Tal vez el mayor atractivo de esta fantasía juvenil, el habitual viaje iniciático de un muchacho que las circunstancias convierten en héroe, resida en la original premisa argumental y el satisfactorio manejo de los sentimientos. Sin duda, un personaje atormentado como Arturo es capaz de despertar la simpatía del lector adolescente
El reino de los sueños. El Ejército Negro/1
El sello SM engloba a un importante grupo editorial con implantación en España y gran parte de Latinoamérica, caracterizado por una innegable orientación didáctica y pedagógica. Además de la publicación de libros de texto escolares, SM edita multitud de títulos juveniles, principalmente a través de la colección especializada El Barco de Vapor. Sin duda, su mayor éxito comercial de los últimos años ha sido la trilogía «Memorias de Idhún», de la valenciana Laura Gallego, aunque la primera parte de El Ejército Negro, «El reino de los sueños», ha vendido la friolera de 50.000 ejemplares y cuenta ya con un proyecto para rodar una película. Santiago García-Clairac es su autor, un experimentado escritor de obras infantiles y juveniles que ha concebido la historia como una trilogía en la que cada parte se inspira en una pintura diferente ("El aguador de Sevilla" de Velazquez la primera, "El sueño de Ossian" de J. Auguste Dominique Ingres la segunda y un óleo de Gustavo Doré la tercera). La extraordinaria labor de marketing llevada a cabo por la editorial, con presentaciones en rueda de prensa, gira promocional por decenas de librerías españolas en un autobús pintado como la portada del libro, blog exclusivo, trailers publicitarios, banners, concursos relacionados... ha obtenido como resultado convertir al libro en todo un fenómeno mediático y uno de los éxitos más notables de la actual literatura fantástica juvenil.
El joven Arturo Adragón vive una existencia azarosa dividida entre dos mundos: la realidad y el reino de los sueños. En ellos, Arturo encarna el papel del ayudante de un sabio alquimista llamado Arquimaes, secuestrado por el ambicioso conde Eric Morfidio para que le revele el secreto de la piedra filosofal. Pero tras Morfidio se oculta la sombra del malvado nigromante Demónicus, quien no duda en arrojar sobre ambos a su hueste de malignas criaturas mágicas. En la época actual, Arturo es un muchacho de catorce años que experimenta sueños en los que cree verse trasladado a la Edad Media. Es un muchacho especial, pues además de ser huérfano de madre vive en la Fundación -una extraordinaria biblioteca museo privada repleta de libros y objetos relacionados con el medievo- y posee una mancha en el rostro con forma de dragón que, cuando pierde el control, se mueve hasta conformar una “A” mayúscula. Su estigma le acompleja y provoca el temor y rechazo de sus compañeros de colegio, lo que le condena a la incomprensión y el estudio en solitario; pero todo parece cambiar el día en que una nueva compañera de clase -de insólito nombre Metáfora- y su madre profesora irrumpan en su vida. No sólo encuentra, al fin, una amiga, sino una confidente que tal vez pueda ayudarle a desentrañar su extraña situación.
Pero las dificultades económicas acucian a la institución; aparece un sospechoso tratante de arte que está muy interesado en adquirir los manuscritos de Arquimaes, precisamente el pilar de la investigación que desarrolla en secreto el padre de Arturo; un general interesado en Historia busca pruebas de un misterioso Ejército Negro del que nadie ha oído hablar jamás; y se producen varios ataques contra la Fundación y su entorno. En medio de todo ello, Arturo siente su diferencia, añora a su madre y desea con toda su alma formar parte de una familia normal y feliz.
Santiago García-Clairac elabora una narración sencilla y accesible para el joven lector, con un estilo tal vez demasiado simple pero que logra, sin embargo, llegar al corazón. Abundan las escenas primarias, los lugares comunes y el diálogo como recurso para suministrar información; el vocabulario es básico y el lenguaje desprovisto de riqueza formal. Por su parte, los personajes entran dentro del estereotipo –en realidad, funcionan como arquetipos- y sólo alguno de ellos, especialmente el Arturo contemporáneo y tras muchas páginas, adquiere la cercanía necesaria para dotarle de auténtico atractivo. Los capítulos en presente y pasado se alternan, reforzando la diferencia con un tiempo verbal distinto (aunque las partes que transcurren en tiempo real "chirríen" un poco al usar y abusar del presente de indicativo).
Tal vez el mayor atractivo de esta fantasía juvenil, el habitual viaje iniciático de un muchacho que las circunstancias convierten en héroe (1), resida en la original premisa argumental y el satisfactorio manejo de los sentimientos. Sin duda, un personaje atormentado como Arturo es capaz de despertar la simpatía del lector adolescente, que se siente tan diferente, incomprendido y desorientado como nuestro protagonista al atravesar ese periodo tan especial de la vida. Evidentemente, en el texto funcionan otros muchos elementos de identificación y/o captación del interés de este tipo de público: los problemas en el colegio y las burlas de los compañeros, pero también el halo de misterio que rodea al personaje, el sugerente entorno de un antiguo palacio que depara muchas sorpresas, un periodo histórico desconocido y atractivo como la Edad Media, multitud de sucesos que se desarrollan a una velocidad de vértigo, capítulos que culminan en una situación emocionante, sorpresas fácilmente adivinables que actúan como recompensa al lector, y un largo etcétera.
Igualmente, el libro introduce todo tipo de enseñanzas morales: el valor de la amistad, la necesidad de hacer frente a la adversidad, la importancia de la cultura, el sentido del deber, el honor, la justicia, la valentía, el amor, etc; sin ocultar pinceladas de realismo social, como las dificultades para recomponer una relación estable por parte de los adultos, los celos juveniles o la necesidad de una familia en la que integrarse y ser feliz. La violencia no se obvia aunque se matiza, y los problemas y conflictos de la vida se explicitan a un nivel tan elemental que no ofrecen dificultad alguna para ser asimilados por los más jóvenes. De todas formas, no se debe pasar por alto el contexto donde tiene lugar la acción: un palacete privado regentado por una familia burguesa que, pese a no poderse permitir grandes estipendios, vive rodeada de lujo y fieles criados al más puro estilo decimonónico (cocinera, conductor privado, ayudante personal, etc.).
Un detalle interesante de la narración consiste en que los personajes que rodean a Arturo se transforman en sus equivalentes en el mundo espejo de sus sueños. Así, por ejemplo, se establece una correspondencia biunívoca entre su padre y el alquimista Arquimaes; su madre ausente y la reina Émedi; el matón de clase y su eterno perseguidor el conde Eric Morfidio; cierto personaje de tapadillo y el malvado nigromante Demónicus; su aliado el pequeño Cristóbal y Crispín, hijo del jefe de los proscritos... aunque, en ocasiones, el equilibrio se establezca entre roles antagonistas: su celosa amiga Metáfora y Alexia, bella y cruel hija de Demónicus; o el traicionero espía Scorpio y el mendigo Patacoja, encargado de vigilar secretamente la Fundación. En paralelo, cada vez con mayor frecuencia se establecen equivalencias en el discurrir entre ambos mundos: así, si Arturo pelea contra el matón de clase, en el mundo medieval lucha contra el malvado conde Eric Morfidio, etc. Los sueños comienzan a afectar muy seriamente la realidad de Arturo y cuando éste empiece a reconocer ciertos objetos de su pasado onírico la duda se establece definitivamente en él: ¿Sueños? ¿Locura? ¿Alucinación? ¿Narcolepsia? ¿Sugestión? ¿Doble personalidad? ¿Viaje en el tiempo? ¿Regresión a una vida anterior?
El poder de Arturo proviene de la escritura (2), que García-Clairac eleva a la categoría de instrumento intrínseco de poder. Pero existe otra influencia aún más importante en el libro: el legendario rey Arturo y la formación del mítico reino de Camelot (como anécdota, el día de su catorce cumpleaños Arturo recibe como regalo una reproducción de la espada Excalibur), que bien pudiera jugar un papel trascendental en esta saga. Serie que, por otra parte, comparte no pocos detalles circunstanciales con Harry Potter: la mancha/cicatriz que estigmatiza el rostro del adolescente protagonista, su orfandad, predestinación, origen misterioso, empleo de la magia, amigos y enemigos, etc.
«El reino de los sueños» es un libro voluminoso, bien editado en cartoné y con ilustraciones en blanco y negro, aunque, insólitamente para una novela de fantasía, carece de mapa. Un relato de interés para un lector principalmente adolescente, poblado de enseñanzas morales y actitudes positivas ante la vida que se reflejan en la eterna lucha entre el Bien y el Mal. La continuación de esta novela, «El reino de la oscuridad», publicada recientemente, a buen seguro conducirá la historia por nuevos cauces de aventura y emoción. Sin duda alguna, un nuevo éxito de ventas.
(1) El “emperador de todas las cosas”, en palabras de Norman Spinrad.