Los sicarios del cielo
Título Original: Los sicarios del cielo
Autor: Rodoldo Martínez
Editorial: Minotauro
Colección: Hades
Tipo de libro: Novela inédita
Fecha de publicación: Mayo 2005
Precio: 19 €
Páginas: 368
Formato: Cartoné, con solapas
ISBN:
Premios: Minotauro 2005
Comentario:
Bajo el título de «Este incómodo ropaje», el asturiano Rodolfo Martínez presentó esta novela a concurso en la II edición del premio Minotauro de Ciencia Ficción y Literatura Fantástica. Ganó, y con ello el autor dio un golpe de timón a su dilatada carrera, tras reiterados puestos como finalista en el otro gran premio autóctono de ámbito internacional: el UPC de novela corta de ciencia ficción. El libro fue rápidamente publicado, con el título modificado por el menos adecuado pero más comercial de «Los sicarios del cielo», que particularmente creo transmite una idea demasiado estereotipada de la religión judeo-cristiana; quizá «Los sicarios de dios» hubiera sido una alternativa mejor. De momento, poco sabemos sobre el resto de finalistas, más allá de los nombres y títulos de sus obras, aunque esperemos que poco a poco vayan siendo editados como lo fueron los de la pasada edición.
Una serie de anómalos atentados tienen por objetivo la figura de Remiel Stevenson, un personaje solitario propietario de un local nocturno y poseedor de un extraño magnetismo. Paula, la policía encargada del caso, sospecha que tras su fachada oculta un oscuro secreto y decide seguir de cerca sus pasos. Su decisión le llevará a tomar partido en una lucha entre dos facciones perpetuamente enfrentadas, en la que Remiel puede tener la clave para inclinar definitivamente la balanza hacia uno de los bandos. Pero, pese a las evidencias, no todo es luz u oscuridad: nada es lo que parece y la propia humanidad es utilizada como moneda de cambio para satisfacer los supuestos designios de una voluntad superior.
Martínez demuestra una vez más sus dotes de narrador nato. Su estilo, siempre al servicio de la narración, perfila personajes a través de sus acciones, planifica al detalle las escenas y, en definitiva, hace avanzar la narración empleando continuos giros argumentales que atrapan al lector en la urdimbre del enigma maquinado. Se complace en la reiteración de sus rasgos de estilo, en el que acaso el más evidente sea la fusión de géneros, ofreciendo una fantasía oscura a lo Neil Gaiman que toma elementos contemporáneos pero asentados en la mitología y tradición popular, que enriquece con detalles de suspense y el realismo sucio urbano propio de la novela policial. Permanece extremadamente fiel a sus constantes y obsesiones personales (1), manteniendo su característico lenguaje accesible para cualquier lector aunque el manejo del idioma sea en esta ocasión mucho más rico (2). En conjunto conforma un texto sumamente visual, casi un guión cinematográfico, cuyo ritmo no decae en ningún momento por lo que el libro se lee en un suspiro.
Lo que quizás diferencie esta novela de sus trabajos anteriores es la introducción progresiva y no manifiesta de elementos fantásticos en la realidad cotidiana. “Hay que hacer que la aparición del elemento fantástico sea lo más paulatina posible. No se trata de engañar al lector, pero sí de engancharle antes de hacer explícito lo sobrenatural”, aseveró el autor en una reciente entrevista, al referirse al modo de presentar una obra fantástica a un público amplio.
De hecho, es curioso cómo el autor juega con las ideas preconcebidas del lector, no sólo en lo referente al enigma planteado. Desde la primera página asistimos a diversos golpes de efecto: la identidad del primer narrador, el parentesco del ayudante del padre Andolini, el enredo de nombres de los diferentes personajes... Martínez dosifica la información. Una y otra vez deja al lector caer deliberadamente en el error, para alterar sus expectativas en un juego de prestidigitación cuyo objetivo es enmascarar el truco final. Tal vez el éxito de la novela resida precisamente en eso, utilizar recursos del Best Seller sin caer específicamente en el estereotipo: ahí tenemos un enfrentamiento milenario, una conspiración global que involucra a los servicios secretos de las principales órdenes religiosas, una investigación policial que se enfrenta a elementos sobrenaturales, un personaje que puede romper el statu quo...
No obstante y por encima de todo, no deja de ser una novela de personajes sometidos al más poderoso y cruel de los sentimientos: el amor. Más que nunca en el fantástico patrio, las relaciones aparecen descarnadas, las emociones a flor de piel: Paula protagoniza un idilio más intenso de lo que inicialmente cabría esperar, su compañero policía incurre en la locura empujado por el despecho, Luisa se erige en protectora de una niña con la facultad de ser un oráculo, Remiel y sus perseguidores anteponen su amor por la humanidad a la gloria de la eternidad; incluso los desequilibrados agentes secretos ofrecen su vida a cambio del cumplimiento de su (fanático) deber. Una galería de personajes complejos, atormentados (3), en donde el lector sentirá la tentación de identificarse de alguna manera con la figura de Paula, como necesario ancla racional de un mundo cuyas reglas internas se han puesto repentinamente en entredicho.
La carnalidad, ese “incómodo ropaje” que permite que seres sobrenaturales adquieran anhelos humanos, y el conflicto permanente entre realidad y recuerdo, sueño y existencia anterior, son los dos ejes vertebradores sobre los que en última instancia se sustenta la novela. Ideas que no sorprenderán a los más habituales del autor, pues ya fueron planteadas en cierta forma en la novela corta “Territorio de pesadumbre” (4). Por cierto, el paisaje urbano sobre el que transcurre la acción pertenece a un Gijón innombrado pero reconocible, que ya fue utilizado en relatos como “En territorio ajeno” (5), una curiosa mirada licantrópica ambientada nada menos que en su famosa Semana Negra.
El tiempo dirá si nos encontramos ante la mejor obra de Rodolfo Martínez. Desde luego, sí es la más adulta, comercial y de mejor acabado formal. Argumentos valiosos que, imagino, sirvieron para que el jurado del premio internacional Minotauro le otorgara el máximo galardón. Un volumen impecable también en cuanto a su formato (6), que todo aficionado a la buena literatura fantástica haría bien en no perderse.
(1) Como la denuncia de la cerrazón del dogma religioso, el reflejo de conflictos existenciales por parte de seres sobrehumanos en su soledad omnipotente, la presencia de diversos personajes femeninos de fuerte carácter y oculta debilidad, escenas de violencia extrema y sexo explícito, la idea de que el infierno parte de una convicción personal, o su gusto por contar viejas historias vistas desde ángulos diferentes, entre otros.
(2) Emplea, además, profusamente el diálogo, detalles de cultura japonesa y judía, metáforas coloristas (como comparar a los amantes con una bestia multiforme), aforismos propios (“somos lo que somos”, “cambiamos para parecernos más a nosotros mismos”) o de algunos de sus escritores predilectos: Borges, Yeats, Lewis Carroll, clásicos del cine de aventura y género negro, etc.
(3) Una curiosa coincidencia es que todos los personajes fuman como descosidos.
(4) Robel. El Doble, volumen 1
(5) Artifex Segunda Época volumen 1
(6) La imagen de portada, con el Vaticano de fondo en un momento de la historia en que se estaba eligiendo nuevo Papa, se nos antoja una coincidencia oportunista pero atinada.
Valoración: 8