Información de contraportada:
Nuestra protagonista es Georgina Kincaid, un súcubo patético...o sea: Súcubo (n.): Demonio seductor, capaz de cambiar de forma, que tienta y proporciona placeres a los mortales del sexo masculino. Patético (adj.): Súcubo con unos zapatos estupendos y ninguna vida social.
Cuando se trata de trabajos infernales, ser un súcubo parece de lo más glamoroso. Una chica súcubo puede ser todo lo que se le antoje, su armario daría envidia a cualquiera y los hombres mortales harían lo que fuese por un simple roce suyo, aunque el precio a pagar... a menudo sea su alma. Pero la vida de Georgina Kincaid, residente en Seattle, dista de ser tan exótica. Su jefe es un demonio de nivel de mando intermedio enganchado a las películas de John Cusack. Sus mejores amigos inmortales no dejan de tomarle el pelo a propósito de aquella vez que asumió la forma de la Diosa de los Demonios, látigo y alas incluidas. Y lo peor: no puede tener una cita decente sin que el chico sufra graves consecuencias...
Al menos cuenta con su trabajo diario en una librería de la localidad: libros gratis, todo el café con chocolate blanco que quiera y fácil acceso al atractivo autor de best-sellers Seth Mortensen, alias Aquel Que Daría Cualquier Cosa por Tocar pero No Puede. Pero soñar con Seth deberá esperar. Algo turbio se trama en la escena demoníaca underground de Seattle. Y para variar, ni sus encantos ni sus frases lapidarias servirán de nada, pues Georgina está a punto de descubrir que hay algunas criaturas ahí fuera que no encajan ni en el cielo ni en el infierno...