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Libros publicados en 2009

Donde los ángeles no se atreven

Steele no es un estilista ni lo pretende. Es un profesional de gran oficio que sabe construir historias capaces de atrapar el interés del aficionado, recurriendo para ello al empleo de lugares comunes e iconos del género, realizando frecuentes guiños al lector, y cuidando muy especialmente la base científica del argumento. Esta antología presenta sus dos relatos más galardonados y que le encumbraron al olimpo de nueva promesa de la ciencia ficción, esperanza que finalmente no logró consolidar

Donde los ángeles no se atreven

Allen Steele es escritor de ciencia ficción a tiempo completo desde 1988. En España es conocido únicamente por su novela «Descomposición orbital» (Ultramar, 1989, premio Locus 1990), así como por un par de historias publicadas en la tercera encarnación de la revista Isaac Asimov, la sorprendente “El motín de la Alabama” (finalista del Premio Hugo 2002 de Novela Corta) y “Tiempo muerto” (finalista del premio Hugo y Nebula 2002), ambas correspondientes a su saga de Alabama.

 

Steele no es un estilista ni lo pretende. Es un profesional de gran oficio que sabe construir historias capaces de atrapar el interés del aficionado, recurriendo para ello al empleo de lugares comunes e iconos del género, realizando frecuentes guiños al lector, y cuidando muy especialmente la base científica del argumento. El prólogo de esta antología realiza una buena semblanza del autor y su obra, al tiempo que presenta sus dos relatos más galardonados y que le encumbraron al olimpo de nueva promesa de la ciencia ficción, esperanza que finalmente no logró consolidar. Dos novelas cortas irónicas y con cierto mensaje que, imagino, satisfacen las expectativas de los lectores estadounidenses –especialmente la segunda- pero que, a mi juicio, dejan indiferente a quienes no comparten sus mismos referentes culturales. Dos textos que retoman ideas y personajes de la cultura pulp norteamericana desde un enfoque más actual y moderno, utilizando un estilo ramplón que, me temo, no gozará del beneplácito de todos los aficionados al género.

 

El texto, traducido por la argentina Claudia de Bella, incluye algunas expresiones que pueden resultar “extrañas” al lector español y es notorio su leísmo, por lo que se echa en falta una revisión de estilo para el mercado al que va dirigido.

 

 

Incluye:

"… donde los ángeles no se atreven"

"La muerte del capitán Futuro"

"… donde los ángeles no se atreven" (1)

 

Dos crononautas viajan como anónimos pasajeros a bordo del Hindenburg, la aeronave más grande y lujosa jamás construida y orgullo tecnológico de la Alemania nazi; tienen por misión documentar el último viaje del famoso dirigible y aclarar los motivos de su destrucción en 1937, un desastre que marcó el fin de la navegación aérea comercial en zeppelín. Pero su presencia provoca una alteración en el devenir histórico y la aeronave logra tomar tierra antes de su destrucción sin provocar víctimas, con lo que el impacto propagandístico fue muy diferente e influyó sensiblemente en la política mundial.

 

En enero de 1998, el agente Murphy de la Oficina de Ciencias Paranormales se dirige, junto con un grupo de investigación formado por agentes del FBI, la inteligencia naval y una psíquica histérica, al lugar de impacto de un extraño objeto no identificado (2). La nave, semisumergida y prácticamente transparente, tiene forma de platillo volante y su repentina irrupción en el espacio aéreo rompió aparentemente todas las leyes de la física. El agente federal, en realidad astrofísico, es un escéptico que trabaja para una agencia que estudia lo paranormal, dentro de una administración en la que cada vez adquiere mayor relevancia lo esotérico.

 

Allen Steele desarrolla un technothriller de corte fantástico-ufológico, dotado de un ritmo ameno y abundante diálogo, una historia que por estética bien podría equipararse a un telefilme de acción. En él ofrece una curiosa alternativa “racional” al fenómeno de los OVNIs, al tiempo que aprovecha para asestar puñaladas mordaces a las paraciencias y sus seguidores. El autor juega además con la ventaja de que el lector conoce lo que sucede en ambos escenarios, pero no así los personajes, quienes son manejados como títeres en aras de lograr mayores efectos dramáticos: haciéndoles participar en escenas donde coinciden “casualmente” en el momento clave, descubriendo pistas que sólo el más inteligente de ellos logra interpretar, etc. Un entramado tramposo y escasamente original que finaliza en una agradable ambigüedad sobre si los viajeros del tiempo logran restablecer o no el continuum temporal.

 

 

(1) El título es un aforismo que hace referencia a la imprudencia de los necios.

(2) Nashville, Tennessee, población natal de Steele.

 

Valoración: Regular

"La muerte del capitán Futuro"

 

Rohr Furlang es el segundo oficial de un carguero estelar regido por el capitán Futuro, un personaje estrafalario que se cree la encarnación del popular héroe de revistas pulp creado por Edmon Hamilton a principios del siglo XX. Es el peor capitán de la Asociación de Cuerpos en Tránsito (ACET), un inútil incapaz de diferenciar su vida de fantasía de la realidad que le rodea aunque, sorprendentemente, goce del favor de una sensual alienígena que trabaja como primer oficial. Por su parte, Furlang es un espacial nacido en la luna, un pobre diablo que sobrevive gracias a trabajos temporales conseguidos por mediación del sindicato, una práctica muy alejada del glamour que se le había supuesto a la exploración espacial. Cierto día interceptan una señal de socorro procedente de un asteroide minero y, pese a la oposición frontal del sensato Furlang, el capitán Futuro encabeza una misión de castigo contra unos teóricos piratas espaciales.

 

Más que homenaje, Steele realiza por momentos una parodia mordaz de la popular serie de aventuras espaciales, cargando cruelmente las tintas sobre el astroso e inmaduro personaje al que describe como un individuo risible al que no duda en equiparar con un friki moderno. Un texto divertido y facilón que busca rápidamente la complicidad del lector y concluye en forma de mentira piadosa no exenta de moraleja hacia cierto sector de seguidores del género. Como en el relato anterior, la parte de astronavegación es quizá la mejor resuelta.

 

Valoración: Regular

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