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Libros publicados en 2006

El sueño de la razón

El sueño de la razón

Comentario:

 

En la Europa de 1516, el humanista valenciano Luis Vives lleva una existencia austera y solitaria, dedicado a la elaboración de un tratado filosófico sobre el alma. Hijo de una rica familia de mercaderes conversos, acusados falsamente de practicar en secreto el judaísmo, hubo de abandonar patria y hacienda para labrarse un prestigio como hombre de ciencia en los Países Bajos; sin embargo, los remordimientos por haber sido causante de la tragedia familiar le persiguen noche y día. En su exilio, Luis ha hecho importantes amistades entre los prohombres de la época, y el reputado Erasmo de Rótterdam se ofrece a escribir una carta al señor de Chièvres, el hombre más poderoso de la corte germana, recomendándole como tutor para su sobrino. En palacio conoce al joven y enfermizo rey Carlos V de Alemania, hijo de la reina Juana I de Castilla y Felipe de Habsburgo -Juana la Loca y Felipe el Hermoso-, quien a la temprana muerte de éste se convertirá además en Carlos I de España. Pero no pocos creen ver la mano de la magia negra en tanta desgracia acaecida en la familia real española, y el señor de Chièvres confiesa al valenciano que su labor secreta será dilucidar a la luz de la ciencia qué hay de verdad en todo ello.

 

Mientras, en una recóndita aldea francesa, las brujas Meg y Cèleste son convocadas por el Principal de su orden a participar en un aquelarre durante la noche de San Juan. En la orgía, Cèleste –que ha nacido con el poder de comunicarse con el Más Allá- tiene una revelación en la que los espíritus le manifiestan que alguien o algo está alterando el equilibrio de la realidad y debe buscar la respuesta en un hombre al que todos llaman “Bosque”. Comienza así un largo peregrinaje en solitario para la joven novicia, repleto de peripecias y peligros, acosada por un insidioso asesino enmascarado. Cuando por fin encuentra al enigmático, oscuro y genial personaje, éste le confiesa que recibió un encargo muy especial por parte de Felipe de Habsburgo, gracias al cual pudo reinar, si bien efímeramente; lo que no le cabe duda a Cèleste es que el objeto de poder está siendo utilizado de nuevo por un poderoso brujo para influir en las más altas instancias políticas.

 

Luis y Cèleste cruzarán sus destinos en Bruselas, el primero acompañando a la corte del rey en su camino hacia España, donde espera ser coronado, y la bruja persiguiendo el talismán y su dueño. Ambos embarcarán en la flota real, que parte de Flandes con casi un año de retraso debido a una inusitada temporada de mala mar, sufriendo además una accidentada travesía en la que la magia negra volverá a hacer acto de presencia. Por si esto fuera poco, un fantasma retorna de las cenizas del pasado: el dominico Bernardo, el inteligente y taimado inquisidor que obligó a Luis Vives a delatar a sus propios padres, viaja abordo de la nao real, y el valenciano siente revivir el infierno de su infancia.

 

Como ya hicieran otros afamados cultivadores de fantasía histórica, como Tim Powers, Gene Wolfe o Robert Silverberg, Juan Miguel Aguilera aprovecha las zonas oscuras, las incógnitas e intersticios de la Historia para arrojar nueva luz y reinterpretar acontecimientos siguiendo un enfoque especulativo en clave fantástica. En todo caso, es necesario un enorme esfuerzo de documentación y rigor histórico para que la trama planteada adquiera visos de verosimilitud, para que la sensación de plausibilidad sea plena tanto en un lector general como en el conocedor del episodio histórico en el que se centra el relato. Por otra parte, el autor sigue fiel a su idea de emplear en cada novela un protagonista racional (1) en una época dominada por la ignorancia y el oscurantismo, rompiendo una lanza en favor de la ciencia y logrando además un punto de apoyo con el que el lector contemporáneo pueda sentirse identificado. Sin embargo, este libro es en ese aspecto mucho menos explícito que los anteriores y, de hecho, conocer la particular cosmogonía del escritor se revela imprescindible para determinar que bajo la capa superficial de esoterismo subyace una explicación racional (coherente, además, con el resto de sus novelas, sean éstas de aventura espacial como «Mundos en la eternidad», «El refugio» y «Mundos y demonios», ciencia ficción medieval como «La locura de dios» ó historia especulativa como «Rihla») (2).

 

En efecto, a lo largo de la novela el lector queda con la sensación de que la magia existe, que prevalecen determinados elementos sobrenaturales que no pueden ser explicados por la ciencia -sea ésta pasada, presente o futura-, provocando el efecto contrario al deseado por el autor (al menos, a tenor de lo manifestado en diversas entrevistas). Existe una dimensión mágica, el Annwn o inframundo donde moran espíritus y demonios, un plano al margen de la “realidad” en el que Luis y Cèleste deberán enfrentarse a la inteligencia que rige el caos. Esta idea aparece también en «Rihla», pero acompañada de una explicación en la que cabe una interpretación racional –aunque indemostrable según la ciencia actual-, desarrollo que se obvia en este libro. Por otra parte, el argumento utiliza gran cantidad de elementos que los Best Seller pseudo-históricos más estereotipados se han ido apropiando a lo largo del tiempo: un episodio histórico crucial, una conspiración que se remonta a la antigüedad y que tiene por objeto cumplir una antigua profecía, alta política, grandes personajes de la época (en este caso, completamente desaprovechados, salvo un ilustre artista), órdenes monásticas, brujería, superstición, asesinos enmascarados, Inquisición, etc. Todo ello obtiene por resultado una trama ligera y sin otra pretensión que agradar, coqueteando con demasiada frecuencia con temas tradicionalmente asociados al esoterismo.

 

Una vez más, Aguilera demuestra ser mejor narrador que estilista, pero un narrador con mucho oficio capaz de atrapar el interés del lector en todas y cada una de sus historias. Por las propias características del relato, la narración posee menos momentos épicos de lo que nos tiene acostumbrado, aunque son tan trepidantes y visuales como siempre; sin embargo, los personajes carecen de la empatía de anteriores ocasiones y la mayor abundancia de diálogo no suple la carencia de exotismo de las descripciones. Los detalles de ambiente están bien engarzados en la trama, pero no alcanzan el nivel de excelencia de «Rihla» (ni, por supuesto, su grado de inmersión en la época): apenas esboza la hedonista sociedad borgoñona, el contraste entre la opulencia del norte de Europa y la sobriedad castellana, la travesía de la flota real más allá de las sorpresas esperables. Sólo el último tramo, el recorrido por algunas villas del norte de España, arroja un giro sorpresivo pero inverosímil hacia una mitología autóctona como expresión local de una cosmogonía universal.

 

Concluida la misión, cada personaje toma un camino diferente, y esa es la sensación que permanece tras la lectura de la novela: de olvido tras el deber cumplido. El subtítulo del libro reza: “Aventuras, magia, intriga y misterios en la convulsa Europa de comienzos del siglo XVI”, y eso es exactamente lo que encontrará el lector: un atractivo pero ocioso producto de entretenimiento (3).

 

 

(1) Que, paradójicamente, actúa de mero cronista de unos hechos en los que carece de poder de intervención. Asume, simplemente, el mismo rol que el lector.

(2) Para Aguilera, el universo se rige por el más salvaje principio antrópico: la vida es la fuerza más poderosa, capaz incluso de modelar las constantes fundamentales de la física. En sus novelas, el autor utiliza como fondo la misma cosmogonía: una criatura que evolucionó en un cometa de la nube de Oort cayó sobre la Tierra y su crecimiento explosivo provocó los recelos de sus hermanas, quienes enviaron una lluvia de cometas para destruirla; esa criatura, disgregada, dio origen a la vida tal y como la conocemos. Esta novela describe un viaje al interior de la mente de esa extraña criatura.

(3) Sorpresivamente en esta editorial, con algunos errores de edición: falta de preposiciones, frases repetidas, palabras erróneas (“alineados” por “alienados”), etc.

 

Valoración: Interesante

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