pocos profesionales que ha tenido nunca el género). Torres no es ninguna excepción, si acaso demostró cierta preocupación por dotar de coherencia a su prolífica obra, vertebrando un universo en permanente conflicto, tan imaginativo y divertido como intrascendente. Su estilo es, por tanto, adecuado a contexto: sencillo, directo y carente de superfluas complejidades formales.
Según los entendidos, con estas novelas se concluye el citado Orden Estelar, para adentrarse en el denominado periodo de Decadencia. Una etapa reproducida fielmente en el siguiente pasaje: "Habían pasado los gloriosos tiempos de la gran expansión, cuando las unidades exploradoras viajaban por la galaxia buscando Mundos Olvidados, reinos exóticos que surgieron tras la caída del Gran Imperio. Actualmente había más proyectos de los que podían llevar adelante, mucho tiempo detenidos en las fronteras que el Alto Mando había establecido: un reconocimiento tácito de que las fuerzas estelares eran insuficientes para continuar la tarea emprendida". Novelas, pues, de transición, que buscan más si cabe la aventura por la aventura, exprimiendo la fórmula sin aportar novedades relevantes, desarrollando historias que transcurren en mundos periféricos alejados del discurrir principal del devenir humano en la galaxia. Valoración: 5,5 |
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"Una línea en el espacio", de A. Thorkent Tabogarda es un mundo fronterizo que se prepara para la inminente adhesión al Orden Estelar. Un aventurero sinvergüenza, contrabandista y mujeriego (¿Han Solo?), decide ayudar a una muchacha estafada bajo la promesa de una fuerte compensación, una vez se lo pide una paranormal (¿Leia?) que, junto con un peludo zimbaliano siempre malhumorado (¿Chewbacca?), componen la exigua tripulación del navío estelar. Como es de esperar, la estafa involucra a las altas esferas de la política local y pronto sus vidas y los intereses del propio Orden Estelar estarán en peligro.
Personajes estereotipados, humor socarrón, escenas tópicas hasta el hartazgo y mucha acción (sin derramamiento de sangre) perfilan esta aventura juvenil de escasa ambición formal. Continuas referencias sexuales y un tono ligeramente grosero y machista –como corresponde a tan insignes personajes- presiden los diálogos, que extrañamente se desarrollan por derroteros casi teatrales por cuanto la narración se estructura en base a escasas escenas, desarrolladas eso sí con oficio.
La historia es ridículamente tendenciosa, pero también ágil y amena, y encima termina bien. Desde luego, es sincera con el lector y no promete más de lo que puede ofrecer (aunque en una taberna galáctica el protagonista beba vino puede chocar a más de uno). Valoración: 5 |
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"Cadete del espacio", de A. Thorkent Como castigo por su insubordinación, el capitán Holt y el sargento Blackstone son enviados en misión exploratoria al planeta Byca, donde el astuto señor de Wanday ha enviado un mensaje de socorro. Cuando se personan en el atrasado mundo, nada parece tener sentido y la sospecha de que están siendo manipulados comienza a cobrar forma.
La acción se traslada esta vez a los lejanos mundos del Borde, donde el Orden Estelar planea instalar una base logística. La novela es menos tendenciosa que la anterior y su propósito no tan juvenil: los gobernantes humanoides siguen siendo ridículamente satirizados, pero el componente sexual es más acusado y algunas escenas escabrosas han de ser resueltas de manera implícita. Los personajes están algo mejor perfilados (valientes y caballerosos de uniforme, pero carentes de vida propia fuera de servicio), aunque siguen obedeciendo al estereotipo del héroe solitario y el ayudante sinvergüenza con los que fácilmente empatizar. En líneas generales, un argumento menos plano, mejor dosificado y más divertido, que bascula entre la aventura bélica y la comedia de enredo desenfadada, por lo que el resultado es más satisfactorio. Por supuesto, el desenlace continúa siendo igual de convencional.
No obstante, al igual que en el caso anterior, la novela precisa de una ligera revisión formal, que pula observaciones de rancia galantería y elimine frecuentes errores de puntuación o algún que otro fallo argumental (si ninguno de los protagonistas ha oído hablar jamás del planeta, ¿cómo es que recuerdan una anécdota sucedida en una de sus ciudades?). Valoración: 6 |
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