Información de contraportada:
Son muchos los libros que han especulado sobre los personajes de la guerra de Troya, tanto antes como después de la misma. Aparte de los clásicos que están en la mente de todos, recordemos la magnífica y divertida novela «La vida privada de Elena de Troya», del novelista John Erskine. La obra de Henry Rider Haggard y Andrew Lang que ahora les ofrecemos especula con lo que le ocurrió a la hermosa Helena y a Odiseo tras la guerra, cuando Ulises volvió a su casa, donde todo lo encontró destruido y a sus seres queridos carbonizados en una pira y convertidos en simples cenizas; allí recibe una visión del Deseo del Mundo, ofrecida por la diosa Afrodita, la bella Helena, que le hará embarcarse rumbo a nuevas aventuras, las últimas de su vida.
Javier Martín Lalanda, en su largo y documentado prólogo a esta obra, señala que: «Como este astuto griego [...]recibió en la «Odisea» un tratamiento que, sin alejarlo de los moldes épicos lo acercaba a los que, siglos después, señalarían el nacimiento de la novela, Haggard decidió escribir su supuesta aventura final, que debía desarrollarse en el antiguo Egipto. Y como tal empresa le obligaba a estudiar los correspondientes textos de la Antigüedad que le permitieran evitar inexactitudes y anacronismos flagrantes. A principios de 1888 solicitó la colaboración de Andrew Lang, al que envió un borrador que éste perdería, por lo que, a finales de abril de aquel mismo año, comenzó a escribir en solitario lo que sería «The World’s Desire». Son interesantes los comentarios de Bleiler sobre esta obra: «Tiene elementos sobrenaturales, entre los que destacan las plagas bíblicas descritas en el Éxodo, algunas visiones y la naturaleza de Helena como símbolo encarnado. La escritura general del libro intenta acomodarse al estilo que empleó Lang en su traducción de «La Odisea»; la interpretación de Helena es como un eco de su poema "Helena de Troya". [...] Roger L. Green, en su libro «Andrew Lang», revela que cada autor escribió partes separadas de la obra, pero que también hubo mucha reescritura posterior, siendo Haggard el autor más implicado en la misma».