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Libros publicados en 2024

Libélula

Valoración en breve:

 

Libélula es una novela negra hibridada de thriller sobrenatural, una historia que se hace corta pero que, no obstante, no evita la sensación de que precisa una mayor carga literaria y un desenlace con más desarrollo, que no deje cabos sueltos. Desde luego, interesa mucho más la construcción psicológica del personaje de Olivia que la misma resolución del misterio, bastante precipitado y que supone una introducción un tanto básica e ingenua al universo de Lovecraft.

 

La obra contiene partes de novela negra, existencial y thriller sobrenatural, para concluir con un giro hacia el horror cósmico y sin olvidar, además, una posible explicación científica del citado don, que lo acercaría a la narrativa de ciencia ficción. Cinco novelas en una, se podría decir

Libélula

-Argumento-


En el extrarradio de la ciudad de Pamplona ha sido hallado el cadáver de una mujer en avanzado estado de descomposición. Todo apunta a un posible asesinato y el caso es asignado a la inspectora Olivia Esparza y a su compañero, el veterano agente Agustín Camacho.

 

Olivia es una oficial de policía nada convencional, pues nació con la capacidad de percibir el aura de las personas y discernir, a través de su resplandor, cuándo están mintiendo; un recurso muy útil y que suele reportarle enormes ventajas en su trabajo. Sin embargo, la investigación de este caso parece complicarse día a día y conduce a la aparición de otros cadáveres ocultos; por otra parte, la vida personal de Olivia da un vuelco completo debido a circunstancias inesperadas. Mientras la ciudad se enfrenta a un metódico e implacable asesino en serie, la inspectora debe lidiar con un misterioso individuo que no solo pone a prueba sus habilidades sobrenaturales, sino también su propia cordura.


 

 

 

-Valoración-


La pamplonesa Laura P. Larraya, «docente de profesión y escritora por impulso o necesidad de contar historias», debutó con dos novelas de género negro antes de dar un giro hacia el fantástico con la trilogía Crónicas de la hija del viento. Ahora aúna ambas temáticas en Libélula, una historia francamente atractiva.

 

Olivia Esparza es una policía con una vida empalagosamente feliz, o eso creía ella: casada con un cuarentón afable, que es la única persona que conoce su don, posee una familia y unas preocupaciones propias de su edad, tan normales como estar enganchada a las redes sociales… hasta que, de pronto, descubre un hecho que lo hará saltar todo por los aires; esta primera parte casi parece escrita con técnica de bestseller. Afortunadamente, en escenas retrospectivas asistimos al pasado del personaje y ello refuerza su tridimensionalidad, porque Olivia fue una niña callada y observadora que un aciago día fue testigo de una muerte que la marcó para siempre; desde entonces tiene la certeza de que ve el mundo de manera diferente a como lo hacen los demás y siente que es mejor para ella mantenerlo todo en secreto.

 

La autora entrelaza multitud de pequeñas historias y detalles cotidianos que ofrecen mayor realismo a la novela merced a un estilo fluido y sencillo, sin complicaciones, hasta alcanzar el citado giro copernicano. Tras ello el personaje adopta un nuevo rol, se transforma en un ser impulsivo, cínico y amargado, casi imprevisible; pero también mucho más alerta, para no pasar por alto ningún detalle relevante de la investigación. Merece la pena citar también algunas escenas particularmente crudas, que paradójicamente no tienen que ver con las pesquisas criminales sino con su vida personal: el accidente mortal de un compañero de escuela, la sobria declaración de una mujer que la aborda en una cafetería, la confrontación con su marido, etc. Son, sin duda, las mejores páginas de la novela, cuya intensidad desplaza, al menos por un tiempo, al propio interés por el misterio del asesino múltiple.

 

A ello se une el acierto de incluir un personaje secundario con una personalidad tan fuerte como es la amiga abogada, un recurso ciertamente manido pero que funciona y brinda a la protagonista el apoyo y libertad de movimientos que precisa en unos momentos sumamente delicados, al tiempo que permite a ambas intercambiar pareceres acerca de diversos aspectos de la vida, en general, y su situación personal, en particular.

 

En cuanto a la trama policial, ésta avanza al ritmo de los diferentes cadáveres encontrados; un trabajo muy profesional que denota la existencia de un asesino que se ha esforzado mucho para que sus actos pasen totalmente desapercibidos a lo largo del tiempo. En esta novela negra hibridada de thriller sobrenatural no podían faltar también algunos clichés del género como, por ejemplo, la habitual charla admonitoria de la jefa de Olivia en comisaría, las confesiones íntimas al compañero dentro del vehículo oficial o el típico juez instructor que exige resultados e impone plazos improrrogables, amén de mostrar brevemente algunos métodos y técnicas forenses.

 

Libélula es una historia que se hace corta, un completo pasa-páginas que, no obstante, no evita la sensación de que precisa una mayor carga literaria y un desenlace con más desarrollo, que no deje cabos sueltos. Desde luego, interesa mucho más la construcción psicológica del personaje de Olivia que la misma resolución del misterio, bastante precipitado y que supone una introducción un tanto básica e ingenua al universo de Lovecraft. También se desaprovecha la ocasión para realizar crítica social, tan habitual en este género.

 

Ciertamente, la autora se adentra en la psique de la protagonista hasta desnudarla emocionalmente, mostrando de una manera descarnada fortalezas y debilidades, pese a la presencia de su don, o precisamente por ello. Así, la obra contiene partes de novela negra, existencial y thriller sobrenatural, para concluir con un giro hacia el horror cósmico y sin olvidar, además, una posible explicación científica del citado don, que lo acercaría a la narrativa de ciencia ficción. Cinco novelas en una, se podría decir; ahí es nada.


 

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