Valoración en breve:
Tamsyn Muir plantea un interesante y recargado escenario gótico, mestizo de una ambientación medieval y una otrora alta tecnología, oxidada tras miles de años de abandono. Un microcosmos singular, dinámico y repleto de extraños nombres de personajes y topónimos, en el que intenta amalgamar distintas temáticas, subgéneros y ambientes en un único texto tan oscuro, caótico y misterioso como la propia trama.
La pluma afilada y contundente de esta joven escritora neozelandesa define un estilo visceral, descarnado, dominado por personajes femeninos fuertes y no siempre heteronormativos. Ciertamente, una de las razones del éxito de esta novela reside en la manifiesta rivalidad entre sus dos protagonistas principales, las cuales se profesan un odio eterno que exteriorizan en diálogos particularmente broncos
Gideon la Novena
-Argumento-
Gideon ha crecido en un mundo gélido y desolado, en una lóbrega ciudad subterránea sobre la que se alza el ruinoso castillo de Elegioburgo. Joven e impetuosa, pero también vulgar y malhablada, odia a todo el mundo y es despreciada por todos, por lo que una y otra vez intenta, sin éxito, escapar de ese agujero infecto para dejar atrás una vida de servidumbre debido a su condición de huérfana.
Cuando el Emperador Nigrolord Supremo solicita la presencia en palacio del heredero de cada una de las Nueve Casas del sistema, todas se aprestan a cumplir sus deseos. Harrowhark Nonagesimus, reverenda hija de la Novena Casa y extraordinaria bruja de los huesos, acude acompañada de Gideon, un auténtico grano en el culo desde que fue encontrada siendo un bebé, pero también la mejor espadachina en activo de su mundo y, probablemente, la mejor que hayan tenido jamás.
El Rey Imperecedero desea someter a sus leales súbditos a un examen para probar su inteligencia y habilidades. Quienes tengan éxito se convertirán en lictores, discípulos cuasi-inmortales elegidos para ejercer un enorme poder en su nombre, pero la prueba se convierte pronto en una pelea mortal en la que todos deben luchar contra todos por el simple hecho de sobrevivir.
-Valoración-
La escritora neozelandesa Tamsyn Muir ha cosechado un notable éxito con Gideon la Novena, primer título de la trilogía de la Tumba Sellada –que recientemente se ha anunciado que se convertía en tetralogía–, premio Locus 2020 a la mejor novela debutante y finalista nada menos que del Hugo, Nebula y World Fantasy. Una obra compleja, algo extraña y muy original, que mezcla diversos subgéneros y temáticas de tal forma que «en ella presenta un brillante sistema solar de duelos con espada, politiqueo despiadado y nigromantes lesbianas, una emocionante historia de ciencia ficción fantástica», según una acertada frase promocional. El libro, excelentemente editado en tapa dura con sobrecubierta por parte del sello Nova, ha sido traducido por el prolífico (y excelente) David Tejera y se completa con un dramatis personae de las diferentes Casas, un glosario de términos y diversos documentos relacionados.
La novela da comienzo en el hogar forzoso de Gideon Nav desde que su madre muriese en extrañas circunstancias dejándola al amparo de la vetusta pero orgullosa Novena Casa, un mundo decrépito y empobrecido obsesionado con los ritos y costumbres funerarias, escasamente poblado por una cohorte de sacerdotes de la misteriosa Tumba Sellada, profesas de clausura, antiguos peregrinos reconvertidos en devotos, anacoretas, eruditos y místicos… además de por una legión de esqueletos (1) que trabajan las tierras de labranza en régimen de esclavitud gracias al poder oscuro de la nigromancia.
El encuentro en el Palacio del Emperador (o Primera Casa) permite reunir en un mismo lugar a los representantes oficiales de todas ellas, tradicionalmente muy recelosas entre sí a pesar de que practiquen un culto común a su figura (2). Según la liturgia oficial, hace diez mil años se produjo la extinción masiva del sol y los planetas que destruyó cualquier atisbo de vida en el sistema; el Emperador ascendió para resucitar a los muertos y creó a las Nueve Casas, una por cada mundo, a las que ordenó trabajar una habilidad o destreza particular: erigirse en su fuerza, su voz, su corazón, su razón… una nigromancia especial que le ayudase a alcanzar su mayor gloria en el universo. Desde entonces, solo ha confiado en sus lictores, que ahora precisa renovar tras un desgaste de milenios a su servicio.
Cada Casa acude a Palacio con una enorme carga de orgullo, ambición y mentiras para obtener el favor del Emperador y descubrir sus verdaderos objetivos es uno de los mayores atractivos de este libro. Pero la Primera Casa no es, en absoluto, como esperaban: una mansión gigantesca y espectral asolada por la senectud, que engloba cientos de estancias, decenas de laboratorios de ignoto propósito y miles de puertas cerradas que precisan de la llave adecuada para revelar sus secretos, además de algunos fantasmas que no dudarán en arrebatarles el alma mientras osen permanecer en este caótico laberinto.
El nigromante más poderoso de cada Casa se hace acompañar de un caballero espadachín con quien establece un vínculo casi simbiótico; uno y otro se protegerán mutuamente de los peligros reales y espirituales en las diferentes pruebas. Poco a poco, las parejas van cayendo en su intento por superar los sucesivos desafíos que ponen a prueba su valor, inteligencia o tesón, y los supervivientes habrán de establecer un delicado equilibrio de alianzas y traiciones para encontrar las pistas necesarias con las que salir airoso de esta delirante y mortífera yincana.
Tamsyn Muir plantea un interesante y recargado escenario gótico, mestizo de una ambientación medieval y una otrora alta tecnología, oxidada tras miles de años de abandono. Un microcosmos singular, dinámico y repleto de extraños nombres de personajes y topónimos, en el que intenta amalgamar distintas temáticas, subgéneros y ambientes en un único texto tan oscuro, caótico y misterioso como la propia trama.
La pluma afilada y contundente de esta joven escritora neozelandesa define un estilo visceral, descarnado (3), dominado por personajes femeninos fuertes y no siempre heteronormativos. Ciertamente, una de las razones del éxito de esta novela reside en la manifiesta rivalidad entre sus dos protagonistas principales, las cuales se profesan un odio eterno que exteriorizan en diálogos particularmente broncos. Gideon es insolente e irritante, pretende salirse siempre con la suya y emplea un lenguaje corrosivo frente al poder, como el de una adolescente con ansias de libertad –lo que le permite empatizar con un lector esencialmente joven–. Por su parte, Harrow es una mujer despiadada y manipuladora, que acostumbra a jugar sucio y ocultar información, por lo que se erige en su antagonista ideal –que no enemiga, como veremos–; y todo ello sin olvidar, por supuesto, a una pléyade de carismáticos secundarios.
Gideon la Novena es una novela repleta de asesinatos, conspiraciones, trampas, duelos a espada, monstruos, pruebas de ingenio, dramas personales, escenas climáticas, impactantes giros argumentales y un gran enigma de fondo, además de muchos, muchos esqueletos. Pero también es una obra que adolece de un exceso de palabrería, absurdos combates nigrománticos, descripciones vagas y, en ocasiones, escasa claridad expositiva que puede conducir a incomprensión al lector. Una lectura que le debe mucho a los juegos de rol y con algunos puntos oscuros que la autora no se molesta en aclarar (4).
Afortunadamente, su apoteósico desenlace se eleva muy por encima de sus posibles defectos para ofrecer una explicación coherente al misterio, desvelando de paso un villano –en realidad, más de uno– a la altura de las circunstancias. Aunque ya se anuncia una continuación de la novela titulada Harrow la Novena, no sería desdeñable una precuela que relatara los sucesos acontecidos en la Tumba Sellada, que guarda «algo más antiguo que el tiempo» y al que la Novena Casa reza para que prosiga su eterno descanso.