Moviéndose entre el realismo rural, el fantástico gallego y el humor más audaz, la autora nos brinda un impagable retrato de la Galicia profunda: tierra de emigrantes, meigas, patriarcado, arcaicas estructuras sociales, represión religiosa y tabúes sexuales.

 

A Manuela, que vive en una aldea gallega, el abad la lleva a trabajar al pazo de don Diego para cuidar de la señora Inmaculada. Pero allí, bajo la mirada de la cocinera Jacinta, que todo lo ve y todo lo sabe, se dan situaciones nada decentes, porque lo que pretende el señor es tener acceso carnal a las chicas vírgenes del pueblo que le facilita el religioso.

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