Valoración en breve:
El ojo del tigre, de Juan Simeran, es la obra ganadora del XV Premio Tristana de Novela Fantástica convocado por el Ayuntamiento de Santander en 2022.
Una historia de apariencia sencilla, dotada de una prosa ágil y exquisita, no exenta de una sutil pátina humorística. La novela nos hará emprender un viaje cada vez más alucinado en busca de un personaje llamado Kurtz, siempre esquivo hasta el desenlace, pero que al mismo tiempo se agiganta por la relevancia que le otorgan los personajes que nuestra protagonista encuentra a su paso
El ojo del tigre
-Argumento-
Cada atardecer, el anónimo narrador de esta historia acerca su hamaca de playa a la de una atractiva mujer, quien le relata subyugantes confidencias sobre su vida laboral y personal. Una carismática narración que da comienzo cuando es nombrada supervisora de proyectos especiales para escuelas de la región de La Plata, pese a carecer de la menor experiencia, una fachada con la que se pretende ocultar su auténtica misión: inspeccionar la desconcertante organización de una remota escuela comandada por un misterioso y enloquecido personaje llamado Kurtz.
Kurtz es un visionario y sus revolucionarios métodos están consiguiendo brillantes resultados académicos; por eso la secretaria del Ministerio de Educación desea averiguar el secreto de su éxito y exportarlo a otros centros, granjeándose así el favor de sus superiores. Sin lugar a dudas, Kurtz es un hombre capaz de levantar pasiones entre sus muchos partidarios y detractores, alguien que desea fundar una nueva sociedad en un paraje perdido en medio de la inmensidad de la pampa.
-Valoración-
El ojo del tigre, de Juan Simeran, es la obra ganadora del XV Premio Tristana de Novela Fantástica convocado por el Ayuntamiento de Santander en 2022 y dotado con 8.000€, el certamen de mayor cuantía económica dentro del circuito de premios fantásticos de nuestro país. Esta historia fue elegida entre 506 manuscritos por un jurado compuesto por José Carlos Somoza, Miriam López, Enrique Álvarez y José Ángel Zapatero, actuando como secretario sin voto Regino Mateo. De esta manera, el escritor argentino se une a la amplia nómina de autores latinoamericanos que han obtenido este galardón, en la que también figuran la venezolana Sol Linares (edición 2021), sus compatriotas Enrique José Dicarli (2020), ablo Esteban Lozano (2017) y Pablo Cazaux (2016), y el escritor cubano residente en Miami José Terradas (2019). Seis autores del otro lado del Atlántico en las últimas siete ediciones, lo que pone de relieve las preferencias hacia un tipo de fantástico culto y criollo por parte de los actuales miembros del jurado.
Simeran ha publicado siete novelas a caballo entre Argentina y España. Su opera prima ¡Argentinos, a vencer! (2012) era una historia alternativa que también funcionaba como distopía, en donde la Junta Cívico-Militar que rigió el país en los ochenta se ha perpetuado en el poder gracias a la Guerra de las Malvinas, que dura ya treinta años, y convertido a la República en una prisión gigante. 8 grados centígrados (2013) era una novela de ficción climática ambientada en el año 2055, cuyo título indicaba los grados de temperatura que subió como media la Tierra en esa fecha. Nevermore (2013) era una novela negra con elementos sobrenaturales, que nos metía de lleno en lo más crudo de Buenos Aires. Los niños de Berisso (2017) describía una droga legal que permitía acceder al recuerdo de nuestra última vida antes de reencarnarnos en el cuerpo actual, una idea que alteraba por completo la percepción de la existencia.
El chévere venturante Mr. Quetzotl de Arisona, publicada tanto en Argentina por Ayarmanot (2018) como España por La máquina que hace ping! (2019), era una disparatada pero inteligente reescritura de El Quijote en clave futurista. Finalmente, Barón Samedi (2021) era una historia de cálido sabor caribeño ambientada en el Haití de 1967, que mezclaba zombis y ritos vudús con ricos referentes literarios y culturales para demostrar, una vez más, el interés del autor por narrar historias originales en ambientes ciertamente insólitos.
En esta ocasión nos hallamos ante una historia de apariencia mucho más sencilla, dotada de una prosa ágil y exquisita, no exenta de una sutil pátina humorística. La novela nos hará emprender un viaje cada vez más alucinado en busca de un personaje llamado Kurtz, siempre esquivo hasta el desenlace, pero que al mismo tiempo se agiganta por la relevancia que le otorgan los personajes que nuestra protagonista encuentra a su paso.
La narración va subiendo paulatinamente de tono e intensidad hasta alcanzar una innegable tensión sexual, por lo que es lógico que el narrador quede prendado de la protagonista, aunque en realidad la relación de sumisión/obsesión/fascinación es para con su hipnótica historia –algo que posiblemente también le ocurrirá al lector–, al punto de provocarle una crisis matrimonial, y buena prueba de ello es que ni siquiera recuerde su nombre: «Danka, o Vanka o algo así». La relación funciona –el narrador así lo reconoce– como una especie de cuento de las Mil y una Noches que una moderna Sherezade narra a un trasunto del sultán de Persia, tejiendo no muchas sino una única larga historia que le embruja cada día para postergar así su fin. El encuentro con Kurtz se demora entonces casi in eternum.
La novela posee un atractivo tono conversacional, que convierte al narrador en alguien cercano y amistoso, casi íntimo. Igualmente, el lenguaje adquiere una importancia capital, en esta ocasión no se trata de un criollo degenerado o una singular mezcla idiomática, sino un español argentino repleto de localismos y heredero del lunfardo del Río de la Plata; así, resulta un auténtico placer disfrutar de tamaña riqueza lingüística, y para muestra un botón: «Que algún changuito cañero que maneje la regla de tres mejor que Instagram ni en pedo justifica que estemos haciéndole el caldo gordo a nuestros futuros serruchadores de piso». Les animo a que descubran el significado de esta frase, mucho más sencilla de entender de lo que a priori pudiera parecer.
Otra marcada característica del autor son los personajes extraordinarios, casi excéntricos y que, por ello, no dejan indiferente al lector. Sean protagonistas en primera persona, fugaces secundarios o en un omnipresente segundo plano –como Kurtz en este libro–, gustan sobremanera hablar de sí mismos a través de extensos soliloquios en los que demuestran su inequívoca esencia argentina. En este terreno Simeran puede llegar a alcanzar niveles retóricos absolutamente admirables.
Estructurada en capítulos breves, la novela traslada una visión agridulce y a ratos desencantada de la vida, si bien aporta también amplias dosis de humanismo e ironía en diversas escenas cotidianas; igualmente, ofrece originales referencias al mundo de la pintura (Daumier) y a la filosofía caodaísta, jugando siempre a introducir elementos ficticios dentro de un contexto, en apariencia, completamente realista: el resurgir de los cátaros, la bebida energética acid frozen, ciertas formas de preparar el mate, etc. Además, la trama parece situarse en un futuro cercano donde «el lenguaje inclusivo ya fue superado».
Finalmente, cabe añadir que esta obra describe la búsqueda de un lugar y un personaje malditos, que sin duda homenajean a El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad –de ahí las referencias al libro sobre el Congo que el narrador pretende leer en la playa y, sobre todo, las semejanzas con el periplo que su protagonista emprende a través del río africano en busca del jefe de una explotación de marfil llamado Kurtz–. Un libro, pues, plagado de referencias y homenajes, en el que la esencia del fantástico radica más bien en la mítica búsqueda del destino, la Ítaca de Odiseo(1), aunque los miembros del jurado quisieran destacar «su viaje al horror», más real que simbólico.
El ojo del tigre es un artefacto literario escrito con suma precisión siguiendo una elaborada estructura narrativa y con un acertado ritmo moroso, capaz de hacernos disfrutar de todos y cada uno de los detalles de este fantástico sutil. Como el resto de ganadores del premio Tristana, ha sido editado por el sello Menoscuarto con la corrección y sobria elegancia que le caracterizan.