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Libros publicados en 2008

El pescador de demonios

Steve Redwood, escritor británico que no desentonaría en las filas de los Monty Python, es dueño de un humor absurdo y socarrón que destaca por la agudeza en el detalle y la inteligencia e irreverencia de sus planteamientos. Fortaleza que se convierte en debilidad cuando en su loable búsqueda de la hilaridad con frecuencia importan más los chistes que el propio argumento, demasiado errático e imprevisible. Redwood no concede ni un segundo de respiro al lector; desarrolla una trama tan divertida como desbocada, empleando para ello una amplísima galería de personajes desquiciados.

El pescador de demonios

El Cielo no es el remanso de idílica armonía al que nos tiene acostumbrado el imaginario popular. De hecho, desde que Dios delegara los asuntos celestiales en el Alto Consejo de arcángeles dominado por una virgen incorrupta y un bebé inmaculado, el Edén se ha convertido en un auténtico caos. Pero el Infierno, antaño respetable espacio de fornicación y ahora dominado por la disidencia, no se encuentra en una situación mucho mejor. ¿Cómo se ha podido llegar hasta este extremo? Para aclararlo, debemos remontarnos al Principio de los Tiempos…

 

Después de que Dios creara el Cielo y la Tierra, los mares y el sol, los animales y las plantas, creó al Hombre. Adán resultó ser una criatura egoísta, conflictiva e ingrata, un auténtico plasta insoportable. Para evitar los reproches diarios de un ser tan imperfecto al que sólo parece importar la satisfacción onanista que le proporciona su “colgante”, Dios concedió mitigar su soledad otorgándole un compañero: Eva. Un ser tan puro al que todas las criaturas adoran, excepto el rencoroso Adán. Cuando Satán, maltrecho por su accidentado viaje hasta el Edén, conoce a la bella e ingenua Eva, no puede evitar sentirse perdidamente enamorado de ella; en apenas un instante, idea y pone en práctica un plan para engañar a Dios, ganarse las almas de los pecadores y llevarse a la chica: no en vano sigue siendo el Rey de las Mentiras. Dios, herido en Su autoestima, decide retirarse a reflexionar sobre las consecuencias de Sus actos.

 

Pasan las eternidades. San Pedro, guardián de las Puertas del Cielo, ha sido descubierto por sus enemigos del Partido Radical amañando el resultado del Juicio Final con la indolente connivencia de varios jueces. No le queda más remedio que huir precipitadamente al Infierno, con la secreta intención de engañar al mismísimo Príncipe de las Tinieblas y evitar el anunciado Apocalipsis. ¿Logrará alguien revertir la actual situación de anarquía total? Nunca la Biblia fue contada de forma tan irreverentemente divertida.

 

Steve Redwood, escritor británico que no desentonaría en las filas de los Monty Python, es dueño de un humor absurdo y socarrón que destaca por la agudeza en el detalle y la inteligencia e irreverencia de sus planteamientos. Fortaleza que se convierte en debilidad cuando en su loable búsqueda de la hilaridad con frecuencia importan más los chistes que el propio argumento, demasiado errático e imprevisible. Redwood no concede ni un segundo de respiro al lector; desarrolla una trama tan divertida como desbocada, empleando para ello una amplísima galería de personajes desquiciados: un Dios descuidado incapaz de controlar su Creación, un Lucifer amargado y ridículamente engreído pero poseedor de un gran encanto, un Adán impertinente hasta la histeria, un san Jorge fanático y majareta, una Virgen decrépita, un Inmaculado Bebé, ángeles divididos en facciones enfrentadas, santos desastrados, una serpiente filósofa, Bugrot, Belial, Mefistófeles, Belcebú, Moloch, Mammón, Caronte, la Bestia del Apocalipsis… todos tienen su pequeño momento estelar en esta gran farsa de proporciones bíblicas.

 

Lucifer se erige en el auténtico protagonista de una trama en la que no siempre está presente aunque ejerza una influencia constante. Satán, personaje tragicómico y mucho menos poderoso de lo que alardea en público, demuestra no ser la criatura vil que dibujan sus enemigos sino, muy al contrario, un compañero generoso y fiel para con los suyos. Por su parte, Dios se encuentra muy lejos de la omnipotencia: es incapaz de solucionar los problemas y creciente corrupción del Cielo, es responsable ante los “nebulosos” –una raza superior de dioses que le imponen restricciones como la de prever el futuro- y, sobre todo, se muestra falible, impulsivo, influenciable e incapaz de pensar a largo plazo. Para remate, los angeles, sometidos a las pasiones humanas, son elitistas, racistas e, incluso, misóginos.

 

La primera parte del libro, El Tratado del Edén, abarca pasajes del Antiguo Testamento convenientemente tamizados por el humor irreverente. La segunda parte, De visita en el Infierno, abandona la astracanada para arrojar una visión más ligera, original y sorpresiva. La tercera, Sangre en el cielo, intenta resolver todos los cabos en los que se ha enmarañado la historia, para culminar en la batalla final que decidirá por siempre el futuro del Más Allá. En estas tres partes los personajes despliegan un endemoniado repertorio de planes, pactos, conspiraciones, envidias, traiciones, engaños y contraengaños que enmascaran secretas intenciones para obtener fines inconfesables o aumentar la cuota de almas y poder. Todo ello aderezado con situaciones absurdas, exabruptos, una divertida defensa de un sexo desmitificador y diálogos jocosos, entre los que destacan descacharrantes episodios como el juicio a Darren, Satán y Belial desconfiando de las intenciones de Pedro, el discurso de Satán acerca de la Gran Rebelión, o la rueda de la vida y la muerte de los sagarrines antropófagos oriundos de Xeol/Infierno, por citar sólo algunos.

 

Una excelente oportunidad para disfrutar de una comedia muy divertida y sin otra pretensión que la de entretener (que no es poco). Aviso para navegantes: el autor posee más novelas inéditas en castellano...

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