Hijo del Río. La Confluencia/1
Título Original: Child of the River (1998)
Autor: Paul McAuley
Editorial: La Factoría de Ideas
Colección: Solaris Ficción, 22
Tipo de libro: Novela inédita
Fecha de publicación: 2002
Precio: 18,25 €
Páginas: 282
Formato: Rústica con solapas
ISBN: 84-8421-588-1
Premios:
Comentario:
«Hijo del río» es el primer libro de Confluencia, la saga galáctica ideada por Paul McAuley, éxito de ventas en Estados Unidos y Gran Bretaña. McAuley se revela como un autor maduro, rico en matices, que sabe dotar de profundidad psicológica a sus personajes sin descuidar la trama, tan ágil y adictiva como formalmente impecable. Con razón está considerado como uno de los mejores autores británicos de ciencia ficción de los últimos años.
El protagonista, Yama (literalmente "hijo del río"), vive una existencia anodina en la Ciudad de los Muertos, sintiéndose diferente como tantos adolescentes y soñando con escapar a la gran ciudad de Ys. Sin embargo, sus orígenes son un auténtico misterio, pues fue encontrado flotando a la deriva en el Gran Río, posee extrañas capacidades y, hasta la fecha, no ha encontrado otro ser de su misma línea de sangre (raza) en un mundo poblado por miles de razas humanas fruto de alteraciones genéticas. El punto de inflexión entre adolescencia y madurez es el elegido para el inicio de la historia, de forma similar a cientos de libros de fantasía que abarrotan los estantes de novedades fantásticas… sin embargo, este libro es mucho más que eso. Veamos por qué.
En el texto planean gran cantidad de referencias a otros libros (principalmente sagas), todos títulos señeros dentro del género de ciencia ficción: la elevación de los pupilos de Brin, la Instrumentalidad de Cordwainer Smith o La Isla del Dr. Moreau de Wells (elevación a la inteligencia de criaturas alteradas genéticamente), Sol Nuevo de Wolfe (acabado formal y apariencia mitológica que oculta un trasfondo tecnológico), Mundo del Río de Farmer (un planeta dividido completamente por un amplio río), Dune de Herbert (predestinación casi mística del protagonista, salvador o némesis del mundo), Pórtico de Pohl (seres tecnológicamente superiores que abandonaron esa parte del mundo conocido), Cántico por San Leibowitz (preservación de restos tecnológicos del pasado para un incierto futuro) y un largo etcétera, por no hablar de mitos tan evidentes como el de Moisés ó Excalibur (espada de poder encontrada en una roca). McAuley, lector empedernido y buen conocedor del género, logra integrarlos y forjar un mundo coherente y original.
Existe además una deliciosa mixtura del mejor sentido de la maravilla, propio de la ciencia ficción, con temas clásicos de la fantasía, como el viaje iniciático: así, el mundo se nos muestra primeramente como fantástico, con constantes referencias a una Era de la Ilustración donde el hombre dominaba al resto de las razas, utilizando un tono evocador, mítico, propio de una época de ignorancia e interregno (así, por ejemplo, las "máquinas" sirven para designar cualquier artefacto de factura tecnológica superior, que aún hoy sirven a un inextricable propósito); pero, a medida que se desgranan detalles, la complejidad aumenta y se revela su auténtico trasfondo tecnológico que, es de esperar, ganará peso según avance la trilogía. Además los restos de una tecnología pretérita superior, creados o enterrados cien mil años atrás, perviven con un presente escasamente tecnológico basado en el vapor.
Por todo ello, no es de extrañar que el autor haya elegido Confluencia como nombre del planeta y título de la serie, todo más que los pasos del protagonista parecen dirigirse al estuario de ese Gran Río, siguiendo los pasos de sus antepasados, o que las líneas de sangre (razas) del mundo compartan herencia genética con algunas de las bestias, plantas y microbios autóctonos o importados.
Mención especial merece el tratamiento de personajes. Complejos y con un pasado a descubrir, se mueven por lógicas diferenciadas pero perfectamente coherentes: Yama se deja llevar por impulsos, es consciente de su juventud y limitaciones y se resigna a abandonar compañeros de viaje en el camino si ello le acerca a su obsesión por conocer sus orígenes (algo inimaginable en libros de fantasía); Dismas (el carismático boticario que a buen seguro reaparecerá en siguientes entregas), conocedor al igual que otros personajes racionalistas de, al menos, retazos del pasado que no duda en emplear en beneficio propio, uno de los pocos que puede abrir las puertas del conocimiento a Yama; sus amigos de la infancia que encarnan ambos mundos: Ananda (aprendiz de sacerdote y fiel a la tradición) y Derev (descendiente de preservadores); sus nuevos compañeros: la guerrera Tamora y el fiel escudero Pandaras... y sobre ellos la sombra de un desconocido personaje que teje los hilos del destino de Yama.
En el lado negativo, asistimos a un punto de determinismo mesiánico por parte del protagonista, y un final abrupto, abierto directamente a la continuación (de hecho, la acción se trunca, por lo que más que una trilogía es un libro dividido en tres partes); por tanto, no se puede asegurar que las siguientes entregas se lean de forma independiente. Igualmente, McAuley emplea un artificio para asegurarse el interés que, al menos en mi caso, produce cierta irritación: incorpora sin explicar ideas, detalles o referencias nuevas, con la consiguiente perplejidad en el lector (que piensa se ha saltado algo, y lee y relee capítulos previos), para luego ser expuestas con todo lujo de detalles varias páginas más adelante; este esquema se repite en numerosas ocasiones, hasta que el atribulado lector decide que es mejor "dejarse llevar" antes que hacerse preguntas imposibles, lo que nos convierte de hecho en lectores pasivos.
Por último, resaltar el notable nivel del texto traducido aunque, paradójicamente, subsiste con párrafos de difícil asimilación, quizá por el excesivo uso de vocablos eruditos en situaciones donde una palabra común resultaría más satisfactoria. Además, afea la presencia de algún que otro error de bulto ("las estrellas puntUaban el cielo"), que no debiera haber pasado desapercibido al ojo entrenado del corrector de estilo. En definitiva, un libro donde descubrir qué se oculta tras capas de mito resulta una experiencia fascinante.
Valoración: Notable
(Reseña publicada en la web «Bibliópolis»)