Valoración en breve:
Un ensayo ameno y que ofrece información de indudable interés sobre el trabajo de un buen número de mujeres editoras anglosajonas.
Su discurso resulta un tanto irregular y disperso, repleto de digresiones, incisos y saltos, pero se compensa con el hecho de desvelar numerosas trayectorias vitales que merece la pena conocer y algunos detalles poco conocidos para el aficionado español. Pese a los altibajos, un libro francamente recomendable
Editoras de lo extraño
-Valoración-
Dilatando Mentes es una joven y muy dinámica editorial valenciana consagrada a la narrativa contemporánea de terror/horror, con importantes autores extranjeros y nacionales en su catálogo, entre los que destacan Gwendolyne Kiste, Nieves Mories, Brian Evenson, Sarah Read, Philip Fracassi, Michael Cisco, Ted E. Grau, Angela Slatter, Daria Pietrzak, Santiago Eximeno y un largo etcétera. Además, cuenta con una interesante línea de ensayo en la que cada año aparecen un buen puñado de apreciables novedades con la temática oscura generalmente como telón de fondo: Páginas desde el Averno de Víctor Castillo, Mágica belleza de Roger Ferrer, Terror rural y paganismo coordinado por Javier J. Valencia, Infestación. Una historia cultural de las casas encantadas de Érica Couto-Ferreira, Soy lo que me persigue de Ismael Martínez Biurrum y Carlos Pitillas, entre otras, y así hasta llegar a la actual Editoras de lo extraño.
Amparo Montejano y José R. Montejano forman una curiosa pareja de escritores: madre e hijo, ambos coeditores de la revista Círculo de Lovecraft dedicada a la difusión de la obra y el legado del autor de Providence, si bien la primera cuenta en su haber con numerosas colaboraciones en antologías colectivas, revistas y webs, además de la publicación de un libro de relatos propio: Profanación. Antología de cuentos macabros (Luz Negra ediciones, 2021). Juntos han firmado media docena de colaboraciones, entre relatos, artículos y el presente ensayo.
El volumen lleva por subtítulo: «Una historia cultural de editoras de lo fantástico» y cabría añadir la apostilla «estadounidense y británico», pues desgraciadamente no contempla –salvo para el caso excepcional de la china Yang Xiao– más que editoras y autoras de ambos países, sin duda los más significativos en cuanto a literatura de género, pero en absoluto los únicos; en este sentido, se echa de menos un capítulo específico para hablar de editoras españolas e iberoamericanas, y otro para europeas. Además, el número de fotografías e ilustraciones resulta escaso para un ensayo de estas características, aunque las incluidas sean relevantes.
Por otra parte, sorprende que el principal factor aglutinante de este ensayo sea el citado H.P. Lovecraft, autor imprescindible para entender el moderno género de terror/horror pero cuya omnipresencia en este libro, más allá de la necesaria contextualización de su obra, resulta a todas luces excesiva, al menos si se desea ser coherente con el título y propósito manifiesto del ensayo, que no es otro que dar a conocer el trabajo de algunas grandes mujeres editoras a lo largo de más de cien años. Por ese motivo no tiene sentido detallar, durante páginas y más páginas, los pormenores del testamento literario del autor ni las sucesivas peleas entre sus diferentes albaceas que dieron lugar a la creación de la editorial Arkham House, un episodio fascinante pero que no viene al caso.
Como tampoco compete profundizar de forma tan exhaustiva en la primera WorldCon de Nueva York en 1939, la espinosa biografía de Donald A. Wollheim, la gestación de la revista Weird Tales y Asimov’s SF… temas que encajarían mejor en una historia del fandom estadounidense. Entiéndaseme, no estoy diciendo que no sea necesario comentarlos para entender el caldo de cultivo del que surgieron algunas editoras, pero la atención dedicada resulta excesiva y resta espacio para una investigación y análisis más elaborado del trabajo de estas mujeres emprendedoras.
El ensayo comienza estudiando fenómenos editoriales de principios del siglo XX, como las penny dreadfuls, las dime novels y las spicy and saucy magazines, contempla en detalle editores de la talla de Hugo Gernsback –con sus revistas Modern Electrics (1908) y Amazing Stories (1926)– y Frank A. Munsey editor de Argosy (1882), y sigue la estela del género pulp hasta llegar a la mítica Weird Tales.
Tras este largo preámbulo se da paso al auténtico corazón del libro, que repasa la labor de diversas editoras pioneras desde la británica Christine Campbell Thompson (1897-1985), responsable de la serie de antologías de terror Not at Night (1925), y lady Cynthia Asquith (1887-1960) –ayudante personal del creador de Peter Pan, James Barrie–, a la que es considerada primera mujer editora en el campo de la ciencia ficción: Mary Catherine Gnaedinger, responsable de las revistas Famous Fantastic Misteries (1939-1953) y Fantastic Novels (1940-1941).
Posteriormente surgieron editoras de enorme talento que lograron un amplio reconocimiento por su labor: Dorothy McIlwraith como tercera directora de Weird Tales (y Short Stories) entre 1940-1954; Beatrice Mahaffey editora de Other Worlds entre 1950-1952 y coeditora hasta 1955 de Science Stories y Universe Science Fiction; la gran Cele Goldsmith editora de Amazing Stories y Fantastic durante 1958-1965; Virginia Kidd creadora en 1965 de la poderosa agencia literaria que lleva su nombre; Betsy Wollheim que heredó el imperio editorial de su padre: DAW Books; la canadiense Susan Wood; la inteligente Judy-Lynn Benjamin editora de Galaxy SF entre 1969-1971 y luego coeditora de Del Rey Books; la perspicaz Shawna McCarthy editora de Isaac Asimov’s SF Magazine entre 1983-1985 y luego del sello Bantham; Janet Opal Jeppson (luego esposa de Isaac Asimov) editora de diversas antologías de humor cósmico; o Ann VanderMeer que resucitó Weird Tales entre 2010-2011 desde una perspectiva feminista e inclusiva. Pero la lista es mucho más larga y sus logros merecen leerse con detenimiento en este libro.
Cabe añadir, no obstante, que el texto contiene algunas erratas que debieran revisarse de cara a una posible segunda edición, como confundir hasta en cuatro ocasiones al editor de Galaxy SF Robert M. Guinn con (Ursula K.) Le Guin, asegurar que la película La cosa está basada en la novela homónima de Bill Lancaster –en realidad, fue el autor del guion, basado a su vez en la novela corta Who goes there? (1938) de John W. Campbell– o que “Joelle” de Poul Anderson obtuvo el premio Locus de novela en 1978, cuando ni ganó ese premio ni en realidad era una novela, sino una novela corta publicada en Asimov’s; sin olvidar el gracioso desliz de llamar Oliver Cebollas a Oliver Onions. También debería replantearse el, a mi juicio, exagerado papel asignado a Susan Wood en la carrera literaria de Ursula K. Le Guin o el sobredimensionado talento literario de Janet O. Jeppson.
Editoras de lo extraño es un ensayo ameno y que ofrece información de indudable interés sobre el trabajo de un buen número de mujeres editoras anglosajonas. Su discurso resulta un tanto irregular y disperso, repleto de digresiones, incisos y saltos, pero se compensa con el hecho de desvelar numerosas trayectorias vitales que merece la pena conocer y algunos detalles poco conocidos para el aficionado español. Pese a todo, creo que hubiera sido mucho más constructivo aprovechar todo lo expuesto para analizar en profundidad la narrativa de las escritoras de terror y/o ciencia ficción durante todos esos años; un proyecto, quizá, demasiado ambicioso, pero de lo que encontramos algunos ejemplos salpicados aquí o allá en el texto y que suponen un grato extra. En resumen y pese a los altibajos, un libro francamente recomendable.