Valoración en breve:
Punto de arranque de una trilogía ambiciosa y de ritmo frenético en la que el gusto por el género negro se extrapola a un futuro tecnológico ultraviolento. Una trama adictiva de la que se espera su próxima adaptación como serie en Netflix.
Esta obra le debe tanto a la novela clásica de detectives como al séptimo arte. Su argumento homenajea a personajes carismáticos como Philip Marlowe sin ánimo de trascenderlos y, así, recurre a lugares comunes, convenciones del género y tópicos. En cambio, la estética cyberpunk va mucho más allá del simple cliché pues forma parte esencial del devenir argumental, siendo un elemento coherente y terriblemente atractivo.
Una muy interesante Opera Prima.
Carbono modificado
-Argumento-
Siglo XXV. La humanidad se ha expandido por la galaxia bajo el férreo control de las Naciones Unidas. A su vez, la digitalización de la conciencia en un disco implantado en la base del cerebro, fácilmente descargable en un nuevo cuerpo, ha alterado radicalmente la percepción del mundo. Takeshi Kovacs, acusado de genocidio en nombre de la ONU y condenado a una larga estancia en almacenamiento, es requerido por el magnate Laurens Bancroft para que investigue su propio y reciente asesinato. A partir de ese momento, Kovacs deberá desenvolverse en un sórdido mundo de violencia, corrupción, traición y venganzas personales, que une inextricablemente las altas esferas del poder con el universo del hampa. El descubrimiento del cuerpo muerto (por Muerte Real) de una católica dotará al caso de un nuevo rumbo y, para colmo, alguien ha pagado a un matón profesional para "encargarse" de Kovacs, quien rápidamente pasa de cazador a presa.
-Valoración-
Carbono modificado fue la tarjeta de presentación de Richard Morgan, el punto de arranque de una trilogía ambiciosa y de ritmo frenético en la que el gusto por el género negro se extrapola a un futuro tecnológico ultraviolento. Una trama adictiva de la que se espera su próxima adaptación como serie en Netflix.
Esta obra le debe tanto a la novela clásica de detectives como al séptimo arte. Su argumento homenajea a personajes carismáticos como Philip Marlowe sin ánimo de trascenderlos y, así, recurre a lugares comunes, convenciones del género y tópicos, como el magnate excéntrico que contrata a un duro investigador privado para resolver un misterio por medios, cuando menos, alegales; su atractiva esposa, que le tienta con una propuesta alternativa; el protagonista, que encaja perfectamente en el rol de terco perdedor solitario; la policía que sigue de cerca sus pasos; la mafiosa que le busca para vengarse; y, de fondo, la ciudad de Bay City como trasunto de Nueva York, un paisaje urbano degradado donde tiene lugar acción a raudales, abundante jerga y tiroteos con anticuadas pero coloristas armas de proyectiles.
En cambio, la estética cyberpunk va mucho más allá del simple cliché: los implantes que mejoran el comportamiento en combate, las drogas que multiplican la capacidad cognitiva, la realidad virtual de gama alta, los virus, la bioingeniería, etc. forman parte esencial del devenir argumental, siendo elementos coherentes y terriblemente atractivos.
La digitalización de la conciencia humana en discos y la consecuente utilización de cuerpos o "fundas" temporales merece un capítulo aparte. No es un concepto realmente nuevo en la literatura de anticipación: José Antonio Cotrina, por ejemplo, acuñó los términos de "compilación" y "cuerpos descartables" en sus novelas cortas Mala racha y Salir de fase (Premio UPC 2000). Sin embargo, el gran acierto de Morgan es ir más allá y explorar todas las posibilidades e implicaciones, tanto tecnológicas como morales, extrapolando resultados a partir de la sociedad actual: el disfrute de cuerpos sanos y jóvenes por parte de unos pocos privilegiados, su utilidad como copia de seguridad, la clonación que garantiza el "reenfundado" en un cuerpo idéntico, la coexistencia de cuerpos orgánicos y sintéticos, la reutilización de un mismo cuerpo por diferentes individuos con el cambio de perspectiva que ello conlleva(1), la dificultad para amar a la persona encarnada en un cuerpo diferente, la aparición de un mercado ilegal de recuerdos de famosos, penas de privación de libertad sustituidas por almacenamiento, el shock de la readaptación al futuro... Para la minoritaria secta católica, el nuevo paradigma supone una aberración abominable. Para los ricos mat(usalem), la puerta a la inmortalidad de facto. Para las Inteligencias Artificiales, la obtención del estatuto legal de personas. Y para la ONU una forma de intervención rápida en lejanas zonas de conflicto. Una interminable lista de potencialidades ofrecidas por el Carbono Modificado.
La novela gira, pues, en torno a esta digitalización, que altera radicalmente la forma de entender la vida, las normas sociales y las reglas del juego de la política y el poder. Elimina inhibiciones y aumenta, por tanto, la brutalidad en las relaciones humanas, como puede apreciarse en la crudeza de algunas escenas de violencia, sexo explícito o, especialmente, tortura, dado que la mayoría de las lesiones y muertes se convierten en subjetivas (virtuales o reales, pero con posibilidad de "vuelta atrás" en un nuevo cuerpo con la misma conciencia). Cuando la muerte ha sido prácticamente erradicada, la única coacción posible viene de la mano del dolor: la violencia se extrema, la tortura es práctica habitual y hasta el departamento homicidios de la policía pasa a denominarse eufemísticamente Lesiones Orgánicas. Ante la tesitura de adaptarse o ser pisoteado por los acontecimientos, Kovacs demuestra que puede recurrir a los mismos métodos que aquellos a los que denigra, con la leve salvedad de que en el fondo posee una conciencia que tarde o temprano le exigirá redención.
El estilo extraordinariamente directo de Morgan no admite cortapisas. Emplea sin pudor la técnica de inmersión total; es decir, sumerge a sus personajes en un universo caótico sin preámbulos ni explicaciones. Como consecuencia, en determinados momentos su narrativa puede llegar a ser críptica, exigiendo al lector no sólo la máxima concentración sino inteligencia para seguir sus afilados diálogos y reflexiones cargadas de profundidad. Un tono pesimista e introspectivo, característico del género, preside la narración, al tiempo que el antihéroe hace equilibrios para avanzar en la investigación a golpe de músculo y humor negro, enfrentándonse además a su pasado.
La novela venía precedida por un cierto halo de obra transgresora e iconoclasta que, a mi juicio, cumple con matices. Cierto que homenajea al género negro desde la ambientación futurista, que los personajes "respiran", que el texto destila inteligencia y borda un vibrante final pleno de sentimientos enfrentados, pero carece de la altura literaria que le hubiera hecho brillar al nivel que merece. La novela posee igualmente algunos puntos flacos, menores, como que tratándose de un rompecabezas con tan pocas piezas nuestro particular Sam Spade olvide interrogar a la persona que encontró el cuerpo: la hija del magnate; ni se comprende que determinado personaje secundario cambie inesperadamente de bando en el momento crucial; o que en la resolución se emplee un elemento tan trillado como un virus informático. Tampoco se explotan determinados elementos de ambientación futurista que podrían haber dado mucho juego, como clarificar el papel de la ONU como ente político y su relación con las colonias, los restos arqueológicos marcianos hallados en la Tierra y otros planetas, los belicosos orbitales, etc.
Una muy interesante Opera Prima que amplía su escenario en las esperadas continuaciones: Broken Angels y Woken Furies.