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Libros publicados en 2010

El Viaje de Hawkwood

Una obra que hunde sus raíces en la historia del viejo continente y emplea la fantasía como un recurso literario más al alcance del autor a la hora de analizar los vericuetos de la política internacional, las alianzas estratégicas, las luchas intestinas por el poder, las guerras de religión, la construcción de imperios o la vida de las gentes sencillas, tomando como base un continente imaginario pero reconocible ambientado en una época medieval. En ese sentido, se trata de un relato trascendente y pertinente, pues permite una lectura actualizada de nuestro pasado para un mejor conocimiento del presente (obviamente, con los lógicos cambios debidos a las necesidades narrativas, que no tienen por qué obedecer a una traslación directa y literal de la Historia), en una visión moderna, realista y amena de nuestra propia esencia europea

El Viaje de Hawkwood

Las Monarquías de Dios es una saga de fantasía épica de éxito internacional escrita por el británico Paul Kerney y compuesta por cinco novelas: «El viaje de Hawkwood» (1995), «Los reyes heréticos» (1996), «Las guerras de hierro» (1999), «El segundo imperio» (2000) y «Naves del oeste» (2002). Una obra que hunde sus raíces en la historia del viejo continente y emplea la fantasía como un recurso literario más al alcance del autor a la hora de analizar los vericuetos de la política internacional, las alianzas estratégicas, las luchas intestinas por el poder, las guerras de religión, la construcción de imperios o la vida de las gentes sencillas, tomando como base un continente imaginario pero reconocible ambientado en una época medieval. En ese sentido, se trata de un relato trascendente y pertinente, pues permite una lectura actualizada de nuestro pasado para un mejor conocimiento del presente (obviamente, con los lógicos cambios debidos a las necesidades narrativas, que no tienen por qué obedecer a una traslación directa y literal de la Historia), en una visión moderna, realista y amena de nuestra propia esencia europea.

 

La novela se ubica en el Año del Santo de 551. Normannia es un continente dividido entre los Cinco Reinos occidentales seguidores del santo Ramusio (1), conocidos como Las Monarquías de Dios, y los siete sultanatos orientales fieles al profeta Ahrimuz. El equilibrio de fuerzas se rompió años atrás con la caída del reino más oriental y actual Ostrabar, cuyo ambicioso sultán ha entregado el mando del ejército más numeroso jamás conocido –más de un cuarto de millón de hombres- al experimentado Shahr Baraz, un anciano caudillo militar con alma de poeta y un arraigado sentido ético. Como consecuencia, tras un largo asedio y numerosos ataques de desgaste, Aekir, la ciudad de Dios y mayor orbe del mundo, cae bajo el empuje de las hordas merduk, el legendario comandante John Mogen perece en el asalto y el sumo pontífice de la fe ramusiana desaparece en medio del caos. Descabezada la defensa, los últimos jirones del ejército defensor se baten en retirada mientras la población civil es masacrada o capturada para servir como esclavos, y quienes logran escapar se encaminan hacia el dique de Ormann, bastión elegido para presentar la última y definitiva batalla frente a lo que ya se presume inminente invasión.

 

Mientras todo esto acontece, en el otro extremo del continente la represión religiosa contra extranjeros y practicantes de las artes mágicas del dweomer siembra el terror en la próspera Hebrion, la mayor potencia marítima y comercial de los Cinco Reinos. El miedo e ignorancia del pueblo llano es explotado por la orden inceptina y, en especial, el fanático prelado Himerius de Abrusio para condenar a la hoguera a cualquier sospechoso de no seguir los preceptos de la fe ramusiana. El joven rey Abeleyn no tiene más remedio que tolerar dicha injerencia en su autoridad pero aprueba en secreto un plan urdido por un astuto pariente para pertrechar una expedición rumbo al oeste con un cargamento de magos exiliados y todo lo necesario para fundar una nueva colonia; el hallazgo de un antiguo mapa y un detallado libro de rutas de una expedición anterior finalizada en tragedia parece servir para confirmar la existencia del mítico Continente Occidental. El marino elegido para encabezar la misión es Richard Hawkwood, experto navegante y capitán del Gracia de Dios.

 

Pero la ambición política de Hemerius no conoce límites. Tras la desaparición del sumo pontífice, se convoca un sínodo de prelados donde elegir al nuevo guía espiritual y el de Hebrion se postula como el candidato con mayores opciones, lo que conllevaría la inevitable generalización de las purgas. Por otra parte, a los reyes laicos –Hebrion, Astarac, Torunna- no les es posible enviar tropas de refresco al dique de Ormann sin comprometer su propio trono en la soterrada lucha de poder con la Iglesia y su pujante brazo armado, los Caballeros Militantes. Empujados por las circunstancias, los cinco monarcas deciden celebrar un cónclave donde examinar la nueva situación geopolítica y hacer frente en lo posible al avance de las tropas merduk. Los destinos de oriente y occidente parecen condenados a enfrentarse en el campo de batalla, mientras una solitaria nave cruza discretamente el Océano Occidental en pos de un nuevo comienzo.

 

 

«Las monarquías de dios» constituye un magnífico comienzo de saga, por su calidad narrativa y por la muy satisfactoria puesta en escena de los diferentes cursos de acción que se desarrollarán posteriormente en el resto de la serie. Kerney demuestra sus dotes de excelente narrador, planteando un escenario rico y sumamente realista en el que sitúa estratégicamente a los personajes, protagonistas y secundarios que retrata de manera magistral y dota de una gran personalidad, impregnando las escenas de un importante componente dramático. A ello suma una ambientación vívida de gran riqueza descriptiva, excelentes diálogos, y un tono narrativo y ritmo dinámico en el que no falta la épica -como en la primera batalla por el dique de Ormann, muy bien planteada tácticamente desde la óptica militar- ni el sabor marinero que el escritor norirlandés sabe reflejar como pocos y que recuerda la vasta tradición marinera británica. Un texto, no lo olvidemos, crudo y verosímil pues describe con pulso firme y mano experta todo el caos de una época tan convulsa como la feudal, con su violencia, intolerancia, prepotencia por parte de los privilegiados, suciedad, horror, desesperación y salvajismo.

 

Kearney perfila un mundo nuevo y coherente, con su geografía, estados, religión e intereses en juego. Sus dirigentes se erigen en magníficos “tejedores de tramas” capaces de lidiar en el campo de batalla de la alta política y las conspiraciones palaciegas -resulta paradigmático el duelo de voluntades entre el rey Abeleyn y el ambicioso Hemerius al comienzo del libro, pero sobre todo en el concilio de prelados y el cónclave de reyes, escenas absolutamente clave de la obra-, aunque también hay espacio para la visión de los mercaderes libres -en especial, Hawkwood- y la lucha por la dura y cruda subsistencia del pueblo llano sometido a no pocas privaciones y situaciones límite. Por supuesto, aparecen secundarios que podrían alcanzar mayor protagonismo en los siguientes volúmenes: Corfe, un soldado que huyó de la masacre de Aekir para terminar encabezando la defensa del dique de Ormann; su mujer Heria, capturada por las tropas merduk y obligada a servir de concubina del sultán; la fogosa Jermilla, actual amante del rey y antigua de Hawkwood; la mujer oficial de éste, Estrella; Golophin, anciano consejero mago de Abeleyn; el mago Bardolin, embarcado rumbo a occidente; los monjes Avila y Albrec, destinados a cambiar un día el curso del mundo; el ambicioso primo del rey, el pontífice reaparecido… Varios son también los escenarios donde tienen lugar los acontecimientos: Aekir, la capital de Hebrion, el dique de Ormann, el gran Océano Occidental, Charibon (ciudad-estado-monasterio, sede de la orden inceptina) y diversos parajes más, donde los diversos personajes son empujados por los tempestuosos vientos del destino.

 

Debemos tener presente que buena parte del realismo de esta obra proviene del hecho de que el autor se limita a recrear, con absoluto verismo, algunos de los momentos históricos más importantes experimentados por la humanidad: la Tercera Cruzada entre cristianos y musulmanes, la política de alianzas de los reinos medievales, la ambición por el poder temporal del papado, el descubrimiento de América, la persecución de la herejía a través de la Inquisición, etc. Un escenario épico no tan ficticio que, sensu stricto, no precisa la presencia de la magia y la fantasía aunque qué duda cabe que los aficionados al género lo sabemos agradecer. Así, la caída de Aekir no es otra que la de la ciudad de Jerusalem, John Mogen la encarnación de Ricardo I de Inglaterra (aunque no muriese en el asalto) y la fusión de Shahr Baraz y el sultán de Ostrabar el mítico Saladino. Incluso el mapa de Normannia recuerda al de la vieja Europa tras algunos cambios menores; así, el reino de Hebrión bien pudiera ser la corona de Castilla descubridora de América, católica y dominada por los autos de fe; Astarac el equivalente a la península itálica; Fimbria un bastante alterado reino de Francia; Torunna la actual Grecia; Almark sería Germania; Finnmark los estados norteños; las provincias hardianas la actual Gran Bretaña (extrañamente fuera de contexto, a pesar de tratarse de un escritor inglés); Calmar la franja costera africana; la ciudad estado de Charibon, la Roma eterna; y la gran isla de Gabrion, de la que es natural Hawkwood, probablemente Sicilia.

 

Imagino que en próximas entregas de la serie la magia ocupará un papel más activo en la trama. De momento sabemos que la teurgia dweomer posee Siete Disciplinas, entre ellas la cantrimia (¿licantropía?), la rima de mentes (una especie de lectura de pensamiento y recuerdos) y la brujería del clima capaz de invocar a los vientos, y que para pertenecer al gremio de magos debe dominarse al menos cuatro de ellas. El dweomer exige un precio por cada don que otorga y posee unas leyes (y una ética) que es preciso dominar; en ella se basan los duendes mensajeros que emplean los magos para comunicarse de forma instantánea con sus próceres y no sólo en el fluido taumatúrgico de la ur-sangre. Aunque también es posible la creación de repugnantes y díscolos homúnculos mediante procesos abominables.

 

Para finalizar y a modo de conclusión, el argumento puede antojarse no demasiado original –al fin y al cabo, se trata de una prototípica fantasía épica caracterizada por la lucha de reinos- pero el resultado es ciertamente espectacular, y aunque personalmente suprimiría un par de escenas por su explícito contenido “pulp”, indudablemente Paul Kerney sabe cómo interesar a cualquier tipo de lector, elaborando de paso una de las más destacables novelas de autor extranjero de entre la literatura fantástica publicada en el año 2010. La editorial Alamut está realizando un importante despliegue informativo para intentar relanzar la serie, y cuenta ya con un importante (aunque todavía insuficiente) apoyo por parte de los lectores más incondicionales. A tenor de esta primera entrega, sería una verdadera lástima no ver publicada la serie al completo, puesto que todo aquel que la inicia queda inexorablemente enganchado a este sumamente adictivo universo de ficción y realidad. Atrévanse a hacer la prueba.

 

 

(1) ¿Acaso un homenaje al geógrafo veneciano Giovanni Battista Ramusio (1485-1557) que escribió una importante colección de libros de viajes y biografías de grandes exploradores, como Marco Polo? Por otra parte, el apellido Hawkwood bien podría ser una referencia a John Hawkwood, mercenario medieval considerado el primer “condotiero” de los tiempos modernos.

 

 

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