El volumen está dedicado a la figura de Don A. Stuart, seudónimo bajo el cual se oculta el más famoso editor de ciencia ficción de todos los tiempos: John W. Campbell, Jr. El norteamericano utilizó una variación del nombre de soltera de su primera esposa, Donna Stuart, para firmar una serie de trabajos bastante más avanzados científicamente que las habituales narraciones de Space Opera o aventura espacial que se publicaban en los lejanos años 30’, época conocida como la Edad de Oro de la ciencia ficción.
La historia de Aesir y otros relatos de superciencia
Estoy seguro de que muchos viejos aficionados a la ciencia ficción recordarán el nombre de Francisco Arellano. A finales de la década de los 70’ dirigió la colección Delirio dentro del sello Francisco Arellano Editor, que publicara títulos por aquel entonces tan arriesgados como «Estigia» de Ignacio Romeo o «Venus en la concha» de Philip José Farmer. Treinta años después, renovada su pasión por la edición, relanza la misma colección dentro un nuevo sello, La Biblioteca del Laberinto, esta vez con una clara vocación hacia la recuperación y dignificación de la literatura popular de la mano de autores como Robert E. Howard, Stanley G. Weinbaum, Edgar Rice Burroughs o Jean Ray, sin olvidar esporádicas incursiones en autores patrios («Relatos de ciencia-ficción», de Nilo María Fabrá, «La gran necrópolis» y «Terralingua», de Ignacio Ferreras) y clásicos («Aelita», de Alexéi Tolstoi). Dos años y un buen puñado de libros después, ha demostrado no sólo que existe un mercado para este tipo de productos sino que se puede editar novela popular de forma digna y profesional en España, sin necesidad de explotar la nostalgia del pasado en ediciones oportunistas y sin las debidas garantías.
No ha sido un camino fácil, al menos a tenor de la cantidad de cambios de formato, imagen y cromatismo que la editorial ha ensayado en la quincena de títulos publicados hasta la fecha. En todo caso, se trata de ediciones muy cuidadas que aúnan ficción breve -relatos y novelas cortas- con vistosas portadas pulp y un delicioso aroma retro, que se complementan con un prólogo meticuloso, una excelente selección de relatos, ilustraciones de época y todo tipo de información complementaria: títulos originales, fechas y lugares de primera publicación, etc. En resumidas cuentas, una edición a la altura de las exigencias de nuestro presente.
El volumen que nos ocupa está dedicado a la figura de Don A. Stuart, seudónimo bajo el cual se oculta el más famoso editor de ciencia ficción de todos los tiempos: John W. Campbell, Jr. Como responsable de la mítica revista norteamericana “Astounding Stories”, Campbell fue uno de los padres fundadores de la moderna ciencia ficción, caracterizada por el empleo de la ciencia como punto de partida para el desarrollo de historias ambientadas en escenarios futuros verosímiles dotados de grandes adelantos tecnológicos. En este caso, Campbell utilizó una variación del nombre de soltera de su primera esposa, Donna Stuart, para firmar una serie de trabajos bastante más avanzados científicamente que las habituales narraciones de Space Opera o aventura espacial que se publicaban en los lejanos años 30’, la conocida Edad de Oro de la ciencia ficción.
El libro incluye cuatro relatos, dos de los cuales conforman el denominado ciclo de Aesir, que se complementan con una introducción del propio Campbell sobre su concepción de la ciencia ficción –hoy día, bastante desfasada-, y un interesante artículo de Theodore Sturgeon sobre su obra y figura. Textos inéditos extraídos de su antología «Who goes there?», publicada en castellano, aunque de forma mutilada, por la argentina Ediciones Fantaciencia como «Visitante del espacio» (1977). Ediciones del Laberinto opta por complementar una edición hoy día inencontrable perdiendo, de hecho, una estupenda oportunidad de publicar la obra al completo; pese a ello, sin duda estamos ante un libro de indudable interés para el coleccionista y el amante de la ciencia ficción más clásica.
Incluye:
John W. Campbell Jr. llamaba a este tipo de relatos historia-artilugio, debido a la importancia capital del artefacto tecnológico dentro de la narración.
("Elimination", mayo 1936. Astounding Science Fiction)
Un joven ingeniero solicita la ayuda de un abogado especialista en patentes para comercializar una nueva fuente de energía capaz de aprovechar los enormes recursos hidráulicos de las regiones del globo más inaccesibles. El experto mediador, consciente de los desequilibrios que semejante desarrollo provocarían en la industria mundial, intenta hacerle desistir de su idea y, para ello, le cuenta cómo años atrás hubo de destruir otro invento revolucionario: el cronoscopio o máquina para ver el futuro, un artefacto capaz de utilizar las “ondas de probabilidad temporal” para ofrecer una imagen coherente de los diversos futuros probables de una persona. Sus inventores decidieron emplearlo para conocer su propio futuro, pero el destino parecía conducirles siempre hacia un fatal desenlace.
Narración articulada dentro de otra narración, una historia muy esquemática en cuanto a desarrollo y profundidad psicológica de los personajes, caracterizada por larguísimos monólogos, diálogos meramente informativos y una visión determinista del tiempo. Un estilo narrativo pobre y muy centrado en las ideas, absurdas en no pocas ocasiones pero sorprendentes en otras, como cuando hace referencia a la teoría de los universos paralelos, habla de las diez dimensiones de la materia (le faltó una) o coquetea con una jerga similar a la utilizada en física cuántica (“se puede determinar con precisión absoluta el lugar o fecha de un suceso futuro pero no ambos a la vez”). Si, por ejemplo, tenemos en cuenta que el Principio de Indeterminación de Heisenberg fue enunciado en 1927, eso demuestra lo interesado que estaba Campbell en investigación teórica avanzada nada menos que en 1936, fecha en la que la mayoría de sus compañeros de profesión seguían interesados en relatar historias sobre épicas batallas de naves estelares.
Valoración: Interesante
El protagonista se aprovecha del mito de Aesir, es decir, una especie de mente racial o espíritu colectivo de la humanidad compuesta por el del billón y medio de almas que han vivido y muerto a lo largo de la Historia.
"Saliendo de la oscuridad". La Historia de Aesir I
("Out of Night", diciembre 1937. Astounding Science Fiction)
Las Sarns son una poderosa raza alienígena de carácter matriarcal que invadió la Tierra, redujo las ciudades humanas a escombros humeantes y esclavizó a la escasa población superviviente. Cuatro mil años después, Grayth, Portavoz de la Humanidad, es convocado por la todopoderosa Madre para anunciarle que los hombres deben respetar la “Ley de las Sarns”, que impone una drástica disminución en el número de varones hasta alcanzar las cinco hembras por cada macho. Grayth sospecha que la decisión oculta un plan para aplastar la creciente insubordinación humana, que instiga en las sombras el propio Portavoz, pero lo que no puede imaginar es una maquinación de la artera Madre para que los hombres luchen entre sí en una larga guerra de desgaste.
“La historia de Aesir” es un exótico Space Opera, divertido y con bastantes menos diatribas morales que el relato anterior. Hoy día se antoja ingenuo que Campbell confiara tanto en las posibilidades de la energía atómica (existen lámparas atómicas para iluminación y hasta un proyector de imágenes que inhibe las escuchas de los micrófonos ocultos) pero, también, en los denominados “poderes extrasensoriales” como la telepatía. Una vía, el de las paraciencias (hoy seudociencias, de ahí el subtítulo del volumen: “relatos de superciencia”), afortunadamente poco explotado en el terreno de la ciencia ficción salvo casos excepcionales, como las magistrales «Más que humano» de Theodore Sturgeon o «Muero por dentro» de Robert Silverberg.
El argumento mantiene su vigencia en líneas generales, aunque no así su deficiente ejecución: descripciones embarulladas, diálogos absurdos, un tono grandilocuente, villanos de opereta dispuestos a todo con tal de alcanzar el poder y quedarse con la chica, héroes cuasi divinos dispuestos a impedirlo, acción descerebrada (en la urbana guerra de guerrillas se combate con armas ligeras pero, sobre todo, a cachiporrazo limpio, con patas de mesa, piedras ¡y hasta cubos de agua!). Un estilo claramente Edad de Oro para un texto racista, machista y chauvinista que refleja la supremacía del hombre blanco norteamericano, pero no por ello menos encantador en su cándida simplicidad y en el que, posiblemente, el detalle más sobresaliente sea el hecho de que Grayth utilice el ingenio e inteligencia para engañar a las Sarns y liberar a la humanidad de su yugo.
Valoración: Regular
La "capa" de Aesir utiliza una radiación de energía negativa que irradia un generador de positrones, de propiedades muy similares a los de la física cuántica. Estamos hablando de antimateria en 1939, sólo 7 años después de que Carl D. Anderson descubriera el positrón en el Caltech.
"La capa de Aesir". La Historia de Aesir II
("The cloak of Aesir", marzo 1939. Astounding Science Fiction)
Continuación directa de la novela corta anterior, que se desarrolla en la misma tarde de la trascendental jornada: las ocho dirigentes de las ciudades que constituyen el matriarcado que gobierna la Tierra se reúnen para que la venerable e inmortal Madre de las Sarns les prevenga acerca del poder de Aesir y exponga su plan de acción. Un plan que pasa por secuestrar al Portavoz de la Humanidad y descabezar así la revuelta humana, pero también invocar a Aesir e investigar su extraña naturaleza.
Se repiten escenarios y personajes del relato anterior, y se ofrecen más detalles acerca de la invasión (que sucedió en 1997, 60 años después de que fuera publicada la historia), los alienígenas (una raza viajera obligada a vagar por el espacio desde que un cataclismo cósmico destruyera su planeta natal) y su peculiar psicología, fisiología y sistema político. El papel de la tecnología adquiere aún más protagonismo, no sólo por parte de las Sarns (su ciencia superior aplastó con facilidad las defensas terrestres y ha mantenido en el poder a la Madre durante 40 siglos) sino, especialmente, para los humanos: rayos paralizantes, escudos de energía, capas de invisibilidad, generadores de antigravedad… artefactos maravillosos desarrollados por el prototípico genio inventor en un laboratorio oculto en una estación del antiguo metropolitano.
Con clara vocación didáctica, Campbell se detiene a explicar fenómenos de la física real aunque igualmente se saque de la manga los citados dispositivos futuristas cuya base científica sea algo más discutible. El norteamericano reincide una vez más en la capacidad humana para la telepatía, cuyo poder será clave para el desarrollo posterior de los acontecimientos: los humanos salen nuevamente victoriosos gracias a su ingenio, expulsan a las Sarns de la capital y se preparan para reconquistar la Tierra en una tercera parte que nunca se escribió.
Valoración: Regular
Una historia más realista que las precedentes y que guarda no pocas similitudes con «El enigma de otro mundo» («Who goes there?», 1948), sin duda la obra más conocida del autor.
("Dead Knolowdge", enero 1938. Astounding Science Fiction)
Tres astronautas humanos inspeccionan una ciudad desierta de un mundo alienígena muerto. En apariencia, no se aprecian rastros de desastre o destrucción, y cuando encuentran los cuerpos extrañamente incorruptos de sus habitantes todo apunta hacia una muerte autoinfligida. ¿Pero qué poderosa razón pudo empujarles al suicidio racial? Una amenaza latente que vuelve a despertar para empujar a los hombres, uno a uno, a buscar su propia aniquilación.
Relato de factura moderna, con aceptables descripciones de entorno y reflexiones de los personajes aunque escaso diálogo; de aliento poético en la constatación de la soledad de un mundo yermo pero graves errores técnicos, como indicar que el crucero sideral no sólo podía aterrizar en medio de una plaza de la desolada ciudad sino que era capaz de emprender un tranquilo paseo a baja altura por sus principales avenidas. Con todo, una historia más realista que las precedentes y que guarda no pocas similitudes con «El enigma de otro mundo» («Who goes there?», 1948), sin duda la obra más conocida del autor
Valoración: Interesante