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Libros publicados en 2017

Transcrepuscular

Valoración en breve:

 

Transcrepuscular es una aventura de exploración en un mundo fantástico. Esta desquiciada road movie comienza con una trepidante persecución por los cielos de un planeta alienígena, repleta de imágenes imposibles y descripciones surrealistas. Un extrañamiento brutal que dinamita todas las normas de la lógica y provoca que el lector se replantee la mecánica de la realidad. Porque este ignoto paraje torturado por una geografía catastrófica se encuentra habitado por una fauna y una flora hiperbólica.

 

Un ejercicio de imaginación delirante, una orgía de ideas, imágenes y sentido de la maravilla. Una ida de olla maravillosa y friki, que se hace muy, muy corta

Transcrepuscular

-Argumento-


La tranquilidad de la noche se ve alterada por los bramidos de los caracoles del jardín. Un intruso ha robado una valiosa reliquia del Palacio del Gobernador y el Alguacil parte raudo tras su estela montado en una libélula gigante. Sin embargo, tras una agotadora persecución que le conduce hasta el remoto Norte, no tiene más remedio que abandonar a su presa cuando ésta se interna en el vórtice del Agujero del Mundo, un páramo congelado dominado por vientos huracanados y tormentas de granizo donde mora el hielo siete, la oscuridad eterna y la muerte.

 

A su regreso, el Consejo le informa del alcance de la pérdida: una antiquísima lámina de cristal repleta de inscripciones centelleantes, descubierta en las ruinas de una ciudad abandonada de los Antiguos. Como máximo responsable de seguridad el Alguacil debe recuperar el precioso objeto, y a su búsqueda se unen la joven Regente y el Astrólogo que de esta manera evitan las iras del pueblo por su negligente gestión.

 

El trío inicia así un viaje de exploración del mundo que habitan y de sus extrañas leyes. Un periplo que les lleva a dejar atrás los mares de niebla y los bosques de helechos gigantes, atravesar los Pulmones del Mundo -la cadena montañosa más alta del planeta, presa de brutales turbulencias y descomunales gradientes de temperatura-, buscar cobijo en un refugio de tormentas entre comerciantes y bandidos, visitar el templo donde el Alguacil se forjó como guerrero, callejear por la menor de las tres grandes ciudades-estado y recorrer el enorme entramado de galerías mineras viajando en una vagoneta de carne.

 

En cada alto en el camino se incorpora a la comitiva algún nuevo miembro, desde el explorador más famoso del Círculo Crepuscular a varios parias descastados, entre ellos un curioso ventrílocuo que se comunica a través de una rudimentaria marioneta de trapo. Pero pocos sospechan que la reliquia que persiguen podría contener la llave para la supervivencia de su mundo.


 

 

 

-Valoración-


Transcrepuscular es la obra escogida por la editorial Gigamesh para iniciar la colección Novum, dedicada a la publicación de escritores españoles de género. Un libro que cuenta, además, con un formato muy especial, en cartoné con dos modelos de portada: “Gold” restringida a 200 copias doradas, firmadas y numeradas (y que prácticamente se agotaron en las dos semanas que duró la preventa previa a su lanzamiento comercial) y “Silver”, con 800 copias plateadas; ambas ediciones, a su vez, con tres posibles variantes: ilustración de libélula, avispa y escarabajo, distribuidas al azar y obra del sin par Alejandro Terán. Se trata, como es evidente, de una edición coleccionista de tirada limitada, donde solo el diseño de portada ha supuesto meses de trabajo. Toda una apuesta editorial por rentabilizar la narrativa nacional en las mejores condiciones posibles.

 

Esta novela constituye la primera parte del tríptico Los Ojos Bizcos del Sol, y solo cuando se hayan publicado las tres entregas se lanzará la versión ómnibus en rústica y el correspondiente ebook. Un sistema que, en esencia, no difiere mucho del modelo anglosajón, donde los grandes lanzamientos se realizan siempre en tapa dura y seis meses más tarde se distribuyen las ediciones más económicas en rústica, bolsillo y ebook. Esperemos que el mercado español esté lo suficientemente maduro y saneado como para que este novedoso sistema cuaje definitivamente.

 

Transcrepuscular puede definirse como una aventura de exploración en un mundo fantástico. Cuando hace un par de años el autor me comentó que estaba escribiendo un Sword & Planet –algo así como una mezcla de fantasía épica y ciencia ficción pulp–, confieso que no me lo podía creer aunque ahora compruebo que era rigurosamente cierto. Bueso rompe con su trayectoria anterior, centrada en el terror y la distopía, para asumir un nuevo reto y reinventarse como lo que es: un espléndido narrador.

 

En efecto, con la constancia y audacia que lo caracterizan, el escritor castellonense se lanza de cabeza a un terreno inexplorado en nuestro país salvo, quizá, para un puñado de escritores de Space Opera y bolsilibros, y de paso revitaliza un subgénero tan denostado que llevaba muerto y enterrado muchos decenios; un milagro similar al relanzamiento del western tras Sin Perdón o el péplum después de Gladiator.

 

Bueso reduce claramente su público objetivo (sinceramente, no creo que este libro le interese a un lector generalista) para maximizar el disfrute del núcleo duro de aficionados al género, siendo, por tanto, imprescindible acudir a soluciones creativas para buscar el retorno de la inversión. Además, los continuos retrasos en la salida de la novela se han traducido en una mayor expectación, un interés desmedido y absolutamente inédito por una obra de un escritor español de género. Nunca antes había ocurrido algo así, si bien aún es pronto para saber si dará origen a un auténtico tsunami o su efecto se diluirá en ondas concéntricas, aunque hacer coincidir la distribución con la Feria del Libro ha sido un gran acierto.

 

Esta desquiciada road movie comienza con una trepidante persecución por los cielos de un planeta alienígena, repleta de imágenes imposibles y descripciones surrealistas. Un extrañamiento brutal que dinamita todas las normas de la lógica y provoca que el lector se replantee la mecánica de la realidad. Porque este ignoto paraje torturado por una geografía catastrófica se encuentra habitado por una fauna y una flora hiperbólica; invertebrados y hongos gigantescos, en particular insectos coleópteros, lepidópteros, himenópteros y dípteros anatómicamente adaptados a las más diversas funciones de utilidad para el hombre, quien, de hecho, construye una civilización degenerada empleando las herramientas biológicas que la naturaleza le provee. Mares de lodo, fangales de cianobacterias, bosques de helechos gigantes, plantaciones de hongos, selvas, ciénagas, desiertos y volcanes completan el paisaje extremo que impide el desarrollo de cualquier animal superior.

 

El autor crea un worldbuilding fascinantemente Weird; un universo exótico y colorista aunque, evidentemente, poco verosímil. De una probable colonia minera que fracasó en su proceso de terraformación surge un enloquecido carrusel de ciencia ficción biopunk, como una especie de cruce afortunado entre el universo oscuro de Bas-Lag de China Miéville y el Barsoom épico de Edgar Rice Burroughs, con cierta estética de western (véase, por ejemplo, las muchas escenas que transcurren entre páramos desolados o el duelo con un Exterminador a sueldo).

 

Bueso deja fluir la trama sin entorpecerla con accesorios recursos de estilo. Una narrativa centrada en la aventura y la imaginación desaforada, el puro sentido de la maravilla. Por supuesto, no abandona su voz característica ni el lenguaje retorcido e irreverente, aunque esta vez lo puebla de neologismos y expresiones castizas –que resultan un tanto anacrónicas en este contexto– que inserta en una estructura de capítulos breves de apenas media docena de páginas para que el lector pueda absorberlo todo mucho mejor. Un estilo posmoderno pero con imaginería clásica.

 

No estamos ante una novela de personajes sino de descripción de un mundo, aunque hay espacio para la evolución psicológica de algunos de ellos. El Alguacil es un tipo solitario y poco afectivo, un samurái castrado por una orden de monjes guerreros que desde niño lo adiestraron en el arte de hacer la guerra; un perdedor que encarna el papel del héroe antihéroe, un hombre de ley licenciado del frente y enviado a servir a una pequeña comunidad rural, un hombre que busca su lugar en el mundo. Otro personaje destacado es el “trapo”, un filósofo de la vida errante y superviviente nato, cuyas frases lapidarias funcionan como auténticos aforismos. Por su parte, poco sabemos de la Regente y el Astrólogo, más allá de que sirven a los planes ocultos de sus propios clanes.

 

Capítulo aparte merece la mecánica celeste que regula este asombroso (y anónimo) planeta. Un pequeño mundo anclado a su estrella en órbita de marea, que gira ofreciendo siempre el mismo lado al sol, con un polo permanentemente abrasado (el Desierto del Mediodía) y el otro en perpetua sombra (el Agujero del Mundo). Solo en la región intermedia hayamos alternancia de días y noches; es la franja templada habitable, donde se encuentra el Círculo Crepuscular que es circunvalado por un tren siguiendo siempre el perfilador del mundo: el transcrepuscular.

 

Pero, sobre todo, merece un capítulo destacado la idea de la simbiosis como motor evolutivo. Todos los humanos portan un caracol encefálico con el que establecen un fuerte vínculo de telepatía que les permite ampliar su percepción de la realidad y potenciar sus facultades. Una sinergia con una especie inteligente local que tiene el aspecto de un caracol terrestre y cuya unión generalmente depara ventajas mutuas. En esta relación el grado de simbiosis es variable: desde simples estímulos ante situaciones de peligro de las babosas de combate que emplean los monjes tradicionalistas, a la conciencia habitada de los animistas que conforman una autentica colonia de gasterópodos. Además, los organismos simbiontes pueden obrar biotransformaciones (como transmutar piernas en patas compuestas de insecto) y dicen que algunos de los ejemplares más viejos cambian de huésped humano para perpetuarse sin perder los recuerdos.

 

¿Es Transcrepuscular el alarde imaginativo más desquiciado de Emilio Bueso? Es probable que sí, aunque personalmente no la considere su mejor obra –ese privilegio se lo concedo a Cenital y Diástole, por razones de estilo, trascendencia y frescura–; sin embargo, sí es la novela con la que más he disfrutado como lector de género. Una propuesta ambiciosa, compleja y aún más arriesgada, si cabe, que las anteriores, de la que el autor sale particularmente bien parado aunque, como es natural, deje múltiples preguntas en el tintero: ¿siguen vivos los Antiguos, tienen relación con la humanidad del exterior? ¿Contra quién combaten los monjes guerreros? ¿En qué consiste la conspiración de los esferistas, a la que pertenece el Astrólogo? ¿Qué planes poseen los Animistas? ¿Qué hay de cierto en la conspiración de los mineros? ¿Lograrán encontrar la reliquia y descubrir su auténtica valía? ¿A cuánto equivale una hora caracol?

 

Transcrepuscular es un ejercicio de imaginación delirante, una orgía de ideas, imágenes y sentido de la maravilla. Una ida de olla maravillosa y friki, que se hace muy, muy corta. Somos muchos los que esperamos con impaciencia las continuaciones: Subsolar y Antisolar.


 

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