Información de contraportada:
Seguimos con la publicación de un Howard incompleto pero suficiente. Hoy nos toca repasar a algunos héroes que se mueven por ambientes orientales. Kirby O’Donnell es un aventurero americano disfrazado de kurdo moviéndose por un Afganistán en guerra y jugando a los espías y a las conspiraciones internacionales en un ambiente conocido para los buenos lectores de Howard. Las dos primeras aventuras son un todo y se continúan y la tercera puede que resulte conocida para nuestros lectores en una versión posterior de De Camp, que la transformó en una de Conan: "El dios manchado de sangre". Las tres narraciones que siguen no son de O’Donnell, aunque en "La venganza del Oso Negro" el héroe se llame de igual modo, al menos en su apellido. Tanto ésta historia como la que la precede, "Los adoradores del diablo", son cuentos orientales. Si en la segunda el héroe se enfrenta a una secta de asesinos, los yezidis, que busca al ladrón de su ídolo a través del mundo entero, cuando éste lo que quiere, a la postre, es hacerse con el tesoro del dios, la segunda es una de esas rarezas maravillosas que nos encontramos de vez en cuando: con todo un fondo de peligro amarillo, de «gran juego» a lo Kipling y de enigmas sin resolver, nos las vemos con un Lama Negro que dice ser adorador y sacerdote de Cthulhu y Yog-Sothoth. La historia que cierra el volumen, "Las puertas del imperio", fue escrita para la revista «The Magic Carpet» aunque acabó por aparecer en «Golden Fleece» tras la muerte de Howard. Una historia extraña, tanto que en la obra de Howard no hay nada parecido: es un cuento de humor; su personaje principal, Giles Hobson, borracho, mentiroso y bromista, es llevado por el destino de un lado para otro y desempeña un papel importante en los acontecimientos que ocurrieron durante la Segunda Cruzada.