«Los que sueñan» es una estimable novela de ciencia ficción que concilia un evidente propósito de entretenimiento con un fuerte componente especulativo de base. El desenlace, pirotécnico y muy divertido, añade acción y emoción a un argumento salpicado por apreciables detalles hard. Pese a su falta de auténtico empaque literario, estamos, a mi juicio, ante una de las obras más interesantes que han ganado el premio Minotauro en los últimos tiempos, y una de las novelas fantásticas de autor español más destacadas del año
Los que sueñan
-Argumento-
Dante Tejera está considerado como uno de los mayores genios de la informática. Vive y trabaja en un lujoso chalet en la montaña dotado de las máximas comodidades, es dueño de una enorme fortuna personal y está casado con una bella e inteligente mujer (Dana) con la que ha tenido un hijo de ocho años (Justin). Es feliz y no puede pedir más a la vida, pero esta idílica existencia empieza a resquebrajarse cuando surgen varios incidentes que amenazan con destruir su estabilidad emocional: su hijo comienza a sufrir horribles pesadillas, en una esquina de la pared de la cocina aparece un punto de bruma “donde la realidad parece perder su consistencia”, experimenta frecuentes pérdidas de memoria, deja-vus y voces que le llaman en plena vigilia… Alguien o algo está intentando comunicarse con él, y una noche un horror informe se materializa ante su presencia.
En otro tiempo y lugar, Dante es un diseñador de cielos virtuales de gran éxito. Vive solo en una casa provista de fuertes medidas de seguridad en el derruido centro de San Francisco, una zona ahora conocida como el Asilo donde moran desahuciados sin recursos, traficantes de órganos y predicadores de sectas de nuevo cuño. Es el único superviviente de los tres creadores originales de Alpha, un entorno virtual al que es posible transferir la conciencia cuando el cuerpo se torna viejo y caduco, alcanzando así de facto el viejo sueño de la inmortalidad.
Pero no solo desean migrar a Alpha clientes ricos a punto de morir, todo el mundo desea dejar atrás una existencia gris en un planeta completamente destruido por dos grandes conflictos bélicos –la Gran Guerra Islámica y la actual ofensiva religiosa contra Alpha, liderada por la Coalición Vaticana–; de hecho, se calcula que la mitad de la población mundial habita ya en alguno de sus cielos de serie o personalizados según su situación financiera, y el resto trabaja duro para obtener el dinero necesario para ello.
Dante se culpa de haber tenido un papel relevante en la destrucción del mundo y con el tiempo ha perdido todo interés por su trabajo. Sin embargo, sigue siendo uno de los principales gestores del sistema y el Oráculo –una Inteligencia Artificial que guía todos sus pasos– le informa de que se están produciendo fallos graves por motivos desconocidos. Dante, que ha jurado destruir a su ex socio Caín Grey, actual dueño de Alpha a quien acusa de la muerte de su novia Dana, ve en ello la oportunidad que buscaba para culminar sus deseos de venganza.
-Crítica-
Elio Quiroga es el flamante ganador del Premio Internacional Minotauro de Ciencia Ficción y Literatura Fantástica 2015, dotado con nada menos que 6.000€ otorgados por la editorial homónima, englobada dentro del poderoso grupo Planeta. Un galardón que desde hace algunas ediciones se entrega en el festival de cine fantástico de Sitges por un jurado conformado, en su mayoría, por personalidades pertenecientes al séptimo arte. Una magnífica idea para infundirle un mayor impacto mediático y, acaso, facilitar su posible traslado al celuloide, sin descuidar los aspectos más literarios del mismo.
Quiroga, escritor, guionista y director de cine, tiene publicadas tres novelas en otros tantos sellos de género: «El despertar» (Timun Mas), «Los códices del Apocalipsis» (Tyrannosaurus Books) e «Idyll» (Dolmen), y ha dirigido cuatro largometrajes entre los que destaca la sorprendente y altamente climática «La hora fría», así como numerosos cortometrajes.
«Los que sueñan» es una ambiciosa historia de ciencia ficción. Un libro excelentemente editado en tapa dura con sobrecubierta, portada inspirada en las dos caras del dios Jano (que recuerda poderosamente al largometraje «Abre los ojos» de Alejandro Amenábar), y que incluye, además, un extenso ensayo divulgativo de 128 páginas sin numerar, por lo que el volumen cuenta finalmente con más de medio millar.
La novela se halla claramente dividida en dos partes: una primera, quizá demasiado larga para la relevancia que ocupa dentro de la trama principal, edulcorada y con escenas bastante previsibles por evidentes razones argumentales, es casi un thriller sobrenatural de tintes solipsistas que cuenta con algunos atractivos detalles de domótica y sirve al propósito de describir cómo sería la vida en un entorno virtual.
Mucho más oscura e interesante es la segunda parte, donde tienen lugar los diferentes conflictos que atañen a los protagonistas y en donde tecnología de vanguardia al alcance solo de una pequeña elite se incardina dentro de una visión deshumanizada y muy pesimista del futuro cercano, todo ello con una clara estética Blade Runner: ciudades arruinadas, smog, transportes aéreos, hackers, merodeadores, contrabando de implantes cerebrales, conexión cortical directa a entornos virtuales, escáneres cuánticos capaces de detectar centenares de características antropométricas, nuevas drogas de diseño, armamento de última generación, fuerzas de seguridad privada que combaten a milicias de religiones oficiales, etc.
Nos encontramos ante un texto de pretensiones fundamentalmente lúdicas, caracterizado por descripciones visuales, escenas dotadas de una coreografía casi cinematográfica, guiños irónicos a Star Trek y otros universos de ficción y, con relativa frecuencia, capítulos enteros de “infodumps” o explicaciones relevantes no integradas dentro de la trama, aunque escritas con la suficiente fluidez y amenidad.
El sugerente escenario se enriquece con una larga lista de conceptos novedosos y hasta cierto punto extravagantes, como los niños rata (clones de inteligencia limitada criados como receptáculos de órganos para trasplantes y que ahora vagan libres una vez cerradas las granjas de cultivo), los soldados cadáver del hacker Boss Pérez (cuerpos fallecidos de clientes de Alpha, repletos de servomotores y controlados en remoto) o el decrépito y centenario Papa aquejado de demencia senil, mantenido con vida gracias a una cama robotizada móvil a modo de exoesqueleto que le administra los nutrientes y medicinas necesarios, elementos que en gran medida no terminan de encontrar su adecuado grado de desarrollo y quedan como efectistas detalles de atrezo.
Existen también otras importantes líneas de acción que complementan la peripecia personal de Dante: el inestable pacto que une a las religiones tradicionales en contra del poder creciente de Alpha, el arma secreta del Vaticano para conseguir la supremacía o diversos aspectos de la jerarquizada y clasista sociedad superviviente. No obstante, el elemento a mi juicio más destacable de la novela, aquel que le relaciona de una manera clara y directa con la ciencia ficción de corte más clásica, es el hecho de que el autor intenta fundamentar lo más sólidamente posible su principal teoría científica y para ello extrapola estudios y experimentos reales.
Quiroga parte del experimento de Young o de doble rejilla (que demuestra la dualidad de la luz, que se comporta como onda y como partícula) y el entrelazamiento cuántico para “demostrar” a nivel macroscópico que una conciencia solo puede residir en un único lugar: el cerebro físico o mapeada en un ordenador, y solo cuando se constata la presencia de un observador (es decir, alguien que activa la copia virtual) por el principio de incertidumbre cuántica la conciencia se transfiere al sustrato artificial y la mente física es destruida en el proceso de manera irreversible. Un razonamiento sencillo y deslumbrante (al menos a nivel formal, puesto que lógicamente no se trata de ciencia real), que refuerza la verosimilitud en la trama de los dispositivos “soulmates” o extractores de almas capaces de almacenar una copia cuántica de la conciencia antes de su volcado final en Alpha. El autor fundamenta esta tecnología en el ensayo titulado “El propósito de todo esto”, un texto de alto nivel cuya lectura, naturalmente, es opcional aunque no puedo por menos que recomendar el breve Apéndice final que resume todo el sustrato científico.
A modo de resumen, «Los que sueñan» es una estimable novela de ciencia ficción que concilia un evidente propósito de entretenimiento con un fuerte componente especulativo de base. El desenlace, pirotécnico y muy divertido, añade acción y emoción a un argumento salpicado por apreciables detalles hard. Pese a su falta de auténtico empaque literario, estamos, a mi juicio, ante una de las obras más interesantes que han ganado el premio Minotauro en los últimos tiempos, y una de las novelas fantásticas de autor español más destacadas del año. Merece ser tenida en cuenta.