Un libro inteligente que posee un tratamiento maduro, reflexivo y actual de las relaciones humanas, los sentimientos, la identidad sexual. Un texto que funciona como una parábola de nuestra sociedad y pone de manifiesto una gran riqueza de ideas, con momentos presididos por una dialéctica brillante aunque, desgraciadamente, su aspecto formal no sea equiparable en la misma proporción
China Montaña Zhang
«China Montaña Zhang» narra la historia de un muchacho que desea labrarse un porvenir en una sociedad que cuestiona su individualidad, un mundo que ha evolucionado radicalmente desde el presente en virtud de profundos cambios históricos y un mayor desarrollo tecnológico pero que, en esencia, alberga los mismos deseos y anhelos de la humanidad de nuestros días. La acumulación de premios y nominaciones de esta novela la convertían en una obra casi de culto para la comunidad de aficionados a la ciencia ficción; por eso sorprende gratamente su publicación tras quince años de espera desde la edición original, un libro recomendable sin lugar a dudas aunque lastrado por numerosas y molestas erratas.
El siglo XXI fue un periodo especialmente convulso. Los Estados Unidos de América padecieron las consecuencias de una catastrófica crisis económica –la Segunda Depresión- que culminó en una Segunda Guerra Civil y la conversión del país en los Estados Socialistas de América, lo que propició ser arrastrados a la órbita de la China comunista junto con la mayor parte de las empobrecidas economías del primer mundo. Años después, en la otrora superpotencia mundial estalló una sangrienta contra-revolución entre partidarios y detractores del intervencionismo del estado sobre la economía, la denominada Campaña de los Vientos Purificadores, cuyas heridas aún no han cicatrizado en el momento en que tienen lugar los hechos aquí acontecidos.
El narrador de la novela es el propio Zhang, un joven de origen chino-hispano que se gana la vida como ingeniero técnico de la construcción en la ciudad de Nueva York. Un CNA (chino nacido americano) con algunas modificaciones genéticas cosméticas e ilegales para parecer más chino y poder así escalar posiciones en el rígido escalafón social -basado en el patrón genético- que ha establecido la hegemónica China. Zhang es hijo de la mezcla de culturas pero, sobre todo, fruto de sus propias contradicciones: un individuo con una profunda insatisfacción personal que le acarrea problemas de integración; independiente, sencillo, inteligente, pero muy reservado debido a la necesidad de mantener oculto su secreto y esconder igualmente su ilícita inclinación sexual. Alguien que aborrece la ideología política e intenta, simplemente, ser libre en una sociedad que controla de forma omnímoda todos los aspectos de la vida social, cultural y personal.
Las oportunidades de medrar para Zhang se presentan cuando el capataz le ofrece un matrimonio concertado con su hija a cambio de la nacionalidad china y, con ello, la posibilidad de estudiar en la universidad de Shangai. China ha colonizado política, económica y culturalmente al resto del mundo y es el país de las oportunidades para un joven ambicioso como él, pese a que la homosexualidad es perseguida como delito de estado y la pena sea la muerte. Mientras medita acerca de su futuro, Zhang conoce a otras personas (San-xiang, la muchacha con quien le ofrecen casarse, muy comprometida políticamente con la idea de formar una comuna; Ángel, una voladora de cometas, actividad lúdica a medio camino entre el deporte y el arte; o Martine y Alexi, colonos del proyecto de asentamiento marciano), que muestran la complejidad de la sociedad futura aunque, en realidad, no sean más que almas solitarias que entrecruzan sus caminos por un instante para alejarse nuevamente y, tal vez, no volver a encontrarse jamás (1).
Los derroteros del joven Zhang lo conducen a aceptar un empleo en una base científica en la isla de Baffin, en pleno Ártico. Posteriormente encamina sus pasos hacia la prestigiosa universidad de Guangzhou, donde estudia ingeniería, se enamora de uno de sus tutores y experimenta nuevas sensaciones en ilegales locales de juego exclusivos para hombres. El trabajo en el complejo Wuxi le descubre la exótica ingeniería daoísta orgánica, en la que el sistema se funde en perfecta simbiosis con el elemento humano. Y, finalmente, la vuelta a los orígenes, donde decidir el destino de su vida a tenor de la experiencia acumulada. Un periplo presidido por la incertidumbre pero también el exotismo, con la descripción de la América comunista del futuro, la poética del vuelo de cometas humanas, la atracción por la solitaria desolación ártica, la inmaculada y ultra-tecnificada Ciudad Imperial o los rigores del asentamiento marciano.
Un libro inteligente que posee un tratamiento maduro, reflexivo y actual de las relaciones humanas, los sentimientos, la identidad sexual. Valores que lo hicieron acreedor de los premios Tiptree (para obras de ciencia ficción que exploran o amplían la comprensión del rol entre sexos) y Lambda (para obras de ciencia ficción de temática gay o lesbiana), además de ser elegida como mejor primera novela del año por los lectores de la influyente revista Locus. Un texto que funciona como una parábola de nuestra sociedad y pone de manifiesto una gran riqueza de ideas (globalización, racismo de base genética, confrontación de culturas oriental y occidental, relatividad cultural vista desde la óptica del dominado, un inquietante retorno al respeto y superior estatus social para aquellos que posean formación superior), con momentos presididos por una dialéctica brillante (2) aunque, desgraciadamente, su aspecto formal no sea equiparable en la misma proporción.
El personaje de Zhang, con sus virtudes y defectos, anhelos y carencias, representa a todos y cada uno de nosotros, irremisiblemente atrapados en una compleja espiral de incertidumbres, obligaciones y relaciones personales de la que no podemos escapar. Al final, todos hemos de buscar nuestro lugar en el mundo; como Zhang, quien dará lugar a un concepto nuevo tanto en lo personal como en lo social, pues en él se aúna lo mejor de la exquisitez oriental con la practicidad materialista occidental. Una tercera vía que acaso abre la llave a un nuevo ideal de futuro para la humanidad.
(1) Los anglosajones poseen un término adecuado para definirlo: “Ships in the night”