Pese a ser uno de los sectores más poderosos de la industria editorial y constituir el pilar básico de las futuras generaciones de lectores, la literatura infantil no suele contar con el respaldo que merece en los espacios culturales. Ciertamente, la edad del lector condiciona en gran medida el producto final, por lo que en este tipo de obras es más difícil trabajar el aspecto literario y, en ocasiones, éste prácticamente se obvia en favor de otros temas relacionados con el crecimiento físico, emocional e intelectual del niño, o la inculcación de valores humanos. No obstante, se trata de una literatura perfectamente madura que merece todo el respeto, caracterizada además por la ubicua presencia de la fantasía, la aventura y los elementos maravillosos, que en el presente caso adoptan una clara temática de ciencia ficción.

 

Tomás es un chico gordito, empollón y con gafas. Sus compañeros de colegio han empezado a burlarse de él llamándole friki, aunque no entiende muy bien el significado de la palabra y se pregunta si le llamarán así por su afición a los cómics de superhéroes y los libros de aventuras y de ciencia-ficción. A Tomás le gusta pasar los recreos imaginando historias con sus mejores amigos, Juan y una chica saharaui de nombre Mariem, en lugar de jugar al fútbol como el resto de niños. Mientras tanto, a años luz de distancia, una de las civilizaciones más avanzadas de la galaxia reclama la posesión de la Tierra ante la Organización Estelar de Conflictos Interplanetarios (OECI) en virtud del mal uso que le están dando sus habitantes.

 

La trama transcurre en los escenarios habituales de los chicos de diez años, con las preocupaciones típicas de su edad: la familia, la escuela, el patio del colegio, los amigos, los enemigos, los profesores, etc. Enric Herce trabaja valores como la tolerancia, el respecto, el compañerismo, la convivencia interétnica, las relaciones paterno-filiales y, muy especialmente, el cuidado del medio ambiente. Capítulos breves que explican, sucintamente y con un lenguaje adecuado, conceptos como cambio climático, capa de ozono, deforestación, calentamiento global o equilibrio ecológico, y ponen demanifiesto la irracional forma de actuar del hombre en la gestión de los recursos naturales del planeta.

 

Por supuesto, no pueden faltar los guiños “frikis”, como cuando el padre de Tomás le muestra por vez primera una tienda de cómics, y a mi juicio algunos aspectos de la novela son susceptibles de mejora, como la excesiva longitud de la prueba de habilidad de la que, naturalmente, Tomás saldrá airoso. En todo caso, «Friki» es una buena opción de lectura para padres y chicos de unos diez años de edad.

 

Enric Herce Escarrá ha obtenido diversos premios de género fantástico y publicado relatos en diversas publicaciones especializadas, como Miasma, Catarsi, Mascarada, Tierras de Acero, Historias Asombrosas o la antología Tierra de Leyendas, además de una novela en edición digital: «La luna dormida», en ediciones Efímeras. «Friki» es su primera incursión en la literatura infantil.

 

Edimater es una editorial andaluza especializada en literatura infantil y juvenil. Dentro de su colección ilustrada de narrativa infantil La Osa Menor, ha publicado los siguientes títulos de temática fantástica: «Caballero de dragón» de Pedro Camacho Camacho, «Lo que esconde el espejo» de Lucía González Lavado, «Narsú, El collar mágico» de Miguel Ángel Villar Pinto, y «Zogh! Mi amigo extraterrestre» de Emilio Barbieri. Y en la colección de narrativa juvenil La Vía Láctea: «El susurro del bosque» de David Mateo y «La elegida de los dioses» de Pedro Camacho Camacho.