Laberinto fantástico
-Texto de contraportada-
¿Por qué un laberinto? Quizás por más de una razón: la diversidad de los relatos, el entrelazamiento temático, los desvíos pronunciados de géneros (que van, desde la ciencia ficción más clásica hasta el pulp y la fantasía plena, pasando por la experimentación), así como las variaciones complementarias de fórmulas argumentales, los nudos literarios inesperados (tanto en su forma como en su contenido) y una multiplicidad de caminos-relatos tan divergentes, que le permite al lector perderse una y otra vez en ideas nuevas y deslumbrantes, en ejemplos de viejos paisajes encarnados de manera novedosa y extraña, o en construcciones clásicas y esperadas pero no por eso menos fascinantes.
Lo cierto es que, bajo el diseño de la estructura completamente entremezclada de esta compilación, no sólo se halla la mano de su arquitecto: José Antonio Cordobés Montes, sino el arte de sus 23 constructores: José Cascales Vázquez, Malena Salazar Maciá, Yoss, Carmen Rosa Signes U., Eugenio Barragán, Israel Alonso, Joan Antoni Fernández, Luis Alonso Cruz, Tony Jim Jr., Ángel Ortega, Alicia Pérez Gil, Dolo Espinosa, Pedro de Andrés, Alejandro Castroguer, Guillermo Echeverría, Richard Montenegro, Reinaldo Manso, Erick J. Mota, Juan González Mesa, José Manuel Da Silva, Luis Silva, Teresa P. Mira de Echeverría y Luis Carbajales. Cada uno enfrascado (y comprometido) en su proyecto narrativo de tal manera, que el resultado no podía ser otro que un dédalo.
Fantástico, entonces, por la superposición de géneros. Laberíntico, por el modo en que ningún cuento parece embonar a priori con el otro, hasta que se descubre el secreto hilo conductor que los relaciona a todos. Un nexo que permite perderse en un nuevo ejemplo de la riqueza de la narrativa en habla hispana (de este y aquel lado de cualquier océano). Perderse para encontrar, para vislumbrar el futuro de todos estos géneros, tanto en sus escritores como en sus lectores y en quienes posibilitan el contacto entre ambos.