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Libros publicados en 2010

Crónicas del Multiverso

Conde es un narrador preciso que se caracteriza por una imaginación desbordante y una capacidad innata para transmitir al lector imágenes y sensaciones, en este caso relacionadas con la majestuosidad del espacio, las criaturas que lo habitan y los artefactos tecnológicos construidos para dominarlo. Pero, además, Conde es capaz de hilvanar múltiples y complejas tramas que involucran a gran cantidad de personajes; a todas ellas dota de protagonistas atractivos y situaciones emocionantes en las que los clímax se suceden sin interrupción. Un ritmo frenético que no decae en ningún momento y atrapa al lector

Crónicas del Multiverso

«Crónicas del Multiverso» es la novela ganadora de la VII edición del premio Internacional Minotauro de Ciencia Ficción y Literatura Fantástica. Una obra, al fin, de ciencia ficción tras seis convocatorias anteriores que habían premiado temáticas tan diversas como la fantasía épica, la mitología, el terror, la fantasía oscura o, incluso, la trama esotérica; tal vez por ello, la editorial ha realizado un notable esfuerzo por mostrar un producto que no ofrezca ninguna duda al respecto, a pesar de la posible limitación de público objetivo que ello conlleva: en el texto de contraportada y en la ilustración de cubierta queda muy claro que la novela es, ante todo, una aventura espacial ubicada en el remoto futuro, “un regreso al auténtico espíritu de la ciencia ficción, una novela en la que no hay límites para la imaginación”.

 

Este libro, que ha supuesto para el prolífico Víctor Conde su promoción al estatus de escritor de prestigio dentro del género fantástico, es la tercera entrega de su serie del Multiverso: un vasto escenario galáctico en el que se desarrollan todo tipo de argumentos con distintos personajes, historias independientes pero que comparten una misma ambientación de futuro lejano. En 2002 publicó en Equipo Sirius la seminal y barroca «El Tercer Nombre del Emperador» y en 2004 hizo lo propio en la editorial Minotauro con «Mystes», obra finalista del citado premio Minotauro como también lo fue «Teatro secreto» (Parnaso, 2008). Así, pues, podemos decir que el tres es el número de la suerte de este joven escritor canario, al obtener este prestigioso galardón al tercer intento en la tercera entrega de su conocida serie.

 

En esta ocasión la acción se traslada a la Variedad, un denso cúmulo de estrellas rodeado de un inmenso vacío cósmico que nadie ha podido franquear jamás. Una isla de soles habitada por quince especies inteligentes en continua beligerancia, entre aerobios, hidrobios y máquinas pensantes, además de mágicas criaturas de luz llamadas Ángeles y otros entes exóticos como la denominada entidad de carbono pensante, un misterioso ser incognoscible que habita en el horizonte de sucesos del agujero negro que existe en el centro exacto del cúmulo.

 

En este particular universo-isla unen sus destinos una plétora de personajes: en primer lugar, Lina Kolbrand, quien, bajo la fachada de una respetable capitana de nave comercial monoplaza, es en realidad una bregada corsaria estelar que en una de sus temerarias incursiones roba un extraño objeto ultra-energético a los urtianos, los más poderosos alienígenas del sector, lo que desencadena una implacable búsqueda. Por su parte, Mel es un antiguo astronauta, único superviviente de una catástrofe en el espacio, que sigue el rastro de su novia desaparecida en extrañas circunstancias con la única ayuda de una unidad psicométrica albergada en su cerebro.

 

Norte es tal vez el último de los Mystes, una antigua casta de sabios errantes consagrados a descifrar los enigmas que ocultan las Xfinges –enormes y misteriosos hipercubos de naturaleza desconocida, que guardan en su interior secretos tecnológicos que podrían hacer avanzar a la civilización a grandes saltos-; ha encontrado un nuevo Cubo y es consciente de que si descifra su secreto, morirá. El aventurero Jules Van Zan y su inseparable camarada marsupial Zhinz recorren los planetas más exóticos a la búsqueda de los negocios más turbios que les puedan hacer ricos, mientras que Joviann Fust es un inteligente empresario humano que jugará un papel decisivo en los acontecimientos. Por último, Jan Delvian es un soldado que viaja al universo subsidiario de la Variedad procedente del suprauniverso principal a través de un efecto de túnel cuántico.

 

Todos ellos se ven sorprendidos por los cada vez más frecuentes informes que alertan sobre extraños sucesos en la frontera: anomalías, soles que se apagan, avistamiento de criaturas míticas… el universo parece estar colapsando, desplomándose sobre sí mismo a una velocidad casi imposible y sin ninguna posibilidad de huida. El caos se desata y, por si esto fuera poco, los alienígenas urtianos parecen haber enloquecido y atacan a las restantes especies en lo que se antoja una guerra de aniquilación total.

 

Conde es un narrador preciso que se caracteriza por una imaginación desbordante y una capacidad innata para transmitir al lector imágenes y sensaciones, en este caso relacionadas con la majestuosidad del espacio, las criaturas que lo habitan y los artefactos tecnológicos construidos para dominarlo: mundos primitivos habitados por criaturas fabulosas, buscadores de tesoros ignotos, cazadores de mitos, pueblos que rinden culto a deidades matemáticas, alienígenas, imperios galácticos, inteligencias artificiales, organismos adaptados a vivir en el vacío, naves capaces de viajar entre las estrellas, arcologías, gigantescas estaciones orbitales (clepsidras), puestos científicos de avanzada, enclaves tecnológicos, artefactos alienígenas abandonados, poderosos cruceros de guerra, armas con capacidad de destrucción planetaria, épicas batallas estelares, viajes en el tiempo, diferentes planos de universos/realidad… y un interminable etcétera. Un cosmos repleto de infinitas posibilidades en el que con frecuencia la tecnología es indistiguible de la magia y donde aún es factible la aventura total. En definitiva, todos los ingredientes necesarios para conformar una lectura divertida y apasionante.

 

Pero, además, Conde es capaz de hilvanar múltiples y complejas tramas que involucran a gran cantidad de personajes; a todas ellas dota de protagonistas atractivos y situaciones emocionantes en las que los clímax se suceden sin interrupción. Un ritmo frenético que no decae en ningún momento y atrapa al lector pese a que los inicios del libro sean un tanto flojos (más por contenido que por velocidad).

 

Por otra parte, en esta novela aparecen destacadas dos de sus características más relevantes como autor, como son su gusto por el neologismo –en especial para describir la nueva realidad física y determinados conceptos científicos innovadores- y su constante apego a la irracionalidad (1), que se fusionan en la idea de una tecnología inextricablemente unida al misticismo y la metafísica (el otro gran cultivador de esta corriente en la ciencia ficción castellana es el argentino Carlos Gardini). Conde realiza entonces auténticos malabarismos con el lenguaje para dotar a su terminología científica de una singular y poética belleza, enriquecida con abundantes metáforas procedentes del mundo de las matemáticas y la música. El discurso es más claro y accesible que en sus dos novelas anteriores pertenecientes a la misma serie, aunque igual de exigente para con el lector.

 

Con todos estos elementos el escritor canario desarrolla una entretenida y original “Space Opera” o aventura espacial de temática científico-bélica, capaz de transmitir con convicción todo el sentido de la maravilla que se le presupone al citado subgénero. Una historia cuya mayor virtud –la ambición- puede ser también su mayor defecto, por cuanto exige un tipo de lector muy específico: aquel interesado en la ciencia ficción dura de trama aventurera. Igualmente, cabe advertir que no es una obra perfecta por cuanto adolece a mi juicio de ciertas fallas, como que el recurso a la irracionalidad (incluso a la locura) parezca justificarlo todo en no pocos momentos, se abuse del deus ex machina, se desaprovechen algunos elementos (la entidad de carbono pensante, el Enclave Pancultural) o que, entre tanto despliegue de gigantismo, se deslicen algunas cifras exageradas de dudosa credibilidad.

 

Como no podía ser de otra forma, «Crónicas del Multiverso» permite una lectura autónoma aunque incluye abundantes referencias a personajes y líneas de acción que aparecen en obras anteriores (las Xfinges, los Mystes, el Emperador Gestáltico) que se resuelven en este libro y suponen un cierto colofón a la trilogía… pero no a la serie, porque Conde está escribiendo la cuarta entrega titulada «Crónicas del Multiverso: Xenoespacio», que sigue las andanzas del hijo de Norte en su exploración de los universos secundarios creados después del colapso de la Variedad.

 

Para finalizar, en este su último libro publicado hasta la fecha podemos observar cómo Conde ha crecido como escritor, al unir a su habitual solidez narrativa reflexiones de madurez intercaladas en diferentes pasajes del texto. El resultado es una novela honesta de ciencia ficción, francamente recomendable y que, a pesar de algunas voces críticas respecto a determinadas obras galardonadas con anterioridad, ha vuelto a dignificar un premio tan prestigioso como el Minotauro.

 

 

(1) Un surrealismo onírico que el propio autor refleja en el texto de esta manera: “la mayor gloria de la que puede enorgullecerse la mente humana es su frenética y vigorosa irracionalidad”.

 

 

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