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Libros publicados en 2010

Hierático

Pese a su brevedad, una novela bastante difícil de catalogar y, por ende, valorar. Ofrece una trama atropellada e irreverente, una parodia desopilante que no deja títere con cabeza, pero en mi opinión la irreverencia, la iconoclasia, la incorrección política y el humor gamberro deben asentarse en bases sólidas a las que luego dinamitar, sino se convierte en un ejercicio de vacuo nihilismo, pura estética y ansias de epatar. La única opción posible es dejarse llevar por lo grotesco sin intentar buscar una explicación racional, ceder en definitiva a la peculiar lógica irracional de este mundo bizarro repleto de elementos desaforados que fusionan lo punk, lo onírico y la hipertextualidad

Hierático

Francisco Javier Pérez es autor de los libros de relatos «Dionisia Pop» (AJEC, 2008) y «Antifuente» (Viaje a Bizancio, 2008). A juicio de algunos críticos, uno de los nuevos valores surgidos dentro del terreno fantástico, cuyo estilo se caracteriza por la hibridación de géneros -propio de la nueva hornada de escritores-, la irreverencia extrema, el humor cáustico y socarrón, el afán por pervertir y retorcer cualquier convención y cierta ambientación que podríamos calificar como “underground”. «Hierático» es su primera y única novela publicada hasta el momento, una obra de poco más de un centenar de páginas que cumple a rajatabla todo lo dicho anteriormente.

 

La novela se ambienta en Barcelona, a principios del siglo XXII. El cambio climático trajo consigo el deshielo de los polos terrestres y la subsiguiente subida del nivel de los océanos inundó la ciudad condal hasta convertirla en un inmenso cenagal repleto de excrementos y vertidos tóxicos. Un anárquico refugio para gurús alternativos, yonquis de la alta tecnología, adivinos steampunk, traficantes de vacunas contra el SIDA, estraperlistas de cirugía estética, ocultistas tecnopaganos, degenerados de la erótica de la simbiosis hombre-máquina, y todo tipo de deshechos humanos. El hogar ideal para Aitor Estebowsky, un decrépito detective homosexual con una tendencia innata a la insubordinación, adicto a las drogas, el alcohol y el sexo; un antiguo agente de campo expulsado con deshonor de la mayor organización de contraespionaje militar del mundo, quien consume sus días en un minúsculo despacho reconvertido en hogar a la espera de clientes que nunca llegan y jugando a un violento simulador virtual on-line.

 

Pero su suerte parece cambiar cuando Aitor recibe la visita de un antiguo superior, el coronel Pascual El Lagarto Larraz, quien le ofrece un trato imposible de rechazar: una fuerte suma de dinero a cambio de emplear sus contactos en el lumpen barcelonés para localizar un artefacto denominado “El Demótico”, una especie de “piedra Rosetta” universal de posible origen extraterrestre que contiene las directrices para traducir cualquier idioma conocido. Tras un errabundo deambular por los peores garitos del lugar, sólo interrumpido por esporádicos episodios de violencia extrema, sexo explícito y trasgresor, libaciones de diferentes drogas y alguna que otra partidita de simulador, nuestro descarriado y sucio protagonista encuentra lo que parece una pista fiable, o lo que su mente alucinada cree distinguir como tal. Pero poco se imagina que en su camino habrá de enfrentarse a ejércitos ninja, villanos de serie B y conspiraciones dentro de conspiraciones dentro de conspiraciones, capaces de volver del revés la cordura de cualquiera.

 

 

Hierático: (adjetivo) “perteneciente o relativo a las cosas sagradas”; también “cierta escritura de los antiguos egipcios”. Pese a su brevedad, una novela bastante difícil de catalogar y, por ende, valorar. Por una parte, ofrece una trama atropellada e irreverente, una parodia desopilante que no deja títere con cabeza, pero en mi opinión la irreverencia, la iconoclasia, la incorrección política y el humor gamberro deben asentarse en bases sólidas a las que luego dinamitar, sino se convierte en un ejercicio de vacuo nihilismo, pura estética y ansias de epatar; ciertamente, el tono parece encaminado hacia la ruptura de clichés pero a la postre no se quebranta regla alguna y todo se queda en el plano del mero artificio. Por otra parte, la ambientación entre surrealista y cyberpunk, mezcla de novela negra, neorrealismo sucio-decadente y realidad alucinada, que podríamos bautizar castizamente como “cutrepunk”, puede impresionar en un primer momento pero pronto se revela como lo que es: simple decorado. Un texto por supuesto imaginativo pero narrativamente plano, puramente argumental y falto de recursos estilísticos; la típica búsqueda de un objeto de valor por parte del perdedor de turno que, al final, se revela contra su destino marcado.

 

La abundancia de diálogo hace más ágil la trama pero no enmascara sus numerosas lagunas, en cuanto a calidad literaria, composición de personajes, pero sobre todo ritmo y búsqueda de un mínimo de sentido al argumento. Entre vocablos grandilocuentes, referencias gratuitas a obras clásicas y mitología, lenguaje grueso poblado de imprecaciones y tacos, y numerosos detalles pornográficos y de influencia nipona, el autor recrea un escenario hiperbólico en el que se mueve un personaje desquiciado que da rienda suelta a su cinismo, fantasías paranoicas, alucinaciones y dislates, como fotogramas desordenados de una película de ciencia ficción post-apocalíptica que muestran el alterado punto de vista del alienado protagonista. Un completo desvarío cuya finalidad última parece ser la pura y simple reivindicación de lo underground y lo absurdo, empleando para ello una ambientación exótica y futurista.

 

En suma, una narración críptica cuya reiteración termina por causar aburrimiento y donde la única opción posible es dejarse llevar por lo grotesco sin intentar buscar una explicación racional, ceder en definitiva a la peculiar lógica irracional de este mundo bizarro repleto de elementos desaforados que fusionan lo punk, lo onírico y la hipertextualidad. Una gamberrada salvaje pero efímera, “generación Nocilla” en estado puro donde no media mensaje ni trascendencia alguna.

 

La edición de AJEC es correcta aunque algo austera y, a mi juicio, aprovecha en exceso el espacio disponible: márgenes, tamaño de letra, interlineado... medidas que buscan ofrecer el PVP más económico posible.

 

 

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