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Libros publicados en 2015

Medio rey

«Medio rey» es la primera parte de El Mar Quebrado, una trilogía para todos los públicos. En esta primera entrega independiente de la serie se narran las peripecias del joven Yarvi, hijo menor del rey Uthrik de Gettlandia, nacido con una malformación congénita en la mano izquierda que le impide formarse como guerrero. Dado por muerto, habrá de afilar su mente, confiar en la extraña hermandad de almas perdidas que lo acompañan y buscar su lugar en un mundo regido por la fuerza física, la codicia y la ambición de poder.

 

Un universo de ficción que posee unas fuertes connotaciones de sociedad vikinga; un mundo cruel e injusto donde sobrevivir, y medrar, exige perpetrar acciones poco honorables y mancharse las manos de sangre inocente. Una novela que, en definitiva, se hace muy corta

Medio rey

Joe Abercrombie es el autor revelación de la fantasía épica actual. Sus libros han sido traducidos a una veintena de idiomas y ha vendido más de dos millones de ejemplares en todo el mundo. Su debut se produjo con «La voz de los Espadas», inicio de su excepcional trilogía La Primera Ley, galardonada con el premio John W. Campbell Memorial al mejor nuevo escritor; cierran la serie «Antes de que los cuelguen» y «El último argumento de los reyes». Suyas son también las novelas «La mejor venganza», «Los héroes» y «Tierras rojas», obras épicas más que fantásticas en las que deja siempre su impronta realista y oscura para denunciar la barbarie de la guerra, y en las que emplea tramas repletas de acción, diálogos agudos e irónicos y abundantes giros argumentales.

 

La traducción del presente volumen corre a cargo de un especialista en género fantástico como es Manu Viciano, con una quincena de títulos en su haber entre los que destacan varias obras de la serie Mundodisco de Terry Pratchett, Rick Riordan, Trudi Canavan, Ian Tregellis, Peter Holt… para sellos como Debolsillo, Plaza & Janés, Montena, Random o Fantascy.

 

«Medio rey» es la primera parte de El Mar Quebrado, una trilogía para todos los públicos que tiene su continuación en «Medio Mundo» (anunciada para septiembre de este mismo año) y «Media guerra» (para principios de 2016), todas ellas en Fantascy. En esta primera entrega independiente de la serie se narran las peripecias del joven Yarvi, hijo menor del rey Uthrik de Gettlandia, nacido con una malformación congénita en la mano izquierda –apenas un muñón con un pulgar– que le impide formarse como guerrero. Por esa razón, y pese a su acusado ingenio, todos le consideran “medio hombre”, un paria despreciado incluso por su propia familia que ha consagrado su existencia al estudio de saberes arcanos junto a la madre Gundring, una vieja clériga consejera y sanadora de reyes a quien un día habrá de suceder.

 

Sin embargo, poco antes de ingresar en la Clerecía su padre y hermano mueren en una emboscada en la frontera del vecino reino de Vansterlandia. Yarvi es elegido nuevo rey, y su madre, la astuta Reina Dorada Laithlun, le insta a encabezar una incursión de castigo en territorio enemigo, circunstancia que aprovechan sus detractores para traicionarle. Dado por muerto, obligado a soportar una vida de penurias y privaciones en el más estricto anonimato, deberá sobreponerse si quiere sobrevivir y dar cumplida cuenta a su solemne juramento de vengarse de los asesinos de su familia. Pero para ello habrá de afilar su mente, confiar en la extraña hermandad de almas perdidas que lo acompañan y buscar su lugar en un mundo regido por la fuerza física, la codicia y la ambición de poder.

 

«Medio Rey» es un universo de ficción que posee unas fuertes connotaciones de sociedad vikinga. La tecnología, religión y costumbres son bárbaras, posee una rígida estructura feudal y clases sociales estratificadas a las que solo se puede acceder (salvo rara excepción) por derecho de nacimiento; incluso el pueblo llano se encuentra jerarquizado en soldados, artesanos y mercaderes, extranjeros y campesinos, mendigos y esclavos. Nadie discute el orden natural de las cosas, el lugar que los dioses le han designado, y cada cual (incluido Yarvi) se ocupa únicamente de sus propios asuntos. Un mundo cruel e injusto donde sobrevivir, y medrar, exige perpetrar acciones poco honorables y mancharse las manos de sangre inocente.

 

Estamos ante una prosa que, no obstante, busca agradar tanto al público adulto como al juvenil y de hecho puede considerarse también una novela de crecimiento y aprendizaje en sentido clásico, con un protagonista menospreciado que se ve obligado a realizar un viaje físico y de conocimiento interior hasta su aceptación final. Así, Yarvi parte de la protección de su hogar para emprender un periplo alrededor del mar Quebrado, un océano interior (o, cuando menos, muy cerrado) que baña las irregulares costas de un puñado de reinos en continua disputa; sufre esclavitud, es perseguido de manera implacable, atraviesa páramos inhóspitos, ríos caudalosos y colinas agrestes, padece continuas penalidades y afronta violentas escaramuzas para, en definitiva, protagonizar una gran aventura que cambiará su suerte. Y como un buen clérigo, deberá sopesar el bien mayor y aspirar al mal menor… aunque siempre se puede caer más bajo.

 

La trama es amena, emocionante, adictiva y muy sencilla de leer, una historia trepidante de traición y venganza que atrapa al lector desde la primera página y que cuenta con numerosas escenas de acción y continuas sorpresas. Sin embargo, en algunos momentos se aprecia una cierta rebaja de la profundidad (que no crudeza) a la que nos tiene acostumbrado el autor, y el dibujo de personajes resulta un tanto estereotipado; igualmente, en el texto abundan los mensajes positivos acerca de la necesidad de superación personal y el valor del compañerismo, entre otros, que refuerzan su espíritu juvenil.

 

La novela es, además, un drama familiar, una obra de inspiración hamletiana repleta de humor negro y frases lapidarias cargadas de realismo (“Los grandes guerreros no mueren mejor que los demás hombres. Y suelen hacerlo antes”, o “Si la vida me ha enseñado algo es que no existen los villanos. Solo hay personas, haciendo lo mejor que pueden”), que resumen buena parte del pensamiento filosófico del autor.

 

Podemos encontrar, incluso, inevitables semejanzas con esa gran serie que es Canción de Hielo y Fuego: reinos enfrentados, un Alto Rey que gobierna sobre todos ellos, un mar Quebrado/Angosto que baña sus costas, clérigos/maestres que emplean palomas/cuervos para el envío mensajes, un antiguo reino elfo/valiryo dotado de una alta tecnología que desapareció y dejó amplias regiones contaminadas, viejas reliquias de poder, un marcado politeísmo, grandes ciudades más allá de los territorios conocidos, y hasta un trono (Silla Negra/Trono de Espadas) que muchos ambicionan, además de luchas intestinas, traiciones, batallas y resto de elementos habituales –como la ya tradicional ambientación medieval– que componen el corpus de la actual fantasía épica. Pero no hay dragones, caminantes blancos ni magia, porque los conflictos se superan con medios humanos sin la intercesión de causas sobrenaturales (deus ex machina).

 

«Medio Rey» es una novela que, en definitiva, se hace muy corta. Abercrombie conoce a la perfección los recursos que hacen atractivo un libro y los explota sin pudor, ofrece un desenlace no por menos esperable menos grandioso, y lo completa además con una sorprendente coda de hilos secundarios que agrandan la complejidad del argumento. En «Medio mundo», Yarvi se verá eclipsado por un nuevo personaje, esta vez femenino, que se lanza en busca de su propia venganza recorriendo lugares aún más lejanos de este atractivo universo de ficción. Allí estaré para acompañarles.

 

 

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