Baxter es un perro muy especial y no solo por una curiosa tara genética a la que debe su color blanco y unos ojos azules que le dotan de un aura extraña y sobrenatural. Es un bull terrier inteligente, empeñado en encontrar a un humano a su altura al que poder acompañar (que no servir) y del que aprender. Se sabe un ser único, superior, nadie huele ni se comporta como él, humanos y animales le respetan, y se considera un modelo a seguir.

 

Baxter pasará por diversos “amos” humanos en el microcosmos de Hawley Street, desde la anciana señora Prescott con la que convivió desde cachorro a los Grafton, una joven pareja con quienes fue feliz durante un tiempo hasta ser desplazado por la criatura más débil y menos inteligente que ha conocido: un bebé. Finalmente, conoce a Carl Fine, un muchacho solitario de trece años al que no le gusta la gente y que se pasa las horas muertas en el cercano vertedero donde tiene una guarida secreta en la que oculta fotografías de Hitler. Sus padres, preocupados por su apatía social, deciden regalarle el perro de los Grafton a pesar de las desgracias que parecen acompañarle y ambos encajan a la primera, al punto de hacerse inseparables.

 

Carl descubre pronto que el perro posee una fina inteligencia y que le obedece por su fuerza, no por amistad. Baxter es consciente de que el niño le observa con comprensión y que debe tener cuidado. Un percance con un perro callejero les revela el gran poder de atracción que posee la violencia y la muerte, y desde ese momento el chico comienza a experimentar con los límites de sus deseos de sangre y a fantasear con la idea de asesinar a sus propios padres. El desenlace demostrará, una vez más, que los animales más crueles somos siempre los humanos.

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Baxter es uno de los títulos fantásticos más destacados de entre los publicados en 2020, un thriller breve pero altamente climático que, pese a haber sido editado originalmente en los años setenta, permanecía inédito en nuestro país y que se devora –literalmente– en apenas unas horas.

 

Baxter es un perro inteligente y consciente de su propia superioridad, que nos obliga a observar el mundo de una manera distinta, sin la menor muestra de empatía y centrado siempre en una fría, lógica y egoísta manera de pensar («La debilidad siempre es un error»). Se considera un ser libre que obedece a su voluntad y vive según sus propias normas; además, se siente orgulloso de no sentir miedo ni amor. Ciertamente, conoce pero no comprende las costumbres humanas y sus motivaciones, las malinterpreta y desprecia porque se le antojan extrañas, absurdas. Por otra parte, confía en su instinto porque le resulta útil –le advierte de posibles peligros y así logra reaccionar a tiempo en numerosas ocasiones⁽¹⁾–, pero a pesar de que también le empuja a crear un vínculo con un ser superior, entiende la lealtad de forma muy diferente al de sus congéneres.

 

Alrededor de Baxter gravita siempre la sospecha de que algo morboso y trágico puede ocurrir: impulsos violentos, accidentes, muertes… pero la suya no es la única mente perturbada que habita en el vecindario, pues a los pensamientos morbosos del joven Carl se suman el de toda una caterva de secundarios: la señorita Cuzzo que piensa que la vida de su padre se ha extendido «más allá de la dignidad», el padre de Verónica que planea asesinar a los cachorros de su perra porque le parecen asquerosos y le suponen un engorro, sin olvidar a la anciana señora Prescott y al bebé de los Grafton. Es decir, el más brutal y cínico egoísmo se abate sobre las criaturas más débiles e inocentes del entorno.

 

Como vemos, el libro coquetea con un fantástico difuso, que se adentra en la crudeza y la angustia más que en el habitual terror/horror sobrenatural y, pese a su brevedad, contiene numerosas escenas de tensión, por lo que resulta perfecto para su adaptación al cine –de hecho, existe una película de 1989 dirigida por el francés Jérôme Boivin que recibió una magnífica acogida de la crítica, un título que merece la pena visionar–. El desenlace se resuelve en un juego de amenazas y traición de incierto resultado, en el que la esencia del mal termina por expandirse a la ciudad, dejando al lector el recuerdo de una obra sencilla aunque teñida de gran profundidad, en donde destaca la voz transgresora y brillante de su perro protagonista.

 

Esta primera edición en castellano de la novela cuenta con una excelente introducción de Grady Hendrix, autor de la obra de culto Paperbacks From Hell, quien nos sitúa en contexto: Greenhall quiso ser un escritor sutil en una época en la que los autores de terror se esforzaban por resaltar lo grotesco y lo macabro; frente a obras repletas de páginas que únicamente pretendían aterrorizar, Greenhall planteaba pequeñas piezas de artesanía cuya atmósfera afectaba a la cordura de sus personajes. Esta historia, escrita en un periodo de auge de relatos sobre animales asesinos –Tiburón, Cujo, Las ratas–, fue publicada originalmente en una editorial de tercera; en cambio, debemos felicitarnos porque la edición española lo haya hecho en uno de los mejores sellos consagrados a la narrativa contemporánea de terror: La Biblioteca de Carfax. Gracias a sus editoras, a la traductora Blanca Rodríguez y al ilustrador Rafael Martín, podemos disfrutar de esta impactante historia como merece.

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(1) Por ello resulta incoherente que no supiera, de una manera instintiva, lo que es una hembra preñada o un cachorro humano.