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Libros publicados en 2007

Gothika

«Gothika» obtuvo el IV Premio Internacional Minotauro de Ciencia Ficción y Literatura Fantástica, una edición que rompió todas las expectativas por cuanto por vez primera se concedía a una novela de terror, de una escritora y prácticamente desconocida. El argumento de la obra ganadora revisa el mito del vampiro desde una perspectiva femenina y un entorno autóctono.

Gothika

«Gothika» obtuvo el IV Premio Internacional Minotauro de Ciencia Ficción y Literatura Fantástica, una edición de la que no se ha publicado ninguna otra obra finalista hasta el momento. Esta cuarta entrega del Premio rompió todas las expectativas, por cuanto por vez primera se concedía a una novela de terror, de una escritora y prácticamente desconocida. Su autora, Clara Tahoces, es una periodista en cuyo currículo figura la colaboración en diversos medios especializados en el fenómeno paranormal, y que ha publicado además diversos libros sobre magia y grafología. El argumento de la obra ganadora revisa el mito del vampiro desde una perspectiva femenina y un entorno autóctono, dos elementos clave que hacían presagiar una especie de versión española de las novelas de Anne Rice, vaticinio que, de nuevo, tampoco se ha visto cumplido.

 

A principios del siglo XIX, la joven Analisa acude al llamado de su moribunda tía Emersinda, que vive en un pequeño pueblo del norte de España. En la solitaria morada, un mal inefable comienza a atenazar su espíritu, al tiempo que por las noches cae presa de terribles pesadillas; pronto su voluntad es dominada por una fuerza desconocida y en los alrededores no tardan en aparecer crímenes macabros. En otro tiempo y lugar, un vampiro acecha a su víctima en plena noche madrileña; Alejo es un joven aspirante a escritor que se documenta para una novela recorriendo locales de ambiente gótico en compañía de Darío, un muchacho en busca de respuestas para una experiencia traumática; y Violeta es una chica solitaria obsesionada con la idea de la muerte. Todos estos personajes convergen sobre Ana, quien proporciona unidad y sentido a toda la historia.

 

Alternando tramas principal y secundarias, episodios en pasado y presente, el relato avanza a través de diversos cursos de acción paralelos. Clara Tahoces centra su atención en la complejidad psicológica del personaje, desde su conversión vampírica, aceptación de la nueva naturaleza y habilidades, el recuerdo de un pasado que lo atormenta y una lucha interior entre éste y su nueva y sangrienta condición. Un ser condenado a la soledad, la oscuridad y la eternidad, un ente manipulador, egoísta y (prácticamente) sin sentimientos, que aprovecha el escepticismo de un mundo descreído de mitos y supersticiones para ocultarse (1). Pero es un no-muerto acorde a los tiempos, con coche, nevera para preservar la sangre de sus víctimas (extraída con jeringuilla), sin problemas para tolerar la luz diurna o utilizar las nuevas tecnologías que la sociedad moderna pone a su servicio.

 

Pese a los detalles que denotan actualidad, la singularidad del personaje y su entorno, Tahoces elabora una obra extremadamente fiel al canon clásico de la novela de vampiros, tanto que no se desvía un ápice del mismo para completarlo o trascenderlo, y el resultado es un relato bastante anodino, previsible y falto de originalidad. Pronto quedan atrás los ecos de Emily Brontë (Analisa arrastra un drama familiar, con un padre suicida, una madre que recayó en la locura y una educación de orfanato) para dar paso a una narración más contemporánea y ligera, que con frecuencia se detiene en detalles que no requieren mayor explicación -porque el lector los conoce, puede deducirlos por sí mismo o, sencillamente, quedan mejor en la ambigüedad-, desaprovechando las posibilidades de ambientación -por ejemplo, la documentación del periodo correspondiente a la guerra napoleónica es sencillamente inexistente- sin dejar apenas lugar para la sorpresa; y cuando ésta finalmente llega –en la forma de un nuevo personaje fruto de un relación obscena, lo que provoca todo tipo de sentimientos repulsivos y escabrosos en el lector- desgraciadamente es demasiado tarde y breve como para tener auténtica repercusión en la historia. Se pierde así, a mi juicio, la oportunidad de ahondar en la parte más morbosa y atractiva del relato, en favor de un desenlace melodramático más propio del thriller.

 

La escritura de Tahoces es fluida pero carente de elementos destacados de estilo, aunque por momentos peque de exceso de histrionismo (abuso de la admiración, los puntos suspensivos, las frases hechas...) en su intento por fabricar una atmósfera de tensión. La novela contiene elementos de interés, como unos personajes atrapados en una telaraña de sentimientos encontrados de la que no pueden escapar, la sugerente ambientación gótica que rodea las primeras páginas de Analisa, el misterio que envuelve al género del protagonista en el primer capítulo (un único verbo lo delata) en un acertado uso del suspense, y algunos detalles que actualizan y homenajean a la novela seminal de la literatura vampírica: «Drácula», de Bram Stoker (2); con todo, un bagaje demasiado escaso para un premio de prestigio como el Minotauro. No obstante, si el vampiro en literatura provoca tanta fascinación como rechazo por su condición de símbolo de la atracción irracional ante lo prohibido y la duda acerca de la identidad sexual, en la presente novela hay espacio para los lugares sórdidos, la crudeza de escenas, la sensualidad y las relaciones de dominación, posesión y sadomasoquismo de baja intensidad.

 

«Gothika» es una novela entretenida pero superficial, capaz de suscitar todo tipo de valoraciones divergentes (por ejemplo, respecto a la grafía transgresora y algo snob del título) por lo que está funcionando francamente bien entre los aficionados a la literatura fantástica y de terror. Por supuesto, el lector tiene la última palabra a la hora de tomar este libro de apariencia exquisita, en el que destaca una ilustración de portada que remite directamente al romanticismo victoriano de la citada Emily Brontë, y forjarse, como siempre, su propia opinión.

 

 

(1) Su máxima es: “la fuerza de los vampiros reside en que nadie cree en su existencia”, por lo que para el personaje "nunca como en la actualidad fue tan fácil obtener sangre fresca".

(2) Visibles, por ejemplo, en la equivalencia de personajes (Violeta-Renfield, Analisa-Mina Harker y conde Drácula, Darío-profesor Van Helsing, etc.), escenas como la victoriana caza de vampiros o el empleo de la epístola (y su equivalente moderno, el chat interactivo).

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