Han transcurrido tres años desde los hechos acontecidos en el volumen anterior, tiempo más que suficiente para que Yarvi se haya convertido en un clérigo astucioso cuya fama le precede allá donde encamine sus pasos. Es un periodo convulso, con frecuentes incursiones de piratas isleños en la costa de Gettlandia que obligan al rey Uthil, su antiguo tío, a considerar una razia de escarmiento. Pero el Alto Rey de Casa Skeken ha decretado la paz en todo el mar Quebrado con el fin de reponer las vacías arcas de su reino y no respetar su palabra equivale a una declaración abierta de guerra. Yarvi es convocado a su presencia para serle notificado el ultimátum, aunque sospecha que la taimada madre Wexen, al servicio del Alto Rey, es quien instiga y alienta secretamente el pillaje para forzar una posterior invasión de la próspera Gettlandia.

 

Yarvi emprende entonces un largo viaje con el fin de forjar alianzas ante el más que probable conflicto bélico. Un periplo que le conduce de la capital Thorlby a Sagenmarca, remontar el río Divino, atravesar las largas cuestas, bajar por el Denegado, hacer escala en la peligrosa Kalyiv -encrucijada del mundo y gran urbe dedicada al comercio-, hasta alcanzar el mar Dorado, donde tiene intención de solicitar audiencia a la poderosa Emperatriz del Sur en la Primera Ciudad. Muchos meses de duras leguas al remo y de arrostrar penalidades y peligros con el fin de hacer entrega de un valioso presente de parte de la reina Laithlin, su otrora y ahora embarazada madre.

 

En la travesía se acompaña de una tripulación de circunstancias, marineros de la peor calaña reclutados entre forajidos, saqueadores, hombres de armas y parias desesperados sin nada que perder. Entre ellos se encuentran Espina Bathu, una joven de fiero carácter acusada del asesinato de un muchacho en el cuadrado de entrenamiento, el fuerte y noble Brand, el rudo timonel Rulf y Skifr, una antigua ladrona de reliquias élficas y veterana combatiente que adiestra a Espina en el arte de las armas para ganarse así el respeto de sus aguerridos compañeros.

 

 

«Medio mundo» es la segunda parte de la trilogía “El mar Quebrado” de Joe Abercrombie, que se inició con la estupenda «Medio rey» (Fantascy, 2015) y culmina con «Media guerra», prevista para enero de 2016. Una trepidante historia de traición y venganza repleta de aventuras, drama y emociones, ambientada en un universo de ficción con unas fuertes connotaciones vikingas, con giros increíbles y un argumento repleto de sorpresas que seguro satisfará tanto a jóvenes como adultos. La espectacular ilustración de portada, obra de Mike Bryan y posiblemente una de las mejores cubiertas del año, así como la perfecta traducción de Manu Viciano (1) contribuyen a crear la ambientación y tono épico que precisa la novela.

 

«Medio mundo» es, en esencia, la historia de un viaje, una larga travesía por mar, tierras inhóspitas y reinos exóticos que lleva a sus protagonistas a recorrer buena parte del mundo conocido (véase el mapa ampliado que acompaña a la novela).

 

El relato se centra en la peripecia vital de Espina y Brand, dos teóricos secundarios frente al gran artífice de la geopolítica de Gettlandia que es Yarvi, un enfoque mucho más moderno y, hasta cierto punto, renovador que supone uno de los grandes aciertos de la novela, y que permite diversificar y humanizar las circunstancias que a todos tocan en suerte. De hecho, la introspección psicológica de los personajes es uno de los puntos fuertes de la obra, junto con la agudeza de los diálogos (esas certeras y divertidas pullas entre camaradas y enemigos), el ya mencionado tono épico y algunas reflexiones filosóficas que surgen en los momentos álgidos de la trama y que ofrecen un sinfín de aforismos relativos a la vida, sus alegrías y sinsabores; frases aparentemente sencillas pero cargadas de significado, como: “El dolor es el mejor maestro”, “La riqueza es poder”, “Los que tienen mala suerte deberían compensarla con buen juicio”, “Los enemigos son el precio del éxito”, etc.

 

El estilo de la novela es muy similar al del volumen anterior: una narrativa aventurera, dinámica y amena, tan emocionante y adictiva como suciamente realista (en realidad, cruda y anti-heroica, aunque unos grados inferior en intensidad y complejidad a sus trabajos adultos). Los capítulos suelen concluir en vibrantes micro-clímax, terreno en el que Abercrombie se desenvuelve como un verdadero maestro, como también lo hace en la descripción de esa compleja mezcla de atracción y repulsión que es la violencia, en particular el denominado “júbilo de la batalla”; es decir, esa sensación intensa que embarga al guerrero durante el tiempo que dura el combate en el que se juega su propia vida (en palabras del texto, “el éxtasis rojo que la Madre Guerra concede a sus hijos más favorecidos”). Con mimbres tan sólidos como estos el escritor británico es capaz de enganchar al lector hasta la última página.

 

Sin lugar a dudas, el lenguaje ocupa un espacio destacado. Elegante pero accesible, pleno de descripciones ricas en matices, las escenas de acción se retratan de una manera extraordinariamente vívida, directa, que excita la imaginación, y en los diálogos se imprime una fuerza inusitada capaz de transmitir toda la verosimilitud de ese mundo. Por otra parte, uno de los rasgos distintivos de esa cultura de lucha es que todos los personajes, sean príncipes o rufianes, hablan con el mismo tono altivo y orgulloso, emplean metáforas para referirse a ciertos temas tabú (la Última Puerta para la muerte, la Ruptura de la Diosa para la guerra que destruyó el mundo) y crean algunos curiosos conceptos híbridos (“suertesdearmas”, “suertedeviento”), entre otros. Para el habitante del mar Quebrado cada palabra cuenta, y debe cuidarse muy mucho de los juramentos que realiza pues podrían atarle de por vida a su cumplimiento.

 

El mundo que plantea Abercrombie es despiadado y letal, pero también abierto a nuevas oportunidades para aquellos que posean una mente lúcida; después de todo, un dicho local asegura que “aunque todo se vuelva del revés, siempre hay una manera de conseguir las cosas”. Se trata de una sociedad esclavista, belicista -las incursiones de castigo en territorio enemigo pueden suponer una buena oportunidad para labrarse fortuna-, fuertemente jerarquizada y con roles sexuales perfectamente establecidos, aunque el autor se esfuerza por dar un giro de 180 grados a algunos tópicos, como que el padre Yarvi ocupe (en virtud de su malformación congénita) un cargo tradicionalmente desempeñado por féminas, Espina sea una guerrera fenomenal (adiestrada, además, por otra mujer), la hermana de Brand trabaje en una forja y sean las esposas quienes se encarguen del comercio y ejerzan el poder económico de las casas (una llave al cuello es señal de su estatus), por no hablar de inversión de términos como Madre Guerra y Padre Paz, Madre Sol y Padre Luna, etc.

 

Como en el libro previo, el argumento posee un marcado carácter juvenil. Ya en sus primeras páginas se aprecian dilemas morales acerca de las consecuencias del exceso de orgullo y el deber ético de decir la verdad, de hacer lo correcto frente a lo que se espera de uno, de sobreponerse a los duros reveses de la vida. En un mundo cruel en el que solo sobreviven los más fuertes y mejor adaptados, abundan los episodios que ofrecen excelentes lecciones de humanidad, junto a una bonita historia de amor, héroes que resultan ser villanos y cobardes que en realidad son un dechado de virtudes (mi personaje favorito es Brand). Un nivel avanzado de lectura para quien desee profundizar en la afilada pluma del autor.

 

Con «Media Guerra» finaliza esta estupenda aventura. En ella se espera una gran confrontación final entre las huestes del Alto Rey y la alianza encabezada por Gettlandia, que la abuela Wexen salga definitivamente de las sombras y revele todo su poder, que Isrium -hija del rey usurpador y ex prometida de Yarvi- goce de su momento de gloria y, quizá, descubramos algo más acerca del mundo “élfico” cuyas ruinas revelan un pasado de esplendor tecnológico. El desenlace no puede estar más emocionante.

 

 

(1) A pesar de la reiteración del vocablo “astucioso” para “deep-cunning man”, absolutamente correcto pero mucho menos usual que “profundamente astuto”, en mi modesta opinión.