Un thriller muy negro ambientado en un futuro cercano y ultratecnificado, en el que los grandes consorcios internacionales han suplantado el papel de los estados. Una narración ligera centrada en la trama, con personajes dinámicos y un escenario plausible.
No es una obra distópica aunque cabe, por supuesto, una lectura en clave de denuncia social, pues en esta novela pesa mucho más la peripecia de la trama y la aventura trepidante que otras cuestiones más filosóficas
Nos mienten
-Argumento-
España, mediados del siglo XXI. La crisis económica, política y social que trajo consigo el cambio de milenio, que algunos creían pasajera, ha acabado provocando el derrumbamiento de la democracia. La Unión Europea se ha desintegrado, la moneda única se ha fragmentado en euros nacionales y las grandes corporaciones se han hecho con los pedazos del sistema, dominando una sociedad altamente tecnológica erigida sobre las ruinas de los estados y practicando un capitalismo salvaje.
A pesar de los avances en genética y cibernética, las guerras, la contaminación, el agotamiento de los recursos naturales y el crecimiento de la desigualdad han convertido el centro de las ciudades en auténticas fortalezas donde viven y trabajan los privilegiados, rodeadas por inmensos barrios periféricos (“las afueras”) habitados por un ejército de desheredados.
Nora Robles es una polizo (guardaespaldas) que trabaja para una de las más importantes corporaciones industriales del país, el poderoso emporio Ramoneda. Su vida es sencilla, planificada, carente de sobresaltos: duros entrenamientos y largas jornadas de trabajo a cambio de un sueldo que le permite subsistir junto a su marido, también polizo, en un pequeño apartamento de apenas veinte metros cuadrados en uno de los numerosos rascacielos de la zona norte de Madrid. Desean tener un hijo, comprar el piso en el que viven, permitirse algún capricho, sobrevivir. Sin embargo, sus planes se vienen abajo cuando es injustamente acusada del asesinato del heredero del imperio familiar al que sirve. Nora se ve obligada a huir, a escapar de una conspiración que cobra una dimensión cada vez más terrorífica.
-Crítica-
Eduardo Vaquerizo escribe un thriller muy negro ambientado en un futuro cercano y ultratecnificado, en el que los grandes consorcios internacionales han suplantado el papel de los estados. Los afortunados que tienen la suerte de trabajar para los ricos y poderosos dirigentes obtienen a cambio de su lealtad dinero y servicios exclusivos que otrora se encontraban al alcance de toda la población: sanidad, seguridad, oportunidades de ocio, perspectivas de mejora. Vaquerizo plantea un sustrato socioeconómico basado en el beneficio mutuo, sólido, sostenible y verosímil, aspecto que suele flaquear en las novelas cyberpunk que generalmente justifican sus excesos atendiendo al simple darwinismo económico; una sociedad egoísta y heredera de la actual, que ahonda en sus aspectos más negativos para resaltar las injusticias de nuestro presente.
«Nos mienten» no es, sin embargo, una obra distópica y mucho menos “indignada”, pese a la inteligente campaña de marketing que ha rodeado el libro y que ofrece frases tan ingeniosas como “Los pueblos que olvidan su futuro están condenados a sufrirlo”, que dota de un nuevo y angustioso significado a la célebre cita de Cicerón. Cabe, por supuesto, una lectura en clave de denuncia social, pero en esta novela pesa mucho más la peripecia de la trama y la aventura trepidante que otras cuestiones más filosóficas. Y ello a pesar de que somos muchos los que nos preguntamos por qué no surgen auténticas distopías dada la coyuntura actual, en vez de tantos productos lúdicos destinados al mero consumo.
El escritor madrileño despliega toda una batería de artefactos tecnológicos –la mayoría de carácter militar– que añaden un plus de consistencia a su retrato de futuro sombrío: consolas de realidad aumentada con proyección de imagen directa al córtex, trajes inteligentes, armaduras reactivas, sensores de intrusión, armas teledirigidas, drones artillados, redes tácticas, bloqueo electrónico de armas, sistemas de seguridad invasiva, trajes de vuelo casi supersónico, bots de automatización, técnicas de modificación de rasgos faciales, y un largo etcétera.
Por su parte, los polizos encarnan el rol de empleado corporativo de bajo nivel (equivalente a la actual clase media), obligados por contrato a mantener una disponibilidad total y a ser controlados en tiempo real diversos parámetros de salud como el índice de masa muscular y ósea, o el nivel de alcohol en sangre, lo que condiciona su vida personal y les obliga a introducir continuas retromejoras médicas en su cuerpo para potenciar la fortaleza de los músculos, acelerar reflejos, reponerse más rápido de heridas y enfermedades… un vínculo perverso que reduce su tiempo de utilidad al periodo en que puedan seguir demostrando de manera fehaciente su juventud y productividad.
Una existencia abocada al pago de cuotas, obligaciones y alquileres con el que intentar mantener su estatus actual, firmando hipotecas que heredarán los hijos de sus hijos durante generaciones, con pagos que irán incrementándose exponencialmente hasta ahogar cualquier economía doméstica. Una sociedad donde el liberalismo no conoce límites y la injusticia social alcanza extremos inimaginables, donde la desinformación es norma en los medios de comunicación controlados por el poder y la brutalidad policial reprime cualquier atisbo de rebeldía.
Nos vemos retratados en el personaje de Nora, que ha resistido relativamente bien los embates de las sucesivas crisis hasta que la desgracia le golpea de lleno. Una mujer fuerte y de complejo carácter (como la protagonista de “M34” en Terra Nova #3, otro thriller futurista) que, sin embargo, se deja llevar por la rabia y los sentimientos, que actúan sobre ella como una catarsis que le empuja a seguir adelante, a buscar una salida y no rendirse jamás. Pese a todo, se aprecia una evidente sobreactuación que le resta parte de su verosimilitud, con zonas oscuras que pueden quedar ocultas por su disfraz de heroína de circunstancias (pone en riesgo a su familia durante la huida, aprovecha sin remordimiento la muerte de su ángel platónico, no duda en unirse a la resistencia para lograr cobijo, proyecta sus carencias en terceros); un alma egocéntrica hija de su tiempo a quien le cuesta incluso dar el paso de comprar medicinas a su propia madre moribunda.
En cuanto a estilo, Vaquerizo desarrolla una narración ligera centrada en la trama, con personajes dinámicos y un escenario plausible. Subsiste, no obstante, algún capítulo de tono introspectivo y ritmo más reposado, donde sale a relucir su capacidad como estilista, pequeños entreactos donde describe con afilada precisión cursos vitales y situaciones muy crudas; capítulos como “Madre”, donde hay espacio para la crítica descarnada y que, incluso, podría tener vida independiente como relato.
«Nos mienten» es una novela amena escrita con oficio, aunque en lo argumental se mueva dentro de lo previsible. Un thriller trepidante que abusa de los lugares comunes (activistas hackers asociales, veloces persecuciones, explosiones de distracción) y de las larguísimas escenas de acción coreografiadas con estética de manga japonés, y cuyo desenlace incurre en una efectista triple pirueta mortal. Personalmente, hubiera preferido una crítica más incisiva y visceral al sistema.
Eduardo Vaquerizo, escritor prolífico, es autor de «Danza de Tinieblas» (2005, premios Ignotus y Xatafi-Cyberdark), una brillante e imaginativa historia alternativa en la que el imperio español forjado durante los siglos XVI y XVII se perpetúa hasta un alterado presente, y cuya continuación es «Memoria de tinieblas» (2013, premios Celsius e Ignotus). Ha publicado también «La última noche de Hipatia» (2009, premios Ignotus y Xatafi-Cyberdark), la novelización de la película española de ciencia ficción «Náufragos» (2001, Stranded), «Tres motivos para morir en Madrid» (2014) y la antología «Dulces dieciséis» (2014).