Información de contraportada:
Nat Schachner (abogado de renombre que dejó el bufete para escribir de manera profesional) es un autor apenas conocido en España (de él sólo se ha publicado un cuento de ciencia ficción y un par de relatos de terror), pero su obra marcó un antes y un después cuando vio la luz en los años treinta. Contrariamente a lo que se suele decir de que la ciencia ficción primitiva (la de la primera edad de oro, pongamos por caso) no mostraba el más mínimo interés por los temas sociales, la obra de Schachner contradice semejante aseveración. Sus cuentos son clásicos inconfundibles y plasman con veracidad el mundo de su época haciendo extrapolaciones verosímiles con su presente (y, para algunos, ésa es la verdadera ciencia ficción). Su obra es comparable a la de Don A. Stuart (el pseudónimo que empleó John W. Campbell para sus mejores obras), pues basa casi todos sus relatos en lo que, para su tiempo, eran verdaderos avances científicos: la entropía, la física cuántica, la energía atómica, la revolución electrónica, adelantando muchas veces lo que pronto serían hechos ciertos. Su ciencia ficción es optimista, visceral, con visión de futuro. Sus cuentos tocan todos los temas posibles: los viajes por el tiempo, las paradojas, el final del universo, las rebeliones y los tiranos que las provocan, los inventos descabellados y las invasiones alienígenas, la hermandad universal... Algunos de sus cuentos (como «Voces ancestrales», presente en este volumen) fueron la comidilla de su tiempo por su punto de vista sobre un tema tan delicado como el nazismo, en aquella época en pleno ascenso y caricaturizado con maestría. El genial relato «Frío» (que pueden leer también aquí) es un canto a la amistad, a la solidaridad y al triunfo del sentido común por encima de los peligros del nacionalismo a ultranza, cosas que, hoy por hoy, hemos olvidado.