En «Challenger» cada capítulo presenta a un nuevo personaje, una situación diferente que transcurre precisamente en el momento en que tiene lugar el citado accidente. Cada hilo narrativo enlaza con otros de manera directa o tangencial, con frecuencia un simple detalle que al cambiar el foco de atención adquiere un protagonismo capital. Son retratos cotidianos, reconocibles, llevados a cabo con la solidez y el pulso narrativo necesario que exigía el reto. Un infinito abanico de posibilidades que se cruzan e interaccionan, y ofrecen como resultado la constatación de que todo está conectado, como en la famosa novela de David Mitchell «El Atlas de las nubes».
Una novela coral donde realismo y fantasía diluyen sus fronteras para dibujar un fresco colorista y certero de la sociedad norteamericana de mediados de los ochenta
Challenger
-Argumento-
El veintiocho de enero de mil novecientos ochenta y seis, exactamente a las once y treinta y ocho minutos de la mañana, despegó el transbordador espacial Challenger de Cabo Cañaveral, Florida, con siete tripulantes a bordo. A los setenta y tres segundos de la ignición, un escape en uno de los cohetes impulsores provocó una explosión que desintegró la aeronave. El accidente fue retransmitido por televisión y millones de personas pudieron verlo en directo, causando una enorme conmoción en la sociedad norteamericana solo comparable con los atentados contra las torres gemelas del 11-S.
«Challenger» es un mosaico de vidas cruzadas, setenta y tres instantes que dibujan una estela en el Miami de hace tres décadas y descorren el velo que separa lo extraño de lo cotidiano. Un escenario en el que se dan cita senadores corruptos, detectives privados, periodistas de lo oculto, científicos, videntes, espías soviéticos, agentes de la CIA, sociedades secretas, cazadores de monstruos, universos paralelos y policías enfrentados a lo sobrenatural. Estafadores, atracadores de bancos, taxistas de Bangladesh, pescadores, balseros, mafiosos cubanos, ingenieros de la NASA, un cartero napolitano, una troupe de circo y un escritor de ciencia ficción. Un matrimonio cuya hija ha desaparecido, una pareja de jubilados, estudiantes adolescentes, un atractivo profesor, una esposa infiel, aficionados a los cómics y fantasmas enamorados. Incluso la rocambolesca historia de una moneda de veinticinco centavos, una bala, un mechero Zippo y una rana de porcelana.
Una novela coral donde realismo y fantasía diluyen sus fronteras para dibujar un fresco colorista y certero de la sociedad norteamericana de mediados de los ochenta.
-Crítica-
«Challenger» es el decimoquinto volumen de la colección Pulpas de Aristas Martínez, un pequeño y dinámico sello independiente caracterizado por publicar una literatura fronteriza de difícil clasificación. Un auténtico referente nacional en cuanto a narrativa extraña o “weird”, baste recordar títulos como: «El show de Grossman» de Laura Fernández, «New Mynd» del colectivo Juan de Madre, «El regalo de Gliese» de Víctor Nubla o la media docena de números de la revista Presencia Humana, aunque también ha editado libros fantásticos de corte más tradicional como el ilustrado «La segunda vida» de Matías Candeira o la presente novela.
Las propuestas más arriesgadas, mestizas e irreverentes parecen ser el signo distintivo de esta interesante editorial, y quizá por ello sus obras pasan desapercibidas para una parte significativa de aficionados al género, el sector digamos más tradicional. Conviene señalar que «Challenger» es un libro singular, pero no participa de los delirios pulp o bizarros sino que bebe directamente de la experimentación y de la buena literatura. Una novela que cuenta, además, con una edición muy cuidada presidida por una cubierta pop art de Miguel López Losada, medio millar de páginas que han dado lugar a un volumen de formato un tanto tosco.
Su autor es el castellonense Guillem López, responsable de las novelas de fantasía épica «La guerra por el norte» (2010) y su secuela «Dueños del destino» (2011), dos de los títulos de mayor éxito de la extinta editorial AJEC, así como de un puñado de relatos incluidos en diversas antologías temáticas: «Ácronos. Antología Steampunk», «Antología Z. Volumen 7», «Crónicas de la Marca del Este» o «Presencia Humana #4».
En «Challenger» cada capítulo presenta a un nuevo personaje, una situación diferente que transcurre precisamente en el momento en que tiene lugar el citado accidente. Cada hilo narrativo enlaza con otros de manera directa o tangencial, con frecuencia un simple detalle que al cambiar el foco de atención adquiere un protagonismo capital. Así, por ejemplo, un niño tiene el presentimiento de que su madre ha muerto, una mujer sufre un aparatoso accidente de tráfico en la autopista, varios conductores son testigos de un fenómeno paranormal y un par de viejos policías investigan una extraña muerte. Por otra parte, varias adolescentes intercambian confidencias mientras fuman a escondidas, un profesor de universidad desvela su carácter acosador, una mujer se siente irresistiblemente atraída por un hombre maduro y a un tullido veterano de guerra le asaltan visiones de una chica desaparecida. Y así un largo etcétera. Retratos cotidianos, reconocibles, llevados a cabo con la solidez y el pulso narrativo necesario que exigía el reto. Un infinito abanico de posibilidades que se cruzan e interaccionan, y ofrecen como resultado la constatación de que todo está conectado, como en la famosa novela de David Mitchell «El Atlas de las nubes».
Personalmente, mis capítulos preferidos son los correspondientes al portero del edificio de apartamentos que posee el físico de un sicario pero oculta un alma noble y sensible, la historia del afroamericano Marcus Lidell durante la Segunda Guerra Mundial y el muy literario relato del barco de pesca que encuentra un monstruo marino surgido de las profundidades. Sin olvidar, por supuesto, el rocambolesco atraco perpetrado por un supersticioso convicto en libertad condicional.
La prosa de Guillem López es serena, elegante, madura, alejada de los tópicos manidos del fantástico. Ofrece una mirada inteligente y afilada de nuestro pasado reciente. Construye atmósferas muy diversas en el reducido espacio de un puñado de páginas. Deja constancia de una gran sensibilidad, de reflexiones filosóficas de profundo calado, al tiempo que sugiere que la realidad puede ser mucho más compleja de lo que estamos acostumbrados.
En «Challenger» brilla de manera particular la descripción de personajes y ambientes, los diálogos realistas, los giros imprevisibles de los múltiples cursos de acción. Todo ello refuerza su verosimilitud. Pero, además, dentro de esta cotidianeidad hay espacio para lo inexplicable, el caos brota de la rutina de manera inesperada para aflorar nuestros miedos ancestrales. De esta forma se logra encadenar continuos mini clímax, diferentes entre sí y que evitan caer en la repetición.
Como en la vida misma, no todos los misterios se resuelven al final. Quedan cabos sueltos, no hay desenlaces definitivos, la realidad funciona a su libre albedrío. Pero al menos perduran en el lector algunas excelentes alegorías (el Challenger como un moderno Ícaro) y aforismos (“Lo cotidiano es una red de insignificancias en manos del azar”) que denotan un narrador con unas profundas miras literarias, y la imagen de un Miami oscuro, ahíto de horrores cotidianos, un monstruo que se alimenta de la miseria humana y flota sobre un lodo de violencia, corrupción, drogas, mafias caribeñas, hoteles de lujo, luces de neón, sol y palmeras.
Challenger es un experimento literario (de altos vuelos, si me permiten el chiste fácil). Una obra coral formada por capítulos breves encadenados en torno a una idea común, sin un hilo conductor o trama central más allá del mencionado incidente, la radiografía de la sociedad norteamericana de mediados de los ochenta y la conexión global de ese gran crisol llamado mundo. Para muchos, la novela española fantástica del año.