Valoración en breve:
Luna Nueva no es una obra maestra, pero sí uno de los mejores thrillers que ha dado el género en los últimos tiempos. Una novela extraordinariamente realista, de estilo claro y directo, con personajes magníficamente retratados, increíbles escenas de acción y gran cantidad de sorpresas. Pese a lo anterior, es una obra difícil: su ambientación claustrofóbica, su carácter eminentemente cerebral (difícil encontrar otro libro más rico en ideas) y su formato folletín pueden alejar a algunos lectores de género.
Su continuación Luna: Wolf Moon es uno de los títulos más esperados del año y se erige como una de las grandes apuestas de la CBS para una nueva serie de ficción
Luna. Luna nueva
-Argumento-
La Luna ha sido colonizada recientemente. Es un mundo desolado, artificial, y que puede provocar la muerte de mil maneras diferentes: un inesperado escape al gélido vacío, rayos cósmicos que dañan el ADN, el omnipresente polvo que daña los delicados aparatos que hacen posible la subsistencia, la menor de gravedad que origina innumerables secuelas en la salud, la falta de crédito que impide adquirir bienes de primera necesidad, como agua, aire o alimento… Pero la Luna es también un lugar de promisión, un mundo nuevo que puede ser expoliado de todas sus riquezas por personas sin escrúpulos pero con la suficiente habilidad o suerte para medrar. No es extraño que en la Luna rija un capitalismo feroz y esté gobernada por dinastías familiares que controlan a las grandes corporaciones que explotan sus recursos al más puro estilo de la mafia.
La novela se centra en las luchas de poder entre las dos principales dinastías: los orgullosos Corta, de origen brasileño y especializados en la extracción de helio 3 que es la principal fuente de energía del mundo pos-petróleo, y los soberbios Mackenzie, oriundos de Australia y centrados en la extracción de metales. Unos y otros ansían el poder económico y político, aunque de facto existe un presidente –nombrado por la Lunar Development Corporation (LDC), que es el organismo competente para ceder cualquier derecho de explotación- y un consejo asesor en la sombra que, en esencia, es un movimiento independentista.
Adriana Corta es la matriarca fundadora de Corta Hélio, una anciana de ochenta años que dirige la compañía a través de sus dos hijos mayores: Rafael y Lucas. Una mujer pragmática que inspira un respeto reverencial y que ha sobrevivido a las implacables guerras corporativas y a la peligrosa paz subsiguiente, pero que intuye que el statu quo está a punto de romperse. Y, de hecho, no tarda en producirse un intento de asesinato de su heredero durante una fiesta en la mansión familiar; las sospechas recaen inevitablemente sobre el viejo rival Robert Mackenzie, un despojo humano de 103 años de edad mantenido con vida gracias a una silla de soporte vital, quien gobierna su emporio industrial con mano de hierro.
-Valoración-
Luna Nueva es la primera parte de la trilogía Luna, una obra ambiciosa escrita por el norirlandés Ian McDonald que, hoy por hoy, es uno de los más reputados autores de la ciencia ficción mundial. En la bibliografía de McDonald proliferan las sociedades futuras de países emergentes, como la India descrita en la fascinante El río de los dioses, Brasyl o el Estambul de 2027 en la aún inédita The Dervish House. En ellas fija una mirada alejada del habitual chauvinismo de sus colegas anglosajones para ofrecer un auténtico choque de culturas, un enfrentamiento entre historia y revolución tecnológica que ahora traslada a una Luna dominada por los Cinco Dragones o grandes corporaciones familiares compuestas íntegramente por emigrantes de origen australiano, brasileño, japonés, africano, ruso, etc.
La trama se ubica a finales del siglo XXI y comienza con una sorprendente carrera por la superficie lunar a cargo de un nutrido grupo de jóvenes desnudos y sin ningún tipo de protección frente a los rigores del espacio y la abrasadora temperatura diurna de 120ºC; un rito de madurez que convierte a los herederos de las grandes familias en “correlunas”. Esta primera escena ejemplifica a la perfección lo que podemos encontrar en el resto de la novela: un argumento de ritmo trepidante que recorre un sinfín de escenarios claustrofóbicos, tanto entornos cerrados como asfixiantes espacios abiertos, un gran número de personajes marcados por su origen y caracterizados por complejas relaciones sociales, grandes emociones, sentido de la maravilla, unas gotas de erotismo y mucha, mucha ciencia ficción dura (y de la mejor).
Los primeros capítulos corresponden, claramente, a presentación de personajes y la fascinante descripción del worldbuilding. La novela tarda, por tanto, un tanto en despegar pero cuando lo hace el resultado es magnífico.
Tomemos, por ejemplo, la cruda sociedad lunar: una comunidad esencialmente feudal, con un monarca en la cumbre (el máximo responsable de la LDC, llamado Águila de la Luna) y cinco grandes casas que dispensan servicios y favores, que monopolizan el suministro de elementos esenciales como el aire, el agua, los metales o las comunicaciones. El resto de familias son, en su mayoría, siervos o vasallos que deben lealtad a una u otra corporación, de la misma forma que ocurría en la Europa medieval o el Japón de los shogun. El primogénito es educado para dirigir la empresa y los demás miembros de la dinastía contribuyen en la medida de sus capacidades a favorecer su posición en los círculos de la alta política y las elevadas esferas de poder. En teoría, un advenedizo podría ascender rápido en la escala social si la fortuna le sonríe, pero también perder incluso la vida por un desafortunado revés del destino.
Las ciudades crecen en vertical bajo el regolito lunar, siguiendo un estricto orden social inverso: los pobres habitan las zonas superficiales y los ricos las profundidades, lejos de la radiación solar, el polvo que provoca cuadros de silicosis y los rayos cósmicos que dañan el ADN. En las áreas más altas, donde se apila la maquinaria, se refugian los “Moonbeams” sin dinero que han perdido el empleo debido a alguna periódica microrrecesión, acumulando una creciente deuda de oxígeno hasta que son atrapados por los “zabbaleen” o robots carroñeros que reciclan el material orgánico de aquellos que ya no pueden pagar. Porque en la Luna todo tiene un coste; es una economía pobre en recursos aunque rica en energía, que exporta a la Tierra, y por eso a cada inmigrante se le implanta una lentilla interactiva en la que se le informa del estado de cuentas de los cuatro elementos básicos: aire, agua, carbono y datos.
No obstante, los elementos más terriblemente interesantes y controvertidos de la novela lo constituyen el fascinante mundo del derecho lunar y la enorme diversidad sexual de sus gentes. En la Luna no existe el derecho civil ni el penal, solo el contractual y, por tanto, cualquier cosa puede estar sujeta a negociación –el ideal libertario norteamericano y el del neoliberalismo capitalista europeo llevados al extremo–, lo que supone un claro avance respecto a tiempos de los pioneros, donde no había ley ni justicia.
Las relaciones sociales se basan en muchos casos en prolijos aunque inestables acuerdos comerciales, en donde se suceden las rupturas y las traiciones entre miembros de compañías rivales. Las leyes que rigen la extracción de materias primas son las mismas que las que configuraron el Oeste de los Estados Unidos durante la colonización y la fiebre del oro (es decir, quien marque primero un nuevo territorio puede legalizar su propiedad en menos de 48h, siempre que abone el coste de la licencia), los juicios son puro teatro y no cabe apelación alguna porque ello sería considerado un fallo en la negociación; incluso existe una modalidad de juicio por combate perpetrado por “zashitnik” o luchadores contratados por los abogados litigantes. Los matrimonios se conciertan por motivos pragmáticos, políticos o económicos, rara vez por amor, y no existe una edad mínima legal para casarse o tener relaciones sexuales.
En cuanto al sexo, al cabo de 50 años y tres generaciones de inmigración ininterrumpida, la población total de la Luna asciende a un millón setecientas mil personas, cinco hombres por cada mujer, que ha supuesto la ruptura del modelo tradicional de familia y dado origen a la sociedad más promiscua que haya existido nunca. La orientación mayoritaria es la bisexualidad, con uniones matrimoniales que ligan a más de un cónyuge, pero también hay personas neutras (sin orientación definida), alter (que cultiva la doble identidad), manadas (algo así como comunas lideradas por un macho o hembra alfa), cadenas poliamorosas y monógamas autosexuales (si te parece una postura aburrida, te aconsejo no te pierdas la escena más tórrida del libro).
Como vemos, un enorme despliegue de imaginación, coherencia interna y verosimilitud, que se complementa con la descripción de auténticas maravillas de la ingeniería, la mayor parte de ellas teóricamente factibles con la tecnología actual… aunque su coste sea prohibitivo: ascensores orbitales, trenes de levitación magnética, un sistema de transporte balístico, auto-cosechadoras de helio, enormes pozos agrícolas donde se practica la agricultura hiper-intensiva (que produce plantas que alcanzan tamaños gigantescos, al crecer en baja gravedad y alta radiación solar, libres de plagas y dañinos insectos), ropa que se imprime al momento en impresoras 3D, róvers vintage, atractivas motos de superficie, dinero exclusivamente digital (el efectivo no es de curso legal y solo se emplea en los bajos fondos), asesores virtuales –denominados “familiares”– que acompañan y aconsejan en todo momento al portador y graban todas sus conversaciones, y un largo etcétera.
Luna Nueva no es una obra maestra, pero sí uno de los mejores thrillers que ha dado el género en los últimos tiempos. Una novela extraordinariamente realista, de estilo claro y directo, con personajes magníficamente retratados, increíbles escenas de acción y gran cantidad de sorpresas. Pese a lo anterior, es una obra difícil: su ambientación claustrofóbica, su carácter eminentemente cerebral (difícil encontrar otro libro más rico en ideas) y su formato folletín (me parece adecuada su comparación publicitaria con la serie Dinastía, aunque en absoluto con Canción de Hielo y Fuego) pueden alejar a algunos lectores de género.
Finalista del premio British Science Fiction de 2015 y ganadora del Gaylactic Spectrum, la edición española contó con traducción de José Heisenberg (seudónimo), corrección de Alexander Páez y revisión de galeradas de Antonio Torrubia. Su continuación Luna: Wolf Moon es uno de los títulos más esperados del año y se erige como una de las grandes apuestas de la CBS para una nueva serie de ficción.