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Libros publicados en 2011

Ínsula Avataria

Una novela que plantea una fusión de muchos géneros y temáticas diferentes, es quizá demasiado extensa, con partes mejorables y no demasiado bien integradas aunque se agradece su ambición. Incluye secciones de clara inspiración cyberpunk, un desenlace que se complica y acelera hasta su estratosférico (y alocado) final, es sumamente crítica con las políticas neoliberales, plantea la eclosión de una economía 3.0 y propone un interesante debate filosófico. No muchos libros pueden poner tanto en el fiel de la balanza

Ínsula Avataria

Luis Besa es un escritor leridano radicado en Segovia, creador del blog filosófico-científico-humorístico Vida Sexual de una Inteligencia Artificial y autor de la novela «Metaversos», publicada por el sello Equipo Sirius en su colección Transversal Ciencia Ficción. «Ínsula Avataria» es su segunda novela, publicada también en Equipo Sirius, una obra que comparte con la primera su vocación especulativa acerca de las posibilidades de los entornos virtuales de nuestro más inmediato futuro.

 

La novela plantea una fusión de muchos géneros y temáticas diferentes –novela militar, ciencia ficción, epopeya naval, thriller económico-, y hace uso de un argumento abigarrado y a ratos extremo aunque casi siempre entretenido y francamente atractivo. La acción se sitúa a mediados del siglo XXI, un periodo en el que millones de personas se conectan a diario a los denominados “metaversos” (emulaciones históricas muy realistas) por razones lúdicas o de negocios, una cultura de avatares que mueve un tercio del PIB mundial.

 

«Ínsula Avataria» es la historia de una persecución a través de un mundo globalizado. La muerte violenta de un ejecutivo mexicano desencadena una trepidante investigación por parte del defenestrado, obeso y adocenado jefe de seguridad del BHL, el quinto mayor banco a nivel mundial… o, mejor dicho, por parte de su enérgica y valerosa esposa Cornelia Pueyo, una agresiva consultora española de amplios recursos y embarazadísima de ocho meses, quien se percata de algunos detalles anómalos que nadie más parece haber advertido. Mientras los asesores de la entidad financiera se centran en las sospechosas circunstancias de su muerte -debido, al parecer, a un disparo fortuito perpetrado por un desarrapado de una favela, y que a la postre resulta ser un ex miliciano-, Cornelia se percata de la asombrosa coincidencia de que a la misma hora de la muerte su avatar autónomo (1) abandona misteriosamente la partida que iba a iniciar, justo en los momentos previos a la recreación de la batalla de El Somme.

 

Cornelia es consciente de que la clave para que su marido recupere el trabajo y regresen a la situación económicamente desahogada que gozaban pasa por descubrir la auténtica personalidad del finado director general de Responsabilidad Social del BHL. La pareja decide comprar entonces una licencia de juego e infiltrarse en busca de respuestas en Empatyzer, una plataforma psicoterapéutica emuladora de las batallas más sangrientas de la historia militar. Comienza así un largo periplo por diversos mundos virtuales: de El Somme a la navegación de altura en el siglo XV, de los últimos coletazos de la peste negra a la desaparición de los asentamientos escandinavos en la Groenlandia de la Baja Edad Media; metaversos donde arrostrar múltiples peligros y que les conducen a descubrir un auténtico complot internacional para trasladar grandes cantidades de “sims” (personajes simulados) entre plataformas de juego. Alguien está ganando mucho dinero haciendo trampas y no dudará en recurrir al asesinato para preservar el negocio y su anonimato.

 

 

Luis Besa es un narrador competente cuya solvencia queda manifiesta de manera especial -y sorprendentemente- en las partes menos fantásticas de esta novela. En efecto, las partes de futuro próximo correspondientes a la vida cotidiana de Cornelia y su marido “Berni” se antojan largas y aburridas (algo menos la aportación del mafioso pakistaní Mahmu el Manuwar y la de Max, el enigmático muchacho que habita en un orbital) mientras que los textos históricos resultan, por lo general, soberbios (al menos, a ojo del profano). La riqueza léxica, descriptiva, de ambientación, ritmo, intensidad dramática y grado de verismo no tienen color entre unas y otras secciones, lo que demuestra, en mi opinión, que Besa es un escritor fantástico competente pero que podría llegar a ser un excelente autor de novela histórica. Desde luego, cualidades no le faltan y valdría la pena explorar nuevamente los dos principales metaversos descritos –la cruenta batalla de El Somme y la muy marinera visión de los arrantzales vascos en la Edad Media- en un libro propio. Con todo, se nota que su corazón está con el núcleo duro de la ciencia ficción.

 

Ciertamente, las descripciones bélicas son vívidas y minuciosas, su afán por el detallismo digno de elogio y su interés fuera de toda duda, en especial relativo a las anécdotas y sorprendentes bulos que corrían entre las trincheras, como las fábricas de cadáveres, los desertores come-muertos, la leyenda del canadiense crucificado que concedía milagros, los arqueros fantasmas, el diablo volador, los niños mártires, los ángeles misericordiosos, los domadores de abejas asesinas y un interminable etcétera. En cuanto a la epopeya marítima, su decurso es emocionante, el resultado incierto y los personajes -arrantzales temerosos de dios convertidos en auténticos corsarios- francamente atractivos. Es lógico que al lector le sepan a poco y quiera más.

 

Por su parte, en el mundo de mediados del siglo XXI muchas cosas han cambiado respecto a nuestro presente: las multinacionales gozan de un poder casi omnímodo, las naciones ven reducida de forma notable su influencia y poder político, la tecnología es omnipresente en todos los órdenes de la vida y las minorías étnicas hacen valer su relevancia creciente (en España, los inmigrantes paquistaníes o “pakis” constituyen un emergente grupo de presión). Ciudad de México es la nueva capital económica del planeta, Madrid una megalópolis que alcanza hasta San Lorenzo del Escorial y Levante una superciudad costera de 500 kilómetros ininterrumpidos de edificios, cemento y autopistas. Nuevos servicios y formas de pensar surgen al amparo del nuevo paradigma: electrocarros autoguiados para transporte metropolitano, avatares personales en la Red, sistemas expertos e inteligencia artificial, domótica, celulares de pulsera, implantes de comunicación, paredes-pantalla, barridos de contraespionaje, anti-marketing, negocios sociales, nuevas drogas de diseño, sociedades ubicadas en limbos legales, metaversos opacos fiscalmente, guerra sucia entre corporaciones… nada nuevo bajo el sol, aunque extrapolado varios años en el futuro y llevado al extremo debido al afán exacerbado de beneficio a corto plazo.

 

El estilo de Besa es afilado y directo al corazón de la narración, destrozando al paso cualquier tipo de convencionalismo aunque, en ocasiones, falle la claridad del discurso y sus metáforas sean tan intrincadas que no siempre se comprendan. El narrador omnisciente disecciona personajes y reporta acción con la calculada parsimonia de un cirujano cínico dotado de un humor negrísimo. Su crudeza narrativa desnuda la parte más egoísta del alma humana y no siempre ofrece a cambio una alternativa grata para nuestra conciencia como especie. Y el argumento es complejo pero lógico y bien estructurado -pese a algunos vaivenes de la trama y ciertas imposiciones arbitrarias (2)-, lo que denota la presencia de un escritor inteligente, comprometido y muy crítico, consciente de la importancia de los detalles a la hora de conformar un texto consistente y veraz.

 

«Ínsula Avataria» es una novela quizá demasiado extensa, con partes mejorables y no demasiado bien integradas aunque se agradece su ambición. Incluye secciones de clara inspiración cyberpunk, un desenlace que se complica y acelera hasta su estratosférico (y alocado) final, es sumamente crítica con la oligarquía económica, las políticas neoliberales y la hipocresía del pensamiento judeocristiano, plantea la eclosión de una economía 3.0 y propone un interesante debate filosófico en torno a ideas tan revolucionarias como desarrollar una utopía política en un entorno virtual o las dudas que podría albergar la Iglesia respecto a la posible humanidad (y existencia de alma) de los avatares. No muchos libros pueden poner tanto en el fiel de la balanza.

 

 

(1) Sebastián Neville, un guiño al capitán inglés Wilfred Percy Neville, héroe de la batalla de El Somme, y a los auténticos colonizadores de Terranova: los pescadores vascos (este último detalle me fue revelado por el autor)

(2) Como la fanática obsesión por emular escenarios virtuales realistas cuando las reglas podrían ser fácilmente alteradas en función de los gustos de los clientes, o algún error evidente como que un avatar pueda ver pisadas en un iceberg a más de 100 metros de distancia.

 

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