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Libros publicados en 2010

El sueño de Galileo

Una obra a medio camino entre la novela histórica y la ciencia ficción; en puridad, una biografía novelada que incluye una trama o hilo complementario cuya temática corresponde a la ciencia ficción. El primer objetivo se satisface mediante una exhaustiva labor de documentación y una verosímil puesta en escena, especialmente en la soberbia caracterización del personaje protagonista. Sin embargo, la trama de ficción especulativa decepciona por motivos muy diversos

El sueño de Galileo

Kim Stanley Robinson es uno de los escritores norteamericanos más reconocidos de la ciencia ficción actual, debido principalmente a su trilogía de Marte -compuesta por las novelas «Marte rojo», «Marte verde» y «Marte azul»- que ha cosechado el aplauso general de público y crítica, además de los premios más prestigiosos del género como son los estadounidenses Hugo, Nebula y Locus, el Ignotus español, el británico Bristish SF o el japonés Seiun. Su extensa bibliografía se completa con otros títulos destacables, como la antología «Los marcianos» (premio Locus 2000) e «Icehenge», que inciden igualmente en su idea de terraformación de Marte, la saga de Orange County –formada por las novelas «La playa salvaje» y «La costa dorada»-, el bestseller de historia alternativa «Tiempos de arroz y sal» y los ecothrillers de futuro cercano «Antártida» y «Señales de lluvia», la mayoría publicadas por la editorial Minotauro.

 

«El sueño de Galileo» es el primer libro que publica en España en cinco años. En él efectúa un arriesgado giro en su carrera literaria para abordar la biografía de uno de los personajes más relevantes de la Historia de la humanidad: el astrónomo, matemático y físico Galileo Galilei, un eminente hombre del Renacimiento cuyos descubrimientos y avances científicos –principalmente en el terreno de la observación astronómica y la mejora del telescopio- pero, sobre todo, el desarrollo del método científico por medio de la experimentación y el análisis matemático, sirvieron para que fuese considerado como el padre de la física y la astronomía modernas, lo que es tanto como decir el primer científico de la Historia.

 

La novela da comienzo en el año 1609, cuando, en pleno mercado de Venecia, un extraño que asegura ser colega de Johannes Keppler se acerca a Galileo para darle cuenta de un extraordinario objeto capaz de ver de cerca los objetos lejanos. El toscano toma muy en serio las observaciones y comienza a estudiar las asombrosas propiedades ópticas del artefacto, construyendo su propia versión mejorada de telescopio y comenzando así sus ya famosas observaciones astronómicas en las cuales descubre las lunas de Júpiter y reafirma la hipótesis copernicana del heliocentrismo. Tiempo después, el misterioso desconocido se presenta nuevamente ante Galileo para invitarle a viajar, a través del espacio-tiempo, a la segunda luna de Júpiter del remoto futuro, Europa, donde se requiere su presencia para mediar entre dos facciones enfrentadas; en el interior del helado océano de la luna joviana ha sido descubierta una criatura inteligente y los partidarios de preservar su aislamiento desean que Galileo hable en su favor ante el Consejo de las lunas. Por medio de diversas “prolepsis” –en el texto, viajes en el tiempo en el que sólo la conciencia se traslada al futuro-, Galileo obtiene atisbos del conocimiento científico del porvenir y no puede evitar conocer su posible destino, quemado como hereje por la Inquisición por su defensa de que todos los cuerpos celestes giran alrededor del Sol.

 

 

 

«El sueño de Galileo» es una obra a medio camino entre la novela histórica y la ciencia ficción; en puridad, una biografía novelada que incluye una trama o hilo complementario cuya temática corresponde a la ciencia ficción. El primer objetivo se satisface mediante una exhaustiva labor de documentación y una verosímil puesta en escena, especialmente en lo concerniente al proceso llevado a cabo por la Inquisición y los reiterados intentos de defensa protagonizados por Galileo hasta su abjuración final. Ello habla bien de las dotes de Robinson como narrador competente, especialmente en la caracterización del personaje protagonista, que sólo puedo calificar como soberbia.

 

Sin embargo, la trama de ficción especulativa decepciona por motivos muy diversos. No sólo porque el argumento es pobre, anticlimático para una biografía y en apariencia impostado, como un mero apéndice para justificar su adscripción genérica, sino porque el empleo de Galileo como mediador en una disputa de ese tipo es algo completamente absurdo y no se comprende cómo éste puede finalmente tomar partido si nadie se molesta en informarle de las diferentes opciones, riesgos y consecuencias. La información que manejamos acerca de ese remoto futuro es confusa: los ciudadanos interactúan según unas reglas e intereses que nos son ajenos, trazan alianzas que cambian sin motivo aparente y emplean una tecnología absolutamente desconocida (apenas se entrevén algunos detalles acerca del sistema sociopolítico y científico que impera en las lunas jovianas, y no trasciende detalle alguno sobre el resto del sistema solar). Hasta cierto punto, es razonable que Robinson opte por no explicar los pormenores de un futuro que no tiene por qué ser comprensible para un lector contemporáneo, máxime si es vislumbrado a través de los ojos de un habitante del siglo XVII, pero su decisión puede provocar distanciamiento y apatía, y desaprovecha las excelentes posibilidades que le brinda el escenario. Igualmente, es lógico que Galileo desee cambiar su trágico destino personal, pero no lo es tanto que prosiga con sus investigaciones habituales una vez ha comprendido y asimilado los principios en que se basa la ciencia del futuro.

 

En el texto se alternan capítulos brillantes con episodios tediosos, lúcidas digresiones –como la didáctica explicación de las diez dimensiones de la realidad que propone la teoría de supercuerdas- con momentos delirantes, como el estúpido juicio moral al que un personaje somete a Galileo, a quien acusa de machismo, egoísmo y de vivir una vida de privilegios cuando el resto de sus convecinos padece incontables carencias; ¿qué sentido tiene torturarle con una escala de valores que no comprende ni comparte?

 

Por todo ello la novela puede dividirse en dos partes claramente diferenciadas, dos líneas de acción difícilmente conexas a las que se intenta fusionar sin demasiado éxito en un híbrido original. Personalmente prefiero la trama histórica, principal y dominante, en la que se narra la vida y vicisitudes de Galileo desde su etapa inicial como profesor de matemáticas en la Universidad de Padua, su traslado a Venecia y posteriormente a Florencia en busca de mejor fortuna, sus observaciones astronómicas y conclusiones a las que llegó utilizando la observación y la lógica, su primer viaje a Roma para explicar las teorías y granjearse apoyos, sus debates filosóficos sobre conceptos científicos, su lucha constante contra la ignorancia y los ataques de sus cada vez más numerosos detractores -los seglares aristotélicos, los dominicos seguidores de la férrea ortodoxia bíblica y los jesuitas liderados por Farsi y el cardenal Bellarmino del Vaticano-, su segundo viaje a Roma para defender sus argumentos, su cada vez más delicada salud... hasta llegar al famoso juicio del Santo Oficio. Es decir, la biografía oficial de Galileo Galilei, un hombre profundamente católico cuya máxima era reconciliar la teoría de Copérnico con la Santa Madre Iglesia; pero también el primer científico moderno, el primer ser humano que sostuvo que las matemáticas podían servir para describir el mundo real, el primero en observar las lunas de Júpiter y, acaso, interrogarse acerca de si estarían habitadas por otros hombres y cómo sería la experiencia de un viaje a las estrellas.

 

Robinson retrata a un Galileo cercano, rodeado de su enorme familia en una gran casa que cobija también a los estudiantes que adopta como pupilos, abrumado por los asuntos domésticos y los problemas económicos, y obsesionado por conseguir un mecenas que le libere de la necesidad de trabajar y le permita un estilo de vida donde despuntar por sus investigaciones y descubrimientos entre sus semejantes. Un hombre genial, polémico y, a ratos, entrañable, tan egoísta, irascible y sarcástico como capaz de despertar nuestra empatía cuando, en el ocaso de su vida, examina los errores del pasado; en definitiva, un ser humano en toda su dimensión real, que es el gran valor de esta obra.

 

La novela incluye no pocos pasajes superfluos que podrían haber adelgazado significativamente el volumen, en especial escritos de Galileo y sus contemporáneos adaptados a nuestra época pero, en todo caso, redundantes respecto a los hechos acontecidos con anterioridad. Un texto demasiado largo, falto de ritmo, no exento de erratas (palabras duplicadas, letras bailadas, alguna frase ininteligible…) y que, a mi juicio, mejoraría si se desprendiera de la citada subtrama de ciencia ficción, pero que igualmente demuestra una mayor solidez a medida que avanza la trama hasta desembocar en la senectud del personaje, cuando Robinson hace acopio de todo su talento como experimentado narrador. La novela incluye un mensaje final que es una auténtica loa a la ciencia, al razonamiento lógico y al civismo como norma de comportamiento social. Una obra, si no perfecta, sí que al menos cuenta con los suficientes méritos (incluido su nominación en diversos premios internacionales) como para justificar ampliamente su adquisición y lectura.

 

 

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