Valoración en breve:
La trama de este libro transcurre en el año 2722 en el denominado Caribe Pampeano, en donde habita el niño dengue, un mutante de aspecto humanoide; un ser humano inteligente, con capacidad de habla y, sobre todo, sintiente, que despierta nuestros sentimientos más profundos de horror, piedad y humanidad.
Nieva es, sin lugar a dudas, una de las voces más singulares de la literatura fantástica argentina contemporánea. La infancia del mundo está escrita con un ritmo frenético y una prosa delirante –algunos definen su estilo como ciencia ficción gaucho-punk–, repleta de localismos y originales neologismos. Un libro que, pese a una trama cada vez más retorcida y reiterativa, merece la pena leer
La infancia del mundo
-Argumento-
En el año 2197 el casquete polar antártico se derritió por completo y el nivel del mar ascendió hasta niveles insospechados, lo que trajo consigo una catástrofe climática y humanitaria sin precedentes. La Patagonia se hundió bajo las aguas y la Pampa argentina se transformó en el Caribe Pampeano dada su nueva proximidad al mar, un floreciente paraíso capitalista consagrado al turismo que goza de unos “agradables” 40ºC de media anual frente a los abrasadores 90ºC de temperatura terrestre que han convertido en inhabitable a la mayor parte del planeta.
Tiempo después, nace en ese lugar un niño mutante al que llaman niño dengue, de aspecto monstruoso por el que sufre el maltrato de sus compañeros de escuela y el rechazo de su propia madre. Un ser humano patético e inocente, fruto no de un terrible accidente de la naturaleza sino de la voluntad de una multinacional sin escrúpulos que prevé obtener pingües beneficios. Y cuando crece, planea su venganza.
-Valoración-
Anagrama es una de las cada vez más escasas editoriales independientes de tamaño medio dentro del panorama literario español. Fundada en 1969 y con alrededor de cuatro mil libros editados, lleva años publicando títulos de indudable interés para el aficionado a la literatura especulativa, desde distopías como Aniquilación y Sumisión de Michel Houellebecq o El ocupante de Sarah Waters, a fábulas modernas como Klara y el sol o la excepcional Nunca me abandones del premio Nobel Kazuo Ishiguro. En su catálogo también podemos encontrar obras pos-apocalípticas, thrillers políticos, recopilatorios... complejos artefactos narrativos que juegan con los géneros y exploran la relación entre realidad y ficción, tanto en español como en traducción, de autores como Michel Faber, Carmen María Machado, Pol Guasch, Víctor Balcells, etc. y sin olvidar las muy recomendables obras fantásticas Nuestra parte de la noche de Mariana Enríquez, El imperio Yegorov de Manuel Moyano o La vida antes de marzo de Manuel Gutiérrez Aragón, todas ellas ganadoras o finalistas del premio Herralde.
En 2023 Anagrama ha empezado realmente fuerte en el terreno de la narrativa fantástica y de ciencia ficción, con nada menos que cuatro libros en cuatro meses: la parábola de futuro lejano Los empleados de Olga Ravn, la fantástica El último día de la vida anterior de Andrés Barba, la distópica Persianas metálicas bajan de golpe de Marta Sanz y el presente delirio weird del argentino Michel Nieva. En esta ocasión, además de apostar por la brevedad al ser todas ellas novelas cortas, están escritas en su mayoría en español.
Michel Nieva es autor de novelas de títulos tan originales como ¿Sueñan los gauchoides con ñandúes eléctricos? (2013) o Ascenso y apogeo del Imperio Argentino (2018), historias de innegable adscripción especulativa y muy centradas en explorar diferentes situaciones de su país; en 2021 fue elegido por la revista Granta como uno de los mejores narradores jóvenes en español.
La trama de este libro transcurre en el año 2722 en el denominado Caribe Pampeano, en donde habita el citado niño dengue, un mutante de aspecto humanoide dotado de un largo pico, ojos compuestos, palpos, antenas peludas, cuatro finas patas y alas que producen un zumbido constante; un ser humano inteligente, con capacidad de habla y, sobre todo, sintiente, que despierta nuestros sentimientos más profundos de horror, piedad y humanidad.
Lo primero que llama la atención es la normalidad absoluta con la que se desenvuelve la vida de este pequeño ser, concretado en una rutina de escenas cotidianas en las que sufre el acoso de sus compañeros y el desprecio de su propia madre, que lo considera una carga, pero sin cosechar el menor interés por parte de la comunidad científica o los estados; un recurso con el que el autor nos traslada la idea de que en ese mundo futuro, altamente degradado tanto a nivel medioambiental como humano, la monstruosidad es un hecho habitual con el que se convive a diario y el maltrato y humillaciones que recibe el protagonista no son tanto debidas a la repugnancia que provoca su físico como a ser, simplemente, diferente de los demás.
Este extraño preámbulo weird, híbrido de una ciencia ficción climática y de una especie de retorcido cuento de hadas (¡Pinocho!), podía hacernos pensar en un desarrollo triste e intimista, pero nada más lejos de las intenciones del autor, quien da un giro completo de timón para orientar su narración hacia la denuncia de la injusticia social, el poder incontrolado e incontrolable de las multinacionales, el egoísmo de las clases dominantes y, sobre todo, la justa venganza de los desheredados. Un desenlace explosivo, caótico, sangriento, sin sentido ni esperanza, al que se llega tras un sinfín de escenas escabrosas e imágenes grotescas plenas de un horror ciertamente asqueroso.
Al margen de la peripecia personal del personaje, conviene destacar un caudal de ideas altamente especulativas que acumula este breve pero intenso relato. Por ejemplo, uno de los sorprendentes efectos del deshielo es la aparición de unas poderosas «piedras telepáticas» que sirven de sustrato a unas inteligencias primordiales que habitaron la Tierra hace eones y que son objeto de contrabando; puro Lovecraft degenerado. Además, en esa sociedad futura existen profesionales, llamados agentes de virofinanzas, que identifican virus desconocidos –procedentes de animales salvajes e insectos que perdieron su hábitat– y tasan su potencial financiero; es decir, calculan la probabilidad de ocurrencia de nuevas pandemias y ofrecen, en diferentes instrumentos financieros, las acciones de las empresas fármaco-sanitarias que se verían favorecidas; una idea absolutamente revolucionaria en su perversidad.
Por otra parte, entre los hijos de las élites está de moda una carísima consola de realidad virtual llamada Pampatronics, que refleja uno de los mayores peligros al que están sometidos los jóvenes de nuestro tiempo: el de vivir una existencia apática y egoísta desconectado de la realidad. Se podría comentar, también, la capacidad de algunas multinacionales de geoingeniería para transformar la geografía planetaria a su antojo y/o recrear en el espacio o en cruceros de lujo antiguos hábitats solo al alcance de sus clientes más exclusivos; o el papel jugado por el odiado Reino Unido, del que se dice adquirió a precio de ganga el territorio de la Antártida para luego alquilarlo a la diáspora argentina con un desorbitado suplemento.
Nieva es, sin lugar a dudas, una de las voces más singulares de la literatura fantástica argentina contemporánea. La infancia del mundo está escrita con un ritmo frenético y una prosa delirante –algunos definen su estilo como ciencia ficción gaucho-punk–, repleta de localismos y originales neologismos. En realidad, más que ciencia ficción estamos ante narrativa weird ambientada en un futuro distópico, un punto de partida muy atractivo y sugerente –se incluye un mapa básico que facilita el seguimiento de la acción–, pero que a la postre se va diluyendo en una trama cada vez más retorcida y reiterativa, que va perdiendo su afán de trascendencia y acumulando detalles puramente accidentales. Pese a todo, un libro que merece la pena leer.