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Libros publicados en 2017

El muro de las tormentas

Valoración en breve:

 

Segundo volumen de la trilogía de La Dinastía del Diente de León, una novela aún más ambiciosa (y voluminosa) que la anterior y que por fortuna mantiene su mismo nivel a la espera de la conclusión de tan magna saga.

 

La descripción del mundo ficticio de Dara es increíblemente detallada y realista, sencillamente magnífica. La prosa de Liu elegante y bella, se refuerza el gusto por el relato oral y prosigue exactamente el mismo tono narrativo de la novela anterior. Ciertamente, hasta la llegada de los invasores lyucu hay mucha menos acción, épica y romance pero tras el arribo de los barcos-ciudad retorna la ansiada épica acompañada de sentido de la maravilla y afán de exploración y descubrimiento, escenas trepidantes donde se suceden, sin solución de continuidad, emocionantes batallas aéreas con dragones de combate, sorprendentes usos de la maquinaria bélica, ingeniosas tretas y continuos juegos de astucia y estrategia militar hasta la conclusión final del libro

El muro de las tormentas

-Argumento-


Kuni Garu, ahora emperador Ragin tras derrotar a su otrora amigo el gran guerrero Mata Zyndu, se enfrenta a la tarea de hacer realidad sus ideales de paz, prosperidad y justicia para el pueblo de Dara, aunque las costumbres ancestrales son difíciles de cambiar. Modernizó la administración, introdujo ideas renovadoras como una mayor presencia de mujeres en todos los ámbitos de la sociedad e hizo de la erudición uno de los puntales de la reconstrucción de su reino. Pero fuerzas internas y externas a palacio conspiran para facilitar el ascenso de posiciones reaccionarias, por lo que ha de velar para mantener los diferentes equilibrios de poder en aras de asegurar un orden justo, estable y duradero.

 

La emperatriz Jia pretende reforzar las estructuras de gobierno para que las ambiciones personales de los poderosos no hagan tambalear la integridad de Dara con la amenaza de una nueva guerra civil; fría y calculadora, apoya a su primogénito, el formal y tímido príncipe Timu, como sucesor al trono frente a las aspiraciones de la consorte Risana por su impulsivo hijo Phyro. Si el primero es apoyado por nobles y funcionarios, el segundo lo es por el ejército, aunque Kuni evita pronunciarse de manera oficial y prefiere disfrutar de la compañía de la inteligente y responsable princesa Théra, hermana de Timu.

 

Por su parte, Zomi Kidosu es una joven aspirante al Gran Examen, una agotadora competición de conocimientos aplicados cuyo objetivo es aflorar y poner al servicio del emperador a los mayores talentos de Dara con independencia de su origen noble o plebeyo. Pobre y lisiada, aunque atrevida e imprudente, su enorme fuerza de voluntad y gran agudeza mental le permiten cuestionar las rígidas normas sociales y avanzar en el terreno de una mayor justicia social.

 

Y mientras todo esto ocurre, una nueva amenaza se cierne sobre Dara: una gran flota de buques-ciudad comandada por bárbaros lyucu atraviesa el descomunal Muro de las Tormentas que rodea el archipiélago con intención de invadir las islas.


 

 

 

-Valoración-


El Muro de las Tormentas es el segundo volumen de la trilogía de La Dinastía del Diente de León, una novela aún más ambiciosa (y voluminosa) que el libro anterior y que por fortuna mantiene su mismo nivel a la espera de la conclusión de tan magna saga. La edición de Alianza Editorial en su colección especializada Runas es de auténtico lujo y la traducción de Francisco Muñoz de Bustillo dota al texto del adecuado lenguaje poético para hacer de todo ello una obra memorable.

 

La acción da comienzo en el sexto año tras la coronación del nuevo emperador, aunque en numerosas ocasiones se retrotrae al pasado de varios personajes, en especial Zomi Kidosu quien relata su infancia campesina en la lejana isla de Dasu y su aventurado aprendizaje bajo la tutela del maestro Luan Zya. Aunque acumulen el poder real, Kuni y otros protagonistas de La Gracia de los Reyes pierden peso en favor de otros nuevos, como los hijos del emperador y los invasores de las Tierras de Ukyu y Gondé.

 

En esta segunda parte los personajes femeninos adquieren un gran protagonismo. Si Zomi Kidosu representa la incipiente conciencia social y feminista, la implacable emperatriz Jia maneja como nadie las redes de la política y la diplomacia, mientras que la princesa Théra está llamada a ocupar un papel relevante en el futuro de Dara. No podemos olvidar, por supuesto, a la mariscal Gin Mazoti, la única capaz de liderar con éxito a las fuerzas imperiales, ni a Tanvanaki, hija del invasor y que ocupa un papel casi tan relevante como el de éste. Todas ellas logran grandes éxitos personales aunque, en ocasiones, su audacia sea indistinguible de la arrogancia y, en consecuencia, deban pagar un alto precio por sus errores.

 

La descripción del mundo ficticio de Dara (worldbuilding) en todos sus aspectos, sean éstos geográficos, políticos, sociales, culturales o lingüísticos, es increíblemente detallada y realista, sencillamente magnífica. La prosa de Liu elegante y bella, se refuerza el gusto por el relato oral, el placer de narrar historias repletas de fantasía, imaginación y enseñanzas ancestrales, y prosigue exactamente el mismo tono narrativo de la novela anterior aunque incluya ahora una mayor carga filosófica, sobre todo relativa a los apasionantes debates y diferentes puntos de vista acerca de moral y costumbres de las diversas escuelas de pensamiento que pueblan las islas.

 

Ciertamente, hasta la llegada de los invasores lyucu hay mucha menos acción, épica y romance que en el volumen anterior, la trama centrada en describir las condiciones de vida del pueblo llano en tiempos de paz y la ambientación cortesana de notabilísima influencia china, con sus delicados equilibrios de poder e influencias soterradas; es el arte de la política serena, de mantener unas formas exquisitas e imperturbables ante los vaivenes del destino. Una primera mitad, quizá, demasiado lenta y extensa, aunque puestos a aplicar tijera… muy poco sobra.

 

Afortunadamente, tras el arribo de los barcos-ciudad retorna la ansiada épica acompañada de sentido de la maravilla y afán de exploración y descubrimiento, escenas trepidantes donde se suceden, sin solución de continuidad, emocionantes batallas aéreas con dragones de combate, sorprendentes usos de la maquinaria bélica, ingeniosas tretas y continuos juegos de astucia y estrategia militar hasta la conclusión final del libro. Los Lyucu demuestran ser un enemigo temible dispuesto a conquistar Dara mediante el terror y la masacre, un pueblo nómada de costumbres bárbaras que ofrece el contrapunto ideal a los refinados habitantes del archipiélago.

 

En cuanto a elementos silkpunk, en el texto podemos encontrar diversos modelos de globos aerostáticos, grandes cometas humanas, crúbens mecánicas, un primitivo cinematógrafo, miembros artificiales construidos con varillas flexibles de madera y hasta un sorprendente tipo de explosivo. Armas ingeniosas en su mayoría, aunque, a mi juicio, demasiado extravagantes y complejas en la práctica como para resultar efectivas.

 

Por su parte, los dioses de Dara siguen intentando guiar las azarosas vidas de los mortales según sus caprichosos designios. Tal vez porque su influencia es cada vez menor multiplican sus apariciones terrenales, ofreciendo consejos e inspiración al “campeón” elegido del territorio del que son protectores. Se trata de dioses animistas que tienen su equivalente en la naturaleza, y que gracias a la invasión lyucu son dolorosamente conscientes de que su poder emana de las islas y carece de vigencia fuera de ellas.

 

Podríamos analizar muchos otros aspectos de interés en este libro. Por ejemplo, la búsqueda de cualquier elemento novedoso que ayude en la defensa de Dara frente al invasor sirve de excusa al autor para recorrer de nuevo toda su amplia geografía. Además, Liu parece inspirarse en el mundo real para extraer argumentos de su novela; así, si en el primer volumen narraba la caída de la dinastía china Qin y el ascenso de la Han, ahora introduce al conquistador Pékyu Tenryo en el papel de un Gengis Kan que emplea garinafins en vez de caballos de guerra. Liu, detallista donde los haya, intenta justificar, incluso, cómo estos dragones alados pueden escupir fuego y elabora para ello todo un tratado naturalista.

 

Los idiomas y la escritura adquieren, por motivos diversos, una importancia capital en la trama, mucho más allá de razones puramente antropológicas. Se amplía el conocimiento sobre el pasado de Dara y las Guerras de la Diáspora que fragmentaron el país en diferentes reinos Tiro, luego reunificados por el emperador Mapideré. Y se pone de relieve que muchas de las rebeliones internas descritas en la primera mitad son, en realidad, malentendidos motivados por la gran distancia existente entre territorios y la falta de unas comunicaciones fiables, terreno abonado para las insidias de consejeros recelosos.

 

Como en el volumen anterior, hay espacio para algunos buenos aforismos: “Los sueños de los grandes señores se levantan sobre la sangre y los huesos de los plebeyos”, “Las concesiones son el lubricante que mantiene en marcha la maquinaria del estado”, “El hierro necesita refinarse con el crisol de la experiencia para convertirse en acero” o, sobre todo, “El talento puede llevar túnica o vestido”.

 

Si bien La Gracia de los Reyes era una novela auto-conclusiva, no podemos decir lo mismo de ésta debido al gran número de hilos pendientes de continuación. Quedamos emplazados, pues, a la siguiente novela donde conocer la resolución final del conflicto y esperamos con ansia la adaptación cinematográfica de todo este estupendo material. Sin lugar a dudas, una de las mejores novelas de género fantástico del año.


 

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