El dios de los helechos es un libro con ecos de la literatura de Borges y Kazuo Ishiguro, especulativos y a veces oscuros, pero donde prevalece un retrato emocional profundamente humano, y en cuyas distopías se pueden aprender nuevas formas de vivir en sociedad.

 

La primera historia, «El dios de los helechos», narra las horas previas al nacimiento del primer hijo de Lucas y Manuela. La pareja ha decidido aislarse antes del nacimiento para desconectar en plena jornada electoral. Pero en la espera, el miedo por la posible victoria de Bolsonaro les inunda. A medida que avanzan las contracciones, la respiración agitada y las salidas y venidas del hospital, la narración penetra los pensamientos de ambos y el miedo personal y político mira hacia un futuro desalentador.

 

En «Tokyo», Galera retrata un mundo post-capitalista devastado por los desastres climáticos y el desabastecimiento alimenticio. En este nuevo escenario, las grandes corporaciones han creado una tecnología que permite a los humanos «escanear» su mente y descargar sus recuerdos en dispositivos externos para prolongar su existencia más allá de la vida biológica. El protagonista, que carga con la memoria descargada de su madre, busca apoyo en un grupo de terapia en el que la gente comparte su experiencia con las «copias» de sus seres. ¿Qué hacer con ellos? ¿Siguen ahí realmente las personas que conocían y amaban?

 

En la tercera, «Begonia», el autor plantea de forma radical un futuro todavía más lejano e incierto, poniendo el foco sobre el Organismo, una pequeña comunidad que vive en simbiosis con la naturaleza. El antropocentrismo ya no prevalece, y el hombre se ve obligado a compartir el protagonismo con otros animales y plantas, presionado por las amenazas externas de un planeta devastado que pone en peligro la supervivencia de este ecosistema.

---