

La trastienda (food and drinks)
-Texto de contraportada-
Ese local estuvo cerrado desde que me jubilé hasta hace un par de años, y tengo ochenta y tres años. Haced cuentas. Cada vez que alguien pone un negocio ahí, termina peor que como empezó. El último que lo intentó, un chico que quiso poner una ferretería, acabó liquidándolo todo antes de los seis meses. Se quejaba todo el rato de que le desaparecían las herramientas y que el sitio no daba buena espina. Antes de él, un matrimonio montó un restaurante. Duraron menos que eso. Y antes de esos hubo unos cuantos más. La lista es larga y yo muy vieja, así que me las conozco como el padrenuestro. El sitio está gafado.
Hay algo en la Trastienda que no puede ser natural, y no hablo solo de esas corrientes de aire que soplan sin sentido ni dirección, o de los parroquianos que oyen voces y juran que solo se han tomado una copita. ¡Que ahora hay quien comenta que una mujer estaba cantando durante la noche de karaoke y perdió un dedo! ¡Que se le cayó, así, sin más! ¿Cómo lo haces para que se te caiga un dedo?