«Taibshe» es una palabra gaélica que significa “aparición”, un nombre por tanto muy adecuado para narrar una historia de fantasmas. En realidad, una historia romántica de fantasmas, de ambientación juvenil aunque lectura perfectamente adulta.

 

Carolina Lozano es una joven escritora especializada en literatura fantástica juvenil, cuya inventiva ha dado a luz obras como la saga de la Senda de las Profecías, que consta de los volúmenes «La cazadora de profecías» (Viamagna, 2008), «El poder del mago» (Viamagna, 2009) y la aún inédita «El más alto humano», y la novela independiente «Diabólica» (Versátil, 2009). Una joven promesa que ha “fichado” por Edebé, uno de los sellos más importantes en España de libros para jóvenes, donde también militan otros pesos pesados como Susana Vallejo (la saga de Porta Coeli, «Switch in the Red»), Maite Carranza (la saga de La Guerra de las Brujas, «Magia de una noche de verano») Jordi Sierra i Fabra (La saga de Las Hijas de las Tormentas, «Gauditronix»), Pedro Riera («La criatura del bosque») o Elia Barceló («Cordeluna»).

 

La novela relata la historia de Liadan –Lia para los amigos-, una chica en apariencia normal pero que, como muchos otros jóvenes, se siente de alguna manera “especial”. Nacida en Barcelona y huérfana de padres tras un dramático accidente, cursa estudios en el colegio Royal Dunedin de Edimburgo, un elitista instituto privado ubicado en un antiguo castillo reformado. Es una inteligente, perspicaz, introvertida y solitaria muchacha de diecisiete años, a quien le gusta estudiar y pasar las horas muertas leyendo en la biblioteca; pero carece de habilidades sociales y acumula rarezas que poco a poco la van alejando del resto de compañeros (aunque, paradójicamente, esta distancia parece acrecentar su atractivo entre los chicos más populares del centro). Su mejor amiga es la acaudalada Aithne, y mantiene una gran amistad con el primo de ésta, el simpático y atractivo Keir, quien toca en un grupo gótico de moda.

 

Cierto día encuentra un diario en la biblioteca que nadie más parece advertir y desde entonces su vida cambia para siempre: conoce a Álastair –Álar-, un muchacho atractivo, fuerte y de buen carácter, un alma comprensiva con quien puede sincerarse aunque guarde para sí un pasado oscuro. El flechazo será inevitable y no lo podrá impedir ni el hecho de que Álar sea un muerto en vida.

 

Esta cuarta novela publicada de Carolina Lozano es una obra que se orienta principalmente (aunque, por supuesto, no en exclusiva) hacia un público juvenil y femenino, una historia que, en esencia, no puede ser más sencilla y prototípica pero que se torna progresivamente adictiva gracias al particular estilo de la autora, mezcla de sincera naturalidad y perfecto uso del tono narrativo. Una narración correcta que emplea con convicción los estereotipos para desarrollar un argumento previsible aunque capaz “conectar” con su público objetivo; una fórmula tan sencilla y efectiva como hablar el mismo lenguaje y tratar los temas que realmente preocupan a nuestros adolescentes (los amigos, los estudios, la música, la moda, los cambios físicos y mentales, las relaciones con el otro sexo, el despertar a los sentimientos, el amor), utilizando para ello personajes con los que poder identificarse, en un entorno reconocible y con un vocabulario accesible que refleje en todo momento su forma de pensar y percibir el mundo que les rodea.

 

Lia es un personaje bien construido que se nos muestra como alguien cercano mediante recursos sencillos y efectivos, como la introspección, revelación de detalles específicos de su carácter o el empleo de la analepsis para rememorar algún pasaje particularmente triste de su pasado. Es una muchacha impulsiva y de gran corazón que, pese a su juventud y desgraciada situación personal, ha afrontar no sólo la irrupción de lo sobrenatural en su vida sino, sobre todo, sus propios sentimientos y emociones en el duro proceso de maduración. Por supuesto, es responsable y buena estudiante, no bebe alcohol ni tiene ningún vicio oculto; la hija ideal que cualquier progenitor pudiera desear si no fuera por ciertas “facultades insólitas” de su naturaleza.

 

El otro gran protagonista es Álar, un personaje arropado en un seductor aura de tragedia y misterio. Es consciente de que la relación culminará inevitablemente en un desenlace doloroso pero no puede controlar la fuerza de sus sentimientos tras incontables años condenado al ostracismo de los de su condición.

 

Carolina Lozano se introduce en la psique de ambos personajes y consigue aflorar de manera muy natural lo más profundo que llevan dentro; así, la relación que se establece entre ambos se torna cada vez más íntima y verosímil, desembocando en un romance atormentado que llega incluso a coquetear con la idea del suicidio. Por otra parte, en capítulos sucesivos alterna la visión de las mismas situaciones desde el punto de vista de cada protagonista, una idea particularmente acertada que permite reflejar fielmente sus sentimientos y mostrar los diferentes niveles de oposición/complementariedad que existen en el texto: chica-chico, vivo-muerto, contemporáneo-antiguo, forastero-autóctono.

 

Como contribución original, los fantasmas de esta historia no son entes todopoderosos capaces de realizar grandes prodigios sino seres frágiles que guardan celosamente el secreto de su efímera existencia a sabiendas de que los mortales la pondrían en grave riesgo. Se sienten irremisiblemente atraídos por los lugares que formaron parte de sus vidas (algunos incluso permanecen anclados a ellos) y algunos se han adaptado notablemente bien a nuestro tiempo, y hablan, visten y se comportan como uno de nosotros (a pesar de ello, no parece muy coherente que un guerrero medieval cambie su forma de pensar hasta el punto de asumir los valores actuales de nuestra sociedad, o que haga uso de la tecnología -un ordenador, un iPod- “porque lo ha visto utilizar a los estudiantes”). Estas apariciones poseen una naturaleza e instintos plenamente humanos, si bien la mayoría cuenta con un carácter irascible, inestable y posesivo, que les empuja a cometer actos crueles y violentos si no anteponen la fuerza de su voluntad. Su enojo puede disminuir la temperatura ambiente hasta casi el punto de congelación, mientras que su contacto transmite una insólita sensación de calor; durante la Noche de Brujas todos ellos quedan liberados de sus ataduras y pueden conducirse con entera libertad.

 

«Taibhse» es una novela que cumple más que dignamente su papel como producto de entretenimiento. Narrada en un sempiterno tiempo presente en el que prima la inmediatez, su atractivo reside en su fluido y fresco estilo narrativo y en el tratamiento cercano de los personajes, alejado de los planteamientos tópicos de la literatura fantástica juvenil -el elegido para salvar al mundo, el objeto de poder, los reinos en lucha, las razas y criaturas fantásticas, la magia, las sagas familiares con poderes sobrenaturales- y la impostación de los productos de moda de temática Romántica Paranormal. Entre palabras en gaélico, comentarios sobre mitología, referencias a la cultura pop, escenas subidas de tono (que no llegan a lo explícito), secundarios de carne y hueso, espectros de todo tipo y un recorrido turístico por diversos parajes de Escocia y, en particular, su capital Edimburgo, Carolina Lozano crea la atmósfera que precisa esta satisfactoria novela impecablemente editada en cartoné, y que ha contado para su promoción con una espectacular web. Aunque autoconclusiva, el final genera suficientes hilos como para propiciar una segunda entrega o, incluso, una precuela; dependerá del éxito de esta obra.