Es necesario reconocer la valentía de José Antonio Suárez para plantear un argumento tan arriesgado y espinoso -incluso tabú- como es sugerir una nueva Guerra Civil motivada por la fragmentación territorial de España. Y lo hace, además, dibujando un marco socio-político terriblemente sólido y excelentemente planteado, alejado de vacuos maniqueísmos y sin que su pluma tome partido por ninguna facción enfrentada. Obviamente, para ser verosímil precisa exagerar el escenario actual y llevar a extremo algunas situaciones, pero el resultado es sumamente natural, como si causa y efecto fueran inevitables. Un ejercicio de equilibrio y especulación del que Suárez, en mi opinión, sale notablemente airoso
Tercera República
José Antonio Suárez es conocido en ámbitos literarios fundamentalmente por su faceta como escritor de amenos relatos de ciencia ficción de trama aventurera y espacial; ahí tenemos su divertidísima trilogía de Meldivén -formada por las obras «Rebelión en Telura» (Edebé, 2002); «Salvad el Universo» y «Efecto Lucifer», las dos últimas aún inéditas-, y sus novelas «Nuxlum» (2000), «El despertar de Nuxlum» (2001), «Peregrinos de Marte» (2003), «Sombras en Titán» (2006), «Nada nuevo bajo el sol» (2006), «Cristales de fuego» (2007), «Almas mortales» (2007) y «La luz del infinito» (2009), todas publicadas en sellos especializados como Equipo Sirius, Parnaso, Espiral, Por la Tangente ó Ábaco. En ellas, su inicial interés por la aventura épica en el espacio profundo y el futuro lejano ha ido dando paso a argumentos más centrados en el presente y las preocupaciones humanas, historias, en cualquier caso, propias de la ciencia ficción más clásica y reconocible. Por ello el cambio de registro experimentado en «Tercera República» ha sido tan grande que ha sorprendido a propios y extraños, un relato que podemos denominar de política-ficción ambientada en nuestra realidad más cercana y en el que la estrategia y el ejercicio del poder a escala nacional e internacional juegan un papel estelar.
Si bien es cierto que en la actualidad es una temática que apenas se cultiva en España, la política-ficción gozó antaño de momentos de auténtico esplendor, especialmente a finales del siglo XIX en el periodo conocido como proto-ciencia ficción -con novelas de corte bélico y generalmente revanchista acerca de la situación internacional del país- y posteriormente tras la transición española, en la que abundaron todo tipo de relatos de historia alternativa (a este respecto, véase el excelente artículo de Juanma Santiago: "Ucronías sobre la Guerra Civil"). En los últimos años muy pocas han sido las obras destacables que tuvieran la política por temática estrella, si bien no podemos olvidar la antología «Franco. Una historia alternativa» en la que brilla con luz propia la magistral “Ñ”, de David Soriano.
En la presente novela, Suárez plantea un interesantísimo thriller político en el que se cierne sobre España el estigma de una nueva Guerra Civil: la monarquía constitucional ha dado paso, mediante referéndum, a una incipiente república colmada de problemas. El partido socialista en el poder se encuentra fracturado y Cataluña y Euskadi aprovechan la coyuntura para esgrimir reivindicaciones soberanistas que a duras penas son acalladas mediante la firma del Pacto de Olot por el que se les conceden privilegios económicos y permiso expreso para celebrar un plebiscito que sustituya a los actuales Estatutos de Autonomía por un marco político de cosoberanía. Este hecho, unido a la delicada situación exterior originada por el desmantelamiento de las bases americanas en suelo español y la intención del gobierno de entregar las plazas de Ceuta y Melilla a Marruecos, causa una extraordinaria conmoción en el seno de la oposición y el ejército.
Luis Duarte, Jefe del Ejecutivo –el equivalente al rey en un régimen monárquico-, es el artífice de estos revolucionarios cambios que el estamento castrense, valedor según la Constitución de la indivisible unidad de España, no está dispuesto a tolerar. Se intuye una conspiración para derrocar al Gobierno, acaso una intentona golpista que lo sustituya por una junta militar, pero las pruebas no son concluyentes y/o alguien cercano las está manipulando en secreto.
Mientras los servicios de información civiles y militares trabajan sin descanso, en las calles los acontecimientos se precipitan: declaraciones incendiarias de políticos opositores son seguidas por sangrientas manifestaciones y aún más violentas contra-manifestaciones, se recrudecen los disturbios en las ciudades autónomas del norte de África, los atentados terroristas con fines políticos e, incluso, hacen su aparición comandos paramilitares responsables del secuestro y ejecución de adversarios políticos. El asesinato del líder de la ultraderechista Unidad Nacional actúa como detonante para que el golpe finalmente se fragüe y obtenga un éxito parcial (1) que se afianza con el paso del tiempo. España se divide entonces en regiones favorables y contrarias al golpe, y la lucha fraticida se convierte en inevitable.
Es necesario reconocer la valentía de José Antonio Suárez para plantear un argumento tan arriesgado y espinoso -incluso tabú- como es sugerir una nueva Guerra Civil motivada por la fragmentación territorial de España. Y lo hace, además, dibujando un marco socio-político terriblemente sólido y excelentemente planteado, alejado de vacuos maniqueísmos y sin que su pluma tome partido por ninguna facción enfrentada (aunque debo admitir que este texto difícilmente podría venir firmado por un nacionalista catalán o vasco, ni un izquierdista partidario del federalismo). Obviamente, para ser verosímil precisa exagerar el escenario actual y llevar a extremo algunas situaciones, pero el resultado es sumamente natural, como si causa y efecto fueran inevitables, y ahí radica uno de los puntos fuertes del volumen. Un ejercicio de equilibrio y especulación del que Suárez, en mi opinión, sale notablemente airoso.
Además, se introduce literalmente en la piel de cada personaje a la hora de razonar, con una lógica aplastante, las razones esgrimidas para tomar una determinada línea de acción, incluso justificar el golpe militar. Nadie es, al menos inicialmente, perverso ni particularmente egoísta sino que cada cual toma cartas en el asunto impulsado por motivos altruistas. A este respecto, resulta paradigmático que la inmensa mayoría de protagonistas (incluido militares) se movilicen en defensa de la nación española y la Constitución; al menos, de su idea de la misma -la actual o la reformada por los republicanos-. Se trata, por tanto, de un conflicto básicamente entre constitucionalistas que la derecha reaccionaria y los militares anti-demócratas aprovechan en su favor. Desgraciadamente, como sucede en todo conflicto armado, no tardan en aparecer quienes se aprovechan de la inestabilidad, los asesinos terroristas y los sicarios.
Cada personaje y/o facción enfrentada –Luis Duarte (Jefe de Estado), Maeso (presidente del gobierno), Ledesma (secretario general del Partido Socialista), Montoro (capitán general de Andalucía, militar socialdemócrata que asume el liderato del alzamiento), Pedro Carmona (general de división, un fascista instigador del golpe), Sajardo (socialista escindido del partido), el rey Felipe VI exiliado en Roma, los Estados Unidos de América, la OTAN, la Unión Europea…- juega sus bazas en busca de alianzas variables en función de los intereses del momento, piezas de un tablero de política internacional en el que el embajador americano en España actúa como un demiurgo que mueve los hilos a su antojo, haciendo avanzar o retroceder la contienda según convenga a los intereses de su país.
Aún así, resulta notable la ausencia de personajes femeninos. El único relevante es Joana Sirvent, periodista y colaboradora activa de la causa independentista catalana, cuyo novio es un cámara que trabaja para un periódico de derechas de Madrid. Juntos forman una singular pareja que personaliza la idea de que es factible el entendimiento entre partes cuyo pensamiento no tiene por qué ser idéntico, pese a que terceras partes se empeñen en distanciarlos por todos los medios. Ambos jugarán un papel trascendental en la superación final del conflicto.
«Tercera República» es una narración correcta y sin ambages, en la que destacan la claridad expositiva y los diálogos al servicio de la trama. La caracterización de personajes es funcional pero efectiva y, una vez generado el clima de convulsión política necesario, no se limita a narrar los hechos como en un ensayo o artículo histórico sino que integra los acontecimientos dentro de la trama y los vaivenes de los personajes. La novela adopta entonces carácter de pasa-páginas imposible de abandonar.
Como reproches, cabe indicar que ningún personaje nacionalista queda bien parado, bien por mostrar posturas claramente egoístas o por faltos de visión global del conflicto. Por otra parte, algunas acciones resultan demasiado extremas incluso para el caso de un hipotético alzamiento militar (magnicidios, ejecuciones sumarias, empleo de armas de destrucción masiva), sin olvidar los poco creíbles comentarios puestos en boca de algunos máximos mandatarios socialistas que proponen en un gabinete de crisis soluciones que entran dentro del totalitarismo fascista. Sorprende igualmente que en la cúpula militar subsistan componentes antidemócratas, cuando por simple relevo generacional deberían haber sido depurados, pero, sobre todo, que la vía de entendimiento final, ese mínimo común denominador de la convivencia entre españoles, pase por la merma de derechos a las nacionalidades históricas reconocidas en la Carta Magna.
Las equivalencias y similitudes con la Guerra Civil son muchas y evidentes, aunque no completas. La diferencia básica es que, pese a las algaradas, no parece existir fractura social en España. En ningún momento se aprecia que la población civil participe activamente en la contienda y en las pocas escenas de calle que incluye la novela puede observarse que la vida sigue su curso sin que exista ningún tipo de carestía. La guerra parece, pues, asunto de políticos y militares.
Esta nueva novela de José Antonio Suárez es un libro atrevido y valiente, de los que merecen la pena leer para debatir y criticar. Rebosa amenidad e imaginación, está bien documentado en cuanto a armas y tácticas de guerra, y su intensidad e imprevisibilidad están aseguradas hasta la última página. Sin duda, una de las mejores obras del autor, y la que mayor interés puede suscitar en un colectivo más amplio de lectores. Una edición impecable que, espero, siente un pequeño hito en la historia de la política-ficción española.