Información de contraportada:
La Jaca se despertó. Sus ojos se abrieron de golpe. La cálida brisa nocturna de finales de junio agitaba las raídas cortinas del dormitorio. La cabeza le dolía tanto que era incapaz de sentir otra cosa que no fuera un taladro seco y penetrante. Sus sienes palpitaban, oscilaban hacia dentro y hacia fuera. Estaba pálida, casi verdosa, con una tonalidad de piel más propia de un cadáver que de un ser vivo. Se podía seguir el trazado de cualquiera de las venas de su cuerpo, estaban hinchadas hasta extremos increíbles. Se adherían a su piel transparente como enormes lombrices reptantes. Oscuras grietas surcaban sus manos temblorosas y su rostro. Su escote, cubierto por un desgastado camisón rosa rematado por una arrugada puntilla, era un paisaje lunar.