Portal Literatura Fantástica

Libros publicados en 2011

Frío

Nos encontramos ante una historia de supervivencia en un marco de fin del mundo. La acción se sitúa en un aislado convento ubicado en un ignoto lugar de Argentina, en un tiempo indeterminado aunque cercano

 

Una historia intimista y maravillosa, una pequeña joya del minimalismo literario al que si hubiera que buscarle un defecto ése sería su dolorosa brevedad. Habrá quienes la interpreten en clave de texto blasfemo y quienes aprecien en ella toda la pureza de una mente simple consagrada a la vida contemplativa y a dios; en todo caso, una narración sencilla que atrapa poderosamente la atención y nos traslada a un mundo singular, tremendamente realista y crudo, presidido por el omnipresente frío

Frío

«Frío» es el libro segundo de una terna compuesta por «Plop» (primer premio de novela Casa de las Américas en 2002) y «Subte», una visión apocalíptica sobre la destrucción de la cultura elogiada por la crítica como una obra excepcionalmente original y atípica, que en España está siendo editada por «Salto de Pagina».

 

«Frío» quedó finalista del premio Planeta de Argentina en 2004. Una novela (corta) que ofrece una mirada descarnada, radicalmente intimista y de una gran calidad literaria, en donde el fervor religioso y la irreverencia cuentan con fronteras difusas, y cuya trama posee la rara habilidad de conmover y provocar a la vez un enorme disfrute intelectual. Una historia transgresora que, desgraciadamente, ha pasado tan desapercibida como la primera para el gran público, escrita por un narrador que cumple todos los requisitos para ser considerado como un autor “de culto”: el malogrado Rafael Pinedo, quien falleciera en diciembre de 2006. El texto se acompaña de un clarividente prólogo a cargo de la escritora Elvira Navarro, especialista en la escasa pero sobresaliente obra de este escritor bonaerense.

 

Nos encontramos ante una historia de supervivencia en un marco de fin del mundo. La acción se sitúa en un aislado convento ubicado en un ignoto lugar de Argentina, en un tiempo indeterminado aunque cercano. Largas columnas de refugiados huyen del sur empujadas por una climatología cada vez más adversa, una ola de frío de origen desconocido aunque en ella se intuya, de alguna manera, la mano del hombre. La innominada protagonista es una joven novicia que decide quedarse cuando el resto de monjas y alumnas del internado parten hacia regiones más cálidas. Para sobrevivir sin apenas recursos a su alcance, desde el primer día se impone un estricto régimen de trabajo y racionamiento, que convierte su devenir diario a una cuestión de pura subsistencia: vestir múltiples capas de ropa con las que afrontar el intenso frío, deambular por las congeladas estancias reparando o reduciendo a astillas el escaso mobiliario, alimentarse frugalmente de comida en conserva o salazón, limitar el uso de la salamandra para calefacción en su minúscula celda abarrotada de símbolos religiosos, reducir el aseo personal a una pudorosa limpieza semanal y, por encima de todo, orar y martirizar su cuerpo terreno para consagrar el alma a dios.

 

Ante la soledad y el silencio absolutos que impone un mundo estático cubierto por un perenne manto de nieve, las ratas constituyen su único remedo de compañía. Unas criaturas que a punto estuvieron de acabar con su existencia cuando devoraron todas las provisiones y la obligaron a idear una nueva forma de procurarse alimento, pero que en su fuero interno siente que la protegen y cuidan a su especial manera. Poco a poco, comienza a forjarse una grotesca relación de índole religiosa en la que los roedores adoptan el papel de acólitos de un insólito culto a la carne, cuya liturgia se torna más compleja a medida que la novicia protagoniza una progresiva involución y el recuerdo del calor se aleja cada vez más.

 

 

«Frío» aúna la mirada cristiana y, en cierta medida, esperanzadora del Apocalipsis de la humanidad presente en la magistral «Cántico por san Leibowitz» de Walter M. Miller, Jr. con el estilo más crudo y descarnado de Cormac McCarthy en «La carretera»; una parquedad estilística que es todo un prodigio de economía narrativa. En capítulos muy breves, de apenas tres o cuatro páginas de sencilla prosa desadjetivada, el personaje principal y prácticamente único alterna presente con recuerdos y ensoñaciones de familia, retratando un mundo al borde de la pérdida total de la esperanza; un personaje que se nos hace íntimo en sus contradicciones y anhelos aunque apenas lleguemos a conocerlo superficialmente.

 

Pinedo dosifica con pulso de maestro la información que suministra y dota al texto del tono y atmósfera perfecta para retratar esta épica lucha por la supervivencia protagonizada por una muchacha ingenua que acaba de dejar atrás la etapa de niñez para incorporarse a una incipiente y titubeante edad adulta. Una muchacha fuerte y de sólidas convicciones morales aún no puestas a prueba por los avatares de la vida, nacida en el seno de una familia acomodada y clasista, y que no puede evitar añorar el calor humano, la seguridad, felicidad y relativa opulencia de los pasados años.

 

Una lectura atenta nos permite averiguar que fue enviada al internado para evitar a un pretendiente que no la convenía, que su madre murió y su padre se olvidó pronto de ella, que su cuerpo comienza a despertar a una sexualidad que su mente se obstina en reprimir (y que en sueños aparece representada por imágenes cálidas y la visión idealizada del enamorado) y que siente unas cada vez más explícitas e irreprimibles inclinaciones lésbicas (el rudo portero le produce asco, añora la figura de su amiga Maria Angélica, acaricia el cuerpo exánime de la niña que encuentra en la nieve, considera el coito un acto inmoral y animalesco). Los rigores que la soledad y privaciones imponen en su persona, unido a su naturaleza retraída y marcada vocación religiosa, provocan en la novicia una regresión hacia estadios primarios de satisfacción de necesidades básicas (supervivencia, alimentación, sexualidad, compañía) y abrazar para su impía congregación un chamanismo mágico y tribal, elemento ciertamente polémico y que refleja como pocos la deshumanizadora involución cultural.

 

La novela se inicia con una de las muy escasas concesiones al dialogo (sería más propio hablar de monólogo): “El frío duele”, que resume a la perfección la idea de extrema soledad que aflige al personaje; un helor que, junto a las aves modificadas a las que la novicia llama simplemente “gaviotas”, son el único signo visible de que el mundo ha cambiado, quizás para siempre. Y concluye en un desolador último capítulo en el que la muchacha se abandona a las fantasmagorías del sexo nunca hollado y al oficio de una última ceremonia, consciente de que no hay espacio para ella en el nuevo mundo pese al retorno de la esperanza que representa el regreso de la caravana de vehículos a motor.

 

«Frío» es una historia intimista y maravillosa, una pequeña joya del minimalismo literario al que si hubiera que buscarle un defecto ése sería su dolorosa brevedad. Habrá quienes la interpreten en clave de texto blasfemo y quienes aprecien en ella toda la pureza de una mente simple consagrada a la vida contemplativa y a dios; en todo caso, una narración sencilla que atrapa poderosamente la atención y nos traslada a un mundo singular, tremendamente realista y crudo, presidido por el omnipresente frío. La narración incluye abundantes argentinismos (y algunos anglicismos) que, lejos de resultar un inconveniente, aportan un sabor local y enriquecen notablemente el texto. Espero con ansia la publicación de la tercera y última parte de esta tríada: «Subte», anunciada en librerias para el 7 de mayo de este mismo año.

 

 

Volver a Literatura Fantástica

eXTReMe Tracker ¡CSS Válido! Valid HTML 4.01 Transitional Icono de conformidad con el Nivel Doble-A, de las Directrices de Accesibilidad para el Contenido Web 1.0 del W3C-WAI Acceso a la Web de la editorial