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Libros publicados en 2006

Infierno nevado

Infierno nevado

Comentario:

 

«Infierno nevado» es la primera novela publicada de Ismael Martínez Biurrun, un autor prácticamente inédito salvo por su excelente relato “Invasión”, incluido en la última antología «Visiones» de la AEFCFT. Con este libro, Equipo Sirius edita uno de los títulos más sorprendentemente atractivos y originales del año, una novela histórica con tintes fantásticos y de terror con la que el autor navarro descubre “paisajes e imágenes mitológicas de la que fuera tierra de los vascones”. Un libro de apariencia modesta pero que carece de las molestas erratas que han lastrado otros títulos de la colección, y que ha conseguido por méritos propios el pequeño milagro de agotar rápidamente existencias y publicar una segunda edición. Las razones de su éxito –medido, eso sí, en términos de las modestas tiradas del fantástico- radican a mi juicio en la notable mejora técnica y de distribución del producto y, muy especialmente, en las virtudes como narrador de Martínez Biurrun, que ha sabido ofrecer un argumento de interés para colectivos tan diversos como los aficionados al fantástico, a la novela histórica e, incluso, a la historia local. Pero no adelantemos acontecimientos y presentemos convenientemente la novela:

 

Durante años, el antiguo legionario Lucio Celio Rufo había vivido en paz al abrigo de la locura, desde que fuera encontrado medio congelado en una cañada del Pirineo navarro. Pero un encuentro fortuito con otro superviviente le impulsa a sacar a la luz los trágicos acontecimientos de los que fue testigo. Esa misma noche comienza el relato escrito de su terrible experiencia...

 

75 adC. Las legiones del procónsul Cneo Pompeyo Magno combaten en Hispania a las huestes del general rebelde Sertorio. La guerra se enquista, las bajas por escaramuzas a ambos lados del río Íbero diezman a la tropa y el invierno se hace sentir en todo su rigor. Ante la escasez de víveres con los que emprender nuevas contiendas y la moral seriamente dañada, Pompeyo decide acuartelar sus fuerzas a la orilla de la aldea de Olcairum (o Pompaelo, que posteriormente daría origen a la ciudad de Pamplona). Cuando un envío de trigo procedente de Aquitania se retrasa sin motivo aparente, el general romano ordena al tribuno vascón Arranes comandar una expedición que recupere los indispensables víveres. Comienza así un periplo a través de unos parajes fantasmales apenas hollados por el hombre: el bosque de Mari (actual selva navarra de Irati), donde les aguarda un horrible destino.

 

Los pormenores del viaje son registrados por el citado Lucio Celio, por aquel entonces escribano de Arranes y por el que siente una pasión inconfesa (1). Su mirada permite al lector acercarse a un lugar y una época que le son ajenas con la naturalidad necesaria: bosques primigenios, míseros poblados cuyas gentes sobreviven explotando los escasos recursos del medio, arraigadas creencias ancestrales... El choque entre cultura invasora y mitología local ocupa, por tanto, un lugar preferente en la novela. Los vascones son mostrados como un pueblo antiguo y supersticioso, seguidor de dioses y mitos atávicos como los Sarrak (literalmente, el gran miedo), un Pueblo Antiguo que habita desde tiempos inmemoriales las cumbres más elevadas del Pirineo, o la leyenda de Mari y su consorte Sugar (Su Gaar en la novela). Su alianza estratégica con Roma es forzada por las circunstancias, para combatir a sus enemigos naturales, los pueblos celtíberos del sur aliados de Sertorio, pues no aceptan ser sometidos a la Pax Romana.

 

La inmersión en la época, aunque convincente, no es absoluta. La ambientación se centra más en plantear el contexto histórico donde tendrá lugar la trama fantástico-terrorífica que en desarrollar una ficción histórica de visos realistas. No hay una auténtica recreación del pasado en ese periodo y lugar, ni se sigue el curso a personajes reales del momento, sino que se presenta, simplemente, la historia de unos esforzados legionarios enfrentados a lo desconocido.

 

Hombres como Arranes el vascón, el insidioso tribuno Marco Arrio, el noble centurión Sexto Asellio o el citado Celio Rufo; soldados unidos por su devoción por la legión, obligados a hacer causa común para mayor gloria de Roma (“Roma triunfa siempre sobre la barbarie, aunque se cobre un alto tributo en almas”). De todos ellos destaca el perfil psicológico de Arranes, un hombre dividido entre la fidelidad a Roma y su ascendencia vascona (2), que debe afrontar la acusación de Pompeyo de que sean sus propios compatriotas los asaltantes del convoy, lo que supondría la ruptura de la precaria alianza y su adiós definitivo a acaudillar a su pueblo hacia la civilización romana.

 

Pero, sin duda, el gran acierto de la novela es la recreación de un clima general de desasosiego y misterio que envuelve la narración hasta su clímax final. Una atmósfera sutil pero progresiva, que se refleja en el paisaje presidido por una quietud ominosa, en presencias oscuras, en vestigios inciertos de criaturas legendarias.

 

Ismael Martínez Biurrun es co-autor del guión del largometraje «El final de la noche», ha trabajado en diversas series de animación y colaborado como story editor para diversas productoras audiovisuales. Su estilo literario es fiel reflejo de su vocación profesional: visual, descriptivo, impactante. Comienza la novela con ritmo pausado, incrementando paulatinamente los momentos de tensión, asentados en una prosa sólida, con personalidad y altura literaria. Ismael parece poner mucho de sí mismo en esta obra y ello se refleja en la credibilidad de la historia, en el realismo y viveza de personajes y situaciones. Un lenguaje adaptado a contexto y un cierto tono poético completan el atractivo cuadro.

 

A pesar de que «Infierno nevado» se inspira en un sueño del maestro del horror H.P. Lovecraft, los elementos fantásticos (al margen de la atmósfera) son bastante tenues hasta el desenlace final, lo que refuerza su carácter de novela histórica. Sin embargo, la novela puede considerarse como un largo preámbulo que marca ese terrible episodio, un cambio de registro tan brutal, y hasta cierto punto anticlimático, que a la postre resulta difícil aunar partes tan disímiles. Martínez Biurrun, imagino que obligado por su fidelidad a la fuente original, olvida todo comedimiento y personaliza el hasta ese momento horror inefable en imágenes sumamente explícitas y, lo que es peor, rebaja el nivel literario a la altura del género pulp.

 

Por ello el resultado global, si bien notable, no es todo lo satisfactorio que cabría esperar. Una propuesta ciertamente original, bien escrita aunque no exenta de algún gazapo y falla argumental (3), que insufla savia nueva a la literatura fantástica de terror y permite igualmente al lector acercarse y conocer una mitología tan rica como la vasca.

 

 

(1) Del texto se desprende que en la legión romana era tolerable el desfogue físico entre compañeros pero no así el enamoramiento, de ahí que el protagonista tome precauciones.

(2) Arranes es oriundo de Segia, actual Ejea de los Caballeros en la provincia de Zaragoza. En aquella época, los vascones (y el idioma euskera) se extendían hasta áreas del noroeste de Aragón.

(3) Por ejemplo, se comete un gazapo histórico al citar varios meses del calendario juliano cuando éste se instauró en el 45 adC. Por otra parte, se comete el anacronismo de hablar de ojos rasgados “de aspecto oriental”, al menos un par de siglos antes de que se establecieran los primeros contactos verificables entre ambas culturas. Por fallo argumental se podría considerar que Arranes no se llevara consigo al jefe de la aldea acusada de atacar al convoy, uno de los pocos que conocían su emplazamiento exacto, conformándose con el dibujo de un simple mapa de arcilla de la zona y capturar varios rehenes como medida disuasoria.

 

Valoración: Notable

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